L. Carlos Morales, biología, abstracción y la figura humana como excusa

La figura humana como referencia, punto de partida para estructurar un discurso biológico, naturalista, basado en la esencia de lo visible, en la sensualidad de las curvas, en la vertebración del abrazo gestual, buscando una idea de abstracción sustentada a partir de las referencias de una realidad que se presume próxima, pero que nunca acaba de materializarse por completo.

Hay un claro predominio del gesto, de los órganos, de la parte biológica, como base fundamental de su discurso escultórico.

L. Carlos Morales trabaja en una gran diversidad de materiales industriales: bronce, cerámica, fibra de vidrio, madera y piedra. Sus realizaciones en bronce se caracterizan por presentar una gran suavidad formal, con predominio sensual, curvas que se deslizan a través de la materia y abrazan todo lo que está vivo. En este medio material la figura femenina emerge triunfante. Su producción cerámica exhibe un predominio de lo orgánico, formas que son puramente biológicas, buscando la expresividad de la materia, la fortaleza de la propia organicidad.  Mientras que su escultura realizada en fibra de vidrio es más descriptiva, exhibiendo una cierta concesión al detalle. Por su parte la producción de madera es más variada, oscilando entre las formas claramente orgánicas y la abstracción más directa, aunque con una leve inclinación hacia la figura. Su escultura en piedra oscila entre el culto a la figura y una cierta predisposición hacia el asentamiento del detalle. En definitiva, Carlos Morales busca la forma como base de su discurso, potenciando su capacidad de transformar la materia, constituyendo un auténtico canto a la vida, una concesión clara a la existencia entendida como acto vital de lucha por la supervivencia, en la que todos estamos implicados.

Joan Lluís Montané

De la Asociación Internacional de Críticos de Arte

24-ene-2005