La fiesta de San Antonio ha sido (17 enero) la fecha que ha fijado numerosas celebraciones invernales de raíz pre cristiana. Rituales de fertilidad y de purificación, propios del Carnaval, han acabado en muchas poblaciones bajo la advocación de San Antonio. San Antonio vivió entre los siglos III y IV. Su vida, contada por San Atanasio, explica que el santo era un joven de buena familia. Cuando tenía veinte años escuchó, en la iglesia, el pasaje donde se dice: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo, luego ven, sígueme "(Mt 19:21). A continuación, vendió su hacienda, distribuyó el dinero entre los necesitados y se retiró a orar al desierto. La leyenda cuenta también que, en el transcurso de su vida, tuvo que soportar innumerables tentaciones de los demonios, que además, lo castigaron duramente. Las hogueras de San Antonio están hechas, en muchas poblaciones, de leña cortada expresamente para el fuego. Los jóvenes se encargan entre Navidad y mitad de enero de reunir la madera. Muchas hogueras se construyen alrededor de un árbol central, llamado mayo, el cual se ha despojado de ramaje totalmente a excepción de la parte superior. En otros lugares, se añade un muñeco que se sitúa arriba de la hoguera. El fuego es símbolo de purificación y de renovación de la vida. El árbol que centra la hoguera simboliza el árbol de la vida, el eje del mundo, que también ha despegado en muchas poblaciones en la fiesta del primero de mayo. Las hogueras invernales constituyen un ritual de renovación, para propiciar el paso del invierno a la primavera, y de purificación, quemando el mal, representado por el demonio o por un muñeco. Las hogueras de San Antonio tendrían también un significado profiláctico hacia los animales de trabajo o las personas: hacer pasar los animales de tiro o los rebaños entre fuegos es un antiguo rito de purificación-protección presente en muchas culturas. Una de las formas características de construir la hoguera es la llamada barraca, construcción piramidal, con el mayo de eje central y otros troncos o costillas dispuestos en su entorno y rellena de ramaje. Últimamente en algunos lugares parece que la tendencia es ir incorporando figuras y objetos, mas a imitación de las Fallas de Valencia En las poblaciones donde se representa la vida de San Antonio, los demonios intentan quemar el santo sin conseguirlo.
El personaje se queda durante unos minutos bajo el fuego de la barraca.
La hoguera es el centro de la celebración. A su alrededor se reúne la comunidad, se come y se realizan diversas actividades festivas.
El demonio. La presencia de diablos en la fiesta de San Antonio se explica por doscaminos diferentes, que corresponden al doble simbolismo del personaje en la fiesta. El diablo, como el concepto inicial del mal, aparece en la cultura a partir de la necesidad del hombre de explicar las adversidades y las circunstanciasnegativas del entorno natural: riadas, vientos, terremotos o incendios.
Los hechos accidentales, las muertes súbitas, las desgracias son atribuidas a la existencia de una potencia negativa que se convierte, según la formalización que hace cada creencia, en una divinidad o un ser maligno opuesto a la divinidad. Sin entrar ahora en esta formalización, que hacen las religiones más estructuradas y establecidas, hay que ver como las religiones básicamente naturalistas o, por ejemplo, en las tradiciones de muchos pueblos europeos aparecen una serie de seres que cuidan de las fuerzas naturales: pequeñas divinidades que dominan el subsuelo, y se hacen cargo del crecimiento de la vegetación. Regulan la meteorología, un mundo mitológico que se superpone y sirve para explicar los acontecimientos que influyen sobre la existencia cotidiana. Más que buenos o malos en un sentido estricto, estos seres pueden definirse como peligrosos. Como las mismas fuerzas de la naturaleza, su actuación es beneficiosa, pero su acción desatada puede resultar catastrófica. Es la diferencia que hay entre una lluvia benefactora y necesaria y una riada que se lo lleva todo, entre un fuego que es indispensable para la supervivencia, como fuente de luz y calor, y un incendio que todo lo destruye. Estos seres-fuerzas de la naturaleza son asimilados por el cristianismo con los demonios, ángeles rebeldes desterrados al infierno, agentes del mal. Es una identificación que no se consigue, pero, definitivamente. Siglos después, encontramos aún en nuestra tradición popular, y especialmente a las fiestas, toda una serie de diablos que tienen más de representación de genios de la naturaleza que del demonio cristiano esencialmente maligno, al que, por otra parte, ha sido peligroso festejar socialmente. San Antonio es el santo por excelencia que representa el triunfo del cristianismo sobre los antiguos dioses paganos asimilados al demonio.
L. Carlos Morales