José Saramago
Mitología
Los dioses, otrora, eran nuestros
Porque entre nosotros amaban. Afrodita
Al pastor se entregaba bajo las ramas
Que los celos de Hefesto engañaban.
Del plumaje del cisne las manos de Leda.
Su pecho mortal, su regazo,
La semilla de Zeus, dóciles, cogían.
Entre el cielo y la tierra, presidiendo
Los amores de humanos y divinos,
La sonrisa de Apolo refulgía.
Cuando castos los dioses se volvieron,
El gran Pan murió, y huérfanos suyos,
Los hombres no supieron y pecaron.