La ingeniería militar de la Antigua Roma era de una escala y frecuencia mucho más allá de la de cualquiera de sus contemporáneos. De hecho, la ingeniería militar fue en muchos sentidos institucionalmente endémicas en la cultura militar romano, como lo demuestra el hecho de que cada legionario romano tenía como parte de su equipo de una pala, junto a su gladius (espada) y Pila (lanzas).
Tal vez, suene un poco extraño, que pinta la ingeniería dentro del ejército, pero aunque no lo parezca era un pieza fundamental para el ejército, ya que cada uno de los elementos que vamos a ver a continuación les proporcionaban ciertas ventajas al ejército, a continuación veremos las distintas construcciones que ayudaron al ejército en su expansión:
Calzadas
Murallas
Puentes
Catapultas
Torres de Asedio
Las calzadas permitieron que las tropas del ejército pudieran desplazarse con mayor facilidad, los romanos construyeron por todo el Imperio una red de Calzadas de más de 70.000km, conectando así todos los puntos dentro del Imperio. Las calzadas medían 6 metros de anchura y estaban hechos de 4 materiales distintos, grava, cemento, arena y losas. Además cada 1000 pasos levantaban un milliarium (una marca que servía para medir las distancias)
La defensa de las ciudades ha sido uno de los principales asuntos con que las distintas culturas se enfrentaban para asegurar el porvenir, no solo de sus habitantes y pertenencias, sino también de su cultura y forma de vida. Los romanos fueron los que perfeccionaron los distintos métodos de defensa mediante murallas.
Por lo general, consistían en dos paramentos paralelos de sillería -opus quadratum- de tamaño variable, y entre ellos un relleno de mortero, piedras e incluso de hormigón romano. Estas paredes exteriores, a veces tenían los sillares almohadillados, y estaban separadas por 4 m. como mínimo, llegando a los 10 m. es ocasiones excepcionales.
Algunas de las murallas del Imperio más importante dentro de Hispania (la actual Península Ibérica) son las que se encuentran en:
Los romanos fueron los primeros constructores del mundo en realizar grandes puentes. Este artículo es un intento de recoger la lista de todos los puentes romanos conocidos, muchos de los cuales todavía sobreviven hoy en día.
Los puentes servían para que pudieran movilizarse con mayor facilidad a la hora de moverse el ejército, ya que era más sencillo construir un puente que rodear un río, los puentes podían ser de cualquier tamaño, y de dos materiales distintos, o bien de piedra o bien de ladrillo.
Las catapultas romanas era unas armas de asedio utilizadas por Roma, heredadas de la Grecia helenística (καταπάλτης – que lanza). Había de dos tipos, la llamada balista, basada en la tensión y la lithobolos, basada en la torsión. Eran construidas in situ por los legionarios empleándose madera del lugar y cuerdas fabricadas con tendones animales o con plantas.
La catapulta, como arma de artillería que es, arrojaba piedras, jabalinas o incluso material incendiario o recipientes con serpientes. Equipaban a una cohorte, así que había 10 catapultas en cada Legión. Para que funcionasen eran necesarios 10 soldados.
La media de longitud a la que se lanzaba el proyectil era de 160 metros si la piedra era de medio kilo aproximadamente, aunque se han encontrado en yacimientos piedras de hasta 7 kilos, según los textos clásicos podían llegar a alcanzar los 400 metros de recorrido tras su lanzamiento.
La altura es una gran ventaja en la guerra, y las torres de asedio eran una fuente portátil de altura. Los romanos fueron los maestros de estos avances tecnológicos que se remontan al menos hasta el siglo XIX a. C.
En vez de ayudar a los soldados a llegar a la cima de las torres, la mayoría de las torres de asedio romanas se utilizaron para permitir que los hombres en el suelo trabajaran en la destrucción de las fortificaciones mientras el fuego les daba calor y la torre les proporcionaba refugio.
No hay muchos registros de torres de asedio romanas, pero uno que es anterior al Imperio ha sido detallado. La Helepolis -“Tomadora de Ciudades”- usada en Rodas en el año 305 a. C., tenía 40 m de altura y estaba dividida en 9 pisos. Esa torre podía llevar a 200 soldados, que se mantenían ocupados disparando un arsenal de máquinas de asedio sobre los defensores de la ciudad. Los niveles inferiores de las torres solían contener arietes para golpear las paredes.
Como la altura era la ventaja clave que se buscaba con las torres de asedio, si no eran lo suficientemente grandes, se construían rampas o montículos para aumentar su altura. Las rampas de asedio romanas aún son visibles en el sitio de Masada, escenario de uno de los asedios más famosos de la historia en el 73 o 74 a. C.