EL SOLSTICIO DE INVIERNO
EL SOLSTICIO DE INVIERNO
Antiguamente a los solsticios se les llamaban puertas, puerta de los hombres al del verano y puerta de los Dioses al del invierno.
El solsticio de invierno se produce entre los días 20 y 23 de diciembre en el hemisferio norte y es el momento del año donde el sol alcanza su menor altura en su recorrido aparente por la bóveda celeste.
Por eso, en este día se vive la noche más larga del año. Además, este evento astronómico anuncia la llegada del invierno. Aquí se produce una cosa curiosa durante 3 días, aparentemente el Sol se detiene. Desde el solsticio de verano, los días se hacen más cortos y más fríos. Desde la perspectiva de los que estamos en el hemisferio norte, el sol parece moverse aparente al sur para ser más pequeño y débil, con el acortamiento de los días.
La palabra “solsticio“proviene del latín solis+sistere ("quedarse quieto"), y nos recuerda el instante en el que el Sol llega a su punto más alto en el cielo (desde nuestra perspectiva) y en apariencia parece detenerse para revertir su dirección. Tenemos, particularmente en el solsticio de invierno, el gran símbolo natural de la muerte y el renacimiento.
“En medio del invierno descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible”, escribió Albert Camus.
El momento del solsticio es el memento mori por antonomasia. Pero en la misma muerte está la semilla del espíritu que renacerá en primavera y culminará en el esplendor del solsticio de verano. La luz y la oscuridad no pueden existir la una sin la otra y es posible ver en las tinieblas una luz invencible.
Los Solsticios siempre han representado un misterio y, a la vez, una fecha de gran significado en todas las culturas, tanto que en la actualidad se conocen cerca de 40 fiestas asociadas al Solsticio de Invierno, en culturas tan distantes y dispares entre sí, como inca, maya, babilonia, judía, romana, pakistaní, hindú, celta y muchas más. En todas ellas, el fuego forma parte esencial del ritual de la celebración, como una forma de representar la lucha del hombre en contra de la oscuridad. Se lo asocia con la idea de la renovación y el renacimiento, y es rara la cultura donde no existe la tradición de celebrarlo y muchas manifiestan su respeto por este día erigiendo monumentos, como el de Newgrange, en Irlanda, o el de Stonehenge, en Inglaterra, Machu Pichu o la estudiada urbanización de los pueblos incaicos, en la que el trazado de las calles y casas sigue un orden determinado por los astros.
En Roma alrededor del 17 al 23 de diciembre se celebraban las saturnalias, las fiestas de Saturno, la antigua divinidad de la agricultura, que había ordenado el mundo en la época de oro, en la mítica Arcadia. Estas celebraciones significativamente culminaban con la celebración del Sol Invictus, que coincide con el solsticio. Las festividades constaban de sacrificios y ofrendas en el templo de Saturno (se elegía un hombre que hacía de Saturno y gozaba de todas sus prerrogativas durante las celebraciones para después ser sacrificado), un suntuoso banquete y una ruptura con las normas sociales: se bebía, se comía, se fornicaba y se apostaba, y los esclavos eran liberados………… temporalmente.
Janucá, la festividad judía se celebra el 25 de Kislev (mes del calendario judío) aunque según el calendario Gregoriano cae a finales de noviembre o principios de diciembre. La festividad tiene lugar durante ocho días debido al milagro en el que el candelabro del Templo se encendió durante ocho días seguidos sin tener aceite. Por ello en Janucá se enciende un candelabro de nueve brazos llamado januquiá.
Entre los egipcios este tiempo era conocido como el “Nacimiento de Horus”. Se exponía una imagen sacada del santuario para representar el nacimiento de la Luz y de la Vida. Se había gestado en el Sagrado Lugar, el Argha o Arca, la Matriz del Mundo. Cómo vástago de los dioses, cósmicamente simbolizaba el Sol de Invierno. Esta alegoría fue tomada por los griegos, que también festejaban el nacimiento de Dionisos o Baco un 25 de diciembre, cuando le gestó una Virgen, la Magna Mater. Coinciden en la celebración del solsticio de invierno del Hemisferio Norte (25 de diciembre) el nacimiento de Mitra, dios iraní del cielo y de la luz, tutor de las legiones romanas. Mitra nació milagrosamente dentro de una roca y los pastores fueron los primeros en dirigir sus plegarias al bebé desnudo, cubierto sólo por una gorra frigia. Su nacimiento se celebra bajo la advocación del: natalis solis invictus (Nacimiento del Sol Invicto), ya que coincide con la ascensión solar astronómica solsticial
La tradición hindú los identificaba como el Pitr-Loka y el Deva-Loka cuyo dios del fuego Indra, es adorado entre hogueras y cánticos. En estas mismas fechas, adornan sus casas, preparando piras purificadoras de las que conservarán las cenizas todo el año siguiente, además que por las formas que tienen las llamas y con las cenizas que quedan, los hindús leen el porvenir
En la cultura celta, la festividad del solsticio de invierno recibía el nombre de Yule. El Yule designa el momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para subir de nuevo. También se sacrificaba un cerdo en honor de Frey, dios del amor y la fertilidad, que según sus creencias controlaba el tiempo y la lluvia. Durante la festividad de Yule se quemaba el tronco de Yule, que iba ardiendo lentamente durante todos los días de celebraciones, en honor del nacimiento del nuevo sol. De esa tradición proceden muchas de las costumbres de las celebraciones y adornos de Navidad. Para el druidismo el Yule además significa la época de mayor cantidad de poder energético, ya que toda la energía del anterior ciclo muere y renace de nuevo, por lo que en esta época los rituales mágicos son más numerosos. Las deidades de Yule son todos los dioses solares, deidades madres y la triple diosa (doncella, madre y anciana). Una imagen que de alguna
forma nos recuerda a Jano en ciertas representaciones (pasado presente y futuro).
La adoración Solar ha sido la base de toda expresión religiosa, desde el hombre primitivo se le ha concedido al Sol todo el poder necesario para el mantenimiento de la vida
Antiguamente el hombre ajustaba su existencia a los ciclos de la naturaleza, para vivir en armonía con ella. Por eso es que los solsticios y equinoccios –las cuatro columnas del año solar- eran grandes celebraciones, en las que se rendía culto al Sol a lo largo de las diferentes constelaciones y que daban origen a las estaciones. Estos cuatro puntos simbolizaban los tiempos que marcan la vida en la naturaleza: el nacimiento, el crecimiento, la madurez y la muerte (que lleva a la regeneración).
La mayoría de las religiones antiguas, en realidad eran filosofías naturales, que extraían sus principios filosóficos, sus conductas morales y rituales, de una observación de la naturaleza, y especialmente de los astros. Esto se basaba en un pensamiento analógico que llevaba a un sistema de correspondencias que concebía al hombre y a la naturaleza como espejos del macrocosmos.
…Como es arriba es abajo…
El biólogo Rupert Sheldrake escribe en su libro El Renacimiento de la Naturaleza “Estos ciclos implicaban un complejo sentido de participación
interior directa de los seres humanos no sólo en el mundo, sino también en las energías cósmicas, mediante el ritual, y de los poderes divinos en el mundo, en virtud de su presencia inmanente y transformadora”.
Para entender la especial relevancia que tiene la celebración del Solsticio en Masonería debemos volver a la antigua Roma, a la celebración del Dios Jano representativo del Sol, quien presidía los comienzos, las iniciaciones y el ingreso del Sol en los dos hemisferios celestes.
Así que, la tradición y mitología romana celebraba el Solsticio de Invierno la fiesta del “Sol Invicto”, que representaba la prevalencia del Sol [la Luz, sobre la Noche [La oscuridad, ya que era el inicio del final de la oscuridad sobre la humanidad y el renacer de la vida limitada y adormecida en la época del frío. En el Diccionario Enciclopédico de la Masonería se lee: “Bajo el doble nombre san Juan Bautista y de san Juan Evangelista, patronos de nuestra augusta Orden, los Francmasones celebran dos grandes fiestas anuales, llamadas indistintamente fiestas de san Juan o de la Orden. Estas fiestas, que corresponden a los dos Solsticios, se llaman con más propiedad aún fiestas Solsticiales. Se celebran el 24 de junio y 27 de diciembre que dependiendo del hemisferio en que nos encontremos se denominan de Invierno o de Verano”.
El mito de Jano aparece en las tradiciones iniciáticas de la antigüedad, siendo uno de los símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. Para entender la trascendencia de la adopción de este mito en Francmasonería, hay que tener presente que el mito solar, es uno sobre los cuales gira la simbología masónica, y ya que la Masonería, tiene por misión principal formar moralmente, nada puede ser más efectivo que tomar por patrón y como modelo de sus funciones, el cuadro físico de los fenómenos solares, representando en las Logias el maravilloso Templo que nos ofrece en conjunto la Naturaleza. Por esto, en el interior de las Logias tenemos las imágenes del Sol, de la Luna y de la Bóveda Celeste, sembrada de estrellas
Las Celebraciones al Dios Jano, conmemoraban el comienzo de la nueva vida, del nuevo año y coincidía con el Solsticio de Invierno del Hemisferio Norte. A su vez, se celebraba el comienzo del verano (Solsticio de Verano) en el mes de Junio. En la actualidad ambas fechas han sido reemplazadas, es así que el Solsticio de Invierno hoy en día corresponde al día de San Juan Bautista; y por su parte el Solsticio de Verano corresponde al día de San Juan Evangelista
Es por ello, que los trabajos de la masonería se celebran del mediodía a medianoche. En un sentido esotérico.
Hay que notar que el nombre Juan es similar al de Jano o Janus, el cual significa “PUERTA”. Por eso, los equinoccios y los solsticios fueron llamados la Puerta de los Cielos y de las estaciones y de ahí los dos San Juan, con que los primeros cristianos sustituyeron los antiquísimos mitos paganos del Janus de los etruscos y del Saturno de los frigios y los griegos. Los Solsticios son dos, pero a la vez, uno solo, cada uno representa una Puerta, la de los Hombres en verano (Cáncer) y de los Dioses en invierno (Capricornio). Según René Guénon “…para el profano, la mayor luz se halla en el mediodía o en el solsticio de verano…, para el iniciado, La Gran Luz la encuentra en el solsticio de invierno, pues en su búsqueda interna se ha dirigido hacia el conocimiento del Sol de Medianoche.”.....“En relación con los dos San Juan y su simbolismo solsticial, es interesante también considerar un símbolo que parece peculiar de la Masonería anglosajona, o que al menos no se ha conservado sino en ella: es un círculo con un punto en el centro, comprendido entre dos tangentes paralelas; y estas tangentes se dice que representan a los dos San Juan. En efecto, el círculo es aquí la figura del ciclo anual, y su significación solar se hace, por otra parte, más manifiesta por la presencia del punto en el centro, pues la misma figura es a la vez el signo astrológico del sol; y las dos rectas paralelas son las tangentes a ese círculo en los dos puntos solsticiales, señalando así su carácter de "puntos límite", ya que estos puntos son, en efecto, como los límites que el sol no puede jamás sobrepasar en el curso de su marcha; y porque esas líneas corresponden así a los dos solsticios puede decirse también que representan por eso mismo a los dos San Juan”
Se decía que por la primera de las puertas – de los Hombres - salían las almas de los no iniciados, que después de la muerte habrían de retornar a otro estado de manifestación y que, por la segunda – de los Dioses - las de los que, gracias a la muerte y al proceso iniciático, habían conocido los estados múltiples del ser y las diversas dimensiones del tiempo y el espacio. Por eso la entrada al Templo está entre dos Columnas, B de los Aprendices y J de los Compañeros, formando una Puerta a los iniciados
Jano representativo del ideal iniciático, simboliza la puerta de entrada a la verdadera iniciación e indica perfectamente que en la Masonería tenemos y tomamos nuestros viejos usos y costumbres como Piedra Fundamental del desarrollo de nuestras actividades, pero en lugar de estancarnos viviendo del pasado, debemos y tenemos la obligación de utilizarlas con miras al futuro para ser mejores y hacer mejoras en beneficio de nuestras familias y del mundo.
El mito básico de la Masonería, no está muy lejos de la conjunción “hombre-mito solar” es decir la leyenda de Hiram como versión del mito Solar. Según ella, Hiram el arquitecto de Tiro y experto en trazados, construcción y uso de metales fundidos, era el hombre más sabio de su tiempo. Salomón, que representa la sabiduría del Logos lo escoge como “Maestro de Obras” y le da poderes. Hiram es hijo de una viuda, una mujer sin marido. La madre de Hiram es viuda como la Naturaleza después que muere el Sol, como en el caso de la leyenda de Isis y Osiris, y como cuando la Masonería se queda viuda de Hiram hasta cuando recobre los verdaderos signos, resucite Hiram, vuelva la luz, y se inicie la Orden de la Verdad. El Solsticio de Invierno está presente en este mito.
Como masón considero que estamos lejos de adorar el sol, como fuerza sobrenatural, como deidad o como recuerdo de antiguas religiones. Para nuestra Orden, el sol no es más que uno más de nuestros numerosos símbolos. Nace en el Oriente, de la eterna sabiduría y difunde su luz y calor, necesarios para la vida. En su continuo movimiento influye en el ritmo del día y de la noche, marca el curso de las estaciones, origina el crecimiento de las plantas, condiciona las sociedades humanas, estimula el desarrollo cultural y científico, la vestimenta, la comida, y las costumbres sociales. La presencia del astro solar está en todo lo que llamamos cultura.
Al celebrar los solsticios, nuestra Orden nos recuerda la estrecha relación que existe entre el ser humano y la naturaleza. El Sol rige el comportamiento del hombre y su entorno y es por eso, que en esta fiesta Solsticial celebramos el inicio de una nueva etapa de nuestra vida. Con el Solsticio de Invierno la Naturaleza se prepara para renacer, y con el de verano germina la semilla que el hombre sembró en tierra fértil y que durante el invierno se dedicó a trabajar. Con el Solsticio, el Masón debe aparecer poco a poco en aquella piedra libre de aristas que durante todo el año se dedicó a desbastar...... Y en un sentido más personal, le da a nuestra joven Logia luz y esperanza, ya que el Solsticio de Invierno, representa el triunfo de la Luz sobre la Oscuridad en una época de frio, y carencia espiritual, otorgándonos Esperanza
M.·.M.·. L, Carlos Morales
"Nada gratifica más al final del camino, que haber empleado la vida construyendo verdades."