Fracturas abiertas son las que al producirse, el objeto traumatizante o el propio hueso en su ruptura ha roto los músculos y piel que lo recubren haciendo que sus extremos se vean por el exterior a través de la herida producida o incluso asomen.
Fracturas cerradas son aquéllas en que solamente se ha producido la rotura o fractura del hueso, sin herida exterior.
En caso de que no haya desviación de los segmentos, el socorrista puede diagnosticar la fractura por alguno o varios de los siguientes síntomas:
Dolor intenso a nivel de la parte traumatizada.
Impotencia funcional, no poder mover el miembro lesionado, e induración de la parte traumatizada.
En caso de fractura, al pasar apoyando nuestros dedos a través del hueso sospechoso, al llegar al punto de fractura el accidentado sentirá un vivo dolor. El dolor es tan intenso que incluso en sujetos inconscientes al llegar al punto de fractura hará una mueca de dolor.
Evitar movilizaciones (propias y del herido).
Exploración:
Evaluación primaria: signos vitales.
Evaluación secundaria, preguntando por sensaciones, dolor, posibilidad de movimiento, comparación de extremidades, acortamiento de las mismas, deformidades. etc.
Valorar los pulsos distales (radial-muñeca o pedio-empeine del pie), para descartar la existencia de hemorragias internas.
En el caso de una fractura abierta, aplicar sobre la herida apósitos estériles.
Inmovilización
Tapar al paciente (Protección térmica)
Evacuación, manteniendo el control de las constantes vitales y vigilando el acondicionamiento de la fractura.