Georg Trakl
Al este
La tenebrosa ira del pueblo
semeja a los órganos furiosos de la tormenta invernal
la ola purpúrea de la batalla,
de deshojadas estrellas.
Con cejas partidas, plateados brazos,
la noche saluda a los soldados moribundos.
A la sombra del fresno otoñal
gimen las almas de los que mueren con violencia.
Una espesura de espinas ciñe la ciudad.
De los sangrientos escalones ahuyenta la luna
a las mujeres aterrorizadas.
Lobos salvajes han derribado las puertas.