La Igualdad
La Igualdad
Aun formando parte de la más conocida divisa de la masonería, o quizá precisamente por ello, parece que no le damos el valor o el tiempo de estudio que merece
Generalmente se suele admitir que tal lema tiene su origen en la Revolución Francesa, pero la historia es mucho más compleja, pues ya en 1699 esas ideas de Libertad Igualdad y Fraternidad aparecen en “Las Aventuras de Telémaco” de François Fenelon, una obra en clara oposición y critica a las políticas absolutistas de Luis XIV. Por todo esto, y como suelo hacer cuando no tengo algo claro (o sea casi siempre) recurro al diccionario de la RAE, que dice:
Igualdad
1.- “Conformidad de una cosa con otra ennaturaleza, forma, calidad o cantidad”.
2.- “Correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que uniformemente forman un todo”….
Esta segunda acepción es realmente gráfica y podría estar suscrita por cualquier masón… “Muchas partes que uniformemente forman un todo”…..(Unión de lo disperso).
En el camino que lleva a la Luz, no hay diferencia, entre hombres y mujeres, todos en condición de libres y de justos, aspiramos a alcanzarla, y a descubrir esa piedra oculta. En ese camino de luz y sombras, todos somos iguales. Las condiciones del mundo profano, la cuna donde hemos nacido, nuestro sexo, raza, nuestras políticas, nuestra religión… todo queda fuera del Templo.
Nos mostramos a nuestros hermanos tal y como somos, despojados de nuestros metales nos situamos en igualdad ante la Luz, y todos nos dedicamos a pulir la piedra bruta, cada uno a su manera, pero nadie por encima de otro. No nos postramos ante nadie y a nadie rendimos pleitesía; ninguno es superior a los demás y no nos sometemos a ningún condicionamiento porque somos libres… pero también porque somos iguales.
En Logia, los Masones actuamos como una sola unidad, lo hacemos bajo una igualdad de condiciones, todos con origen en el mismo Principio como seres. Para potenciar esa condición, es necesario mantener una cierta etiqueta, entendiendo que un acto de etiqueta, es el que no puede dejarse al libre albedrío, como por ejemplo, la vestimenta, el orden de palabra, o los desplazamientos.
El hábito es la forma visible, un símbolo exterior de la actividad espiritual. Con el hábito nos identificamos con un grupo característico: el clero, el ejército, la masonería… Suprimirlo en cierta forma es renegar de tal pertenencia.
Existen diferentes formas de entender la igualdad, dependiendo de las personas, de la situación social particular y del momento histórico. Por ejemplo, la igualdad entre personas de diferente sexo, igualdad entre personas de distintas razas, igualdad entre personas migrantes, discriminadas respecto de las oportunidades de empleo y de su acceso a la educación.
La historia nos ha demostrado, desde antes de la Edad Media, cómo la Igualdad se consideró un valor moral siendo motivo de discusión por los dirigentes sociales y políticos. Escritores, poetas, y filósofos, dedicaron su tiempo y trabajo a propagar la Igualdad, educando a la sociedad y protestando contra la aristocracia cortesana de los reyes de Europa. Más tarde en el siglo XVIII, o Siglo de las luces, la corriente del Iluminismo, movimiento espiritual, intelectual y cultural (no confundir con la doctrina, opinión o visión de los iluminados) se centró en ser una bandera de denuncia frente a la opresión de la nobleza en Europa. “Los hombres proceden de la misma naturaleza, y todos son iguales a la luz de la razón, con iguales derechos que deben ser respetados.”Rousseau ya nos recordaba en El contrato social “Si se busca en qué consiste el bien más preciado de todos, que ha de ser objeto de toda legislación, se encontrará que todo se reduce a dos cuestiones principales: la libertad, y la igualdad, sin la cual la libertad no puede existir”.
El hombre sólo ha conocido tres formas de producción: el esclavismo, el servil vasallaje feudal y el trabajo proletario industrial. En ninguno de ellos está presente la igualdad material, ni se dan las condiciones para tender a ella. En nuestros días estamos inmersos en eso llamado Globalización, que dice defender la libertad e igualdad de los hombres, en la Tierra. Pero esconde ese contrasentido, de que los países ricos, queman alimentos para que no baje el precio, quitando a los más débiles lo necesario para sobrevivir.
Todos hemos aplaudido la llegada de la Sociedad de la Información que con su nueva tecnología se dirige a todos los pueblos del planeta. Hemos creído que esas macro- empresas estaban al servicio de la información, que se traduciría en Libertad. Se creía que la Edad Digital iba aportar Igualdad entre las personas…...pero nos dejamos fuera a los pobres.
Así vemos que la igualdad se ha ido ajustando a la idea de justicia y también identificándola con el igualitarismo. De lo que se trata hoy, es de vivir como iguales, reconociendo la singularidad de cada cual. Esto, hizo que incluso la izquierda política prefiriese hablar de equidad y no de igualdad.
Yo creo que hay que hablar de igualdad, pero entendiéndola como relación social y no como distribución igualitaria. Se ha hecho necesario circunscribir la igualdad, a la igualdad de oportunidades. Pero nos dirigimos a que esto se convierta en una forma de aceptar la desigualdad. Al desaparecer la meta de los
igualitarismos, que únicamente cambiaron el color del totalitarismo, y tras el fracaso las utopías igualitarias, sólo sobrevivió la idea de la igualdad de oportunidades y se persiguió durante muchos años el llamado estado de bienestar. Esto solo es posible, siempre y cuando podamos entenderla como solidaridad y redistribución, para lo que es necesaria una base moral cada vez más lejos Tomemos conciencia de que hoy en día atravesamos una crisis económica, y sobre todo social y de valores, en la que, la solidaridad resulta imprescindible, si no nos damos cuenta de esto nos enfrentamos a catástrofes imposibles de superar. El gran problema de la desigualdad de la sociedad moderna, es el hecho de qué es una sociedad de individuos. Pero esos individuos deben formar una sociedad todos juntos, en la que quieren tener éxito cada uno en su vida individual, y quieren ser reconocidos por lo que son, y por lo que hay de particular en ellos. Eso implica construir el Orden social con esas singularidades y ofrecer un marco común. Y vemos que, precisamente, ese marco común es el que falta, así que, ante esa demanda de singularidad sólo se satisface con un individualismo galopante, espoleados por los medios de información..… o lo que sean. Ese es el problema del individuo que está en el centro de la llamada modernidad. Desde, finales del siglo XIX con la Independencia Norteamericana y la Revolución Francesa, ya estamos en una sociedad de individuos. El desarrollo del capitalismo creó la clase obrera y el partido de clase. Era una sociedad de individuos. Hoy esas formas ya no existen, porque lo que acerca a la gente no es el hecho de que las personas compartan una condición, sino también que comparten trayectorias y situaciones. Es necesario hoy otra forma de recomponer el lazo social.
Si queremos dar un nuevo sentido a la igualdad, será necesario entenderla no como una redistribución de las riquezas, sino como una relación social en sí misma. Entonces comprenderemos, que necesitamos que en la sociedad haya redistribución y tambiénsolidaridad, pero para esto es preciso que antes tengamos el sentimiento de que pertenecemos a un mundo común. John Stuart Mill, proponía como ejemplo la relación entre hombres y mujeres, y decía: “la igualdad entre el hombre y la mujer no consiste en que sean los mismos o en que se parezcan; la igualdad consiste en que vivan como iguales”. Ése, es el problema de nuestra sociedad, no vivimos como iguales. Hay gente que vive en barrios cerrados, en sus caserones rodeado de alambres y alarmas mientras que otros viven en la pobreza bajo cartones. No vivimos como iguales porque cada vez hay menos espacios públicos. Estamos en sociedades que están encerradas en sí mismas, y no en sociedades donde debería haber un mundo común. Pero ese mundo común no se puede construir si las diferencias económicas entre los individuos son enormes, no se puede hacer un mundo común si no hay respeto por las diferencias y si no jugamos todos con las mismas cartas. Si nos fijamos en las utopías de los siglos XVIII y XIX, toda la visión de igualdad está basada en la idea de homogeneidad, o sea, todo el mundo tiene que parecerse. Para esos utopistas, era una idea fundada sobre el hecho de que todo el mundo se parecía, y que todos trabajaban en un mismo marco. Fue lo que se llamó igualdad de cuartel, o la igualdad de la uniformidad. Esa visión correspondió a una época necesaria en su momento, aunque felizmente pasada. Pero, ¿quién quiere hoy una igualdad así para todos, o una igualdad que niegue las diferencias entre individuos? Esa utopía no quería diferencias entre los individuos, querían que todo el mundo viviera al mismo ritmo. Creo que la emancipación humana pasa hoy por la idea que cada persona sea reconocida por lo que es de diferente a los demás. Por eso, la igualdad no puede ser solo la uniformidad. Incluso reconocidos masones, alguna vez han sembrado dudas sobre su aceptación de la Igualdad. Albert Pike se refirió a la Gran Logia Prince Hall, formada por personas de raza negra, diciendo que es una Masonería tan regular como cualquier otra... ¿O PODRIA SER DE OTRA FORMA¿ dando origen a una política de segregación entre masones y blanqueando un racismo imperante en ese mismo tiempo y lugar. Oswald Wirth dijo: “Siempre se ha entendido que nadie pierde su dignidad, una vez en Logia. El gran señor sigue siendo lo que es, lo mismo que el monarca; pero, revestidos con las insignias masónicas, todos los hombres son iguales”… me recuerda a Serrat… vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza, y el señor cura a sus misas… No somos iguales como masones. La única igualdad que existe es la igualdad de todos los seres humanos en un sentido total, dejando aparte las limitaciones propias de la naturaleza humana. Y solo en ese sentido hay un límite. Actualmente la Francmasonería reconoce que todos los hombres han nacido iguales y, por lo tanto, cree que no debe existir ninguna diferencia entre el que manda y el que obedece, entre el que produce y el que consume, entre el que paga y el que cobra; uno y otro están formados por el mismo Principio Creador y por la misma materia. Todos somos viajeros que salimos del mismo punto para llegar al mismo sitio…aunque por caminos distintos. Hemos de respetar la posición y las creencias de todos los hombres; prescindiendo de su raza y nacionalidad. El Masón es un Hombre libre y de buenas costumbres, nunca debemos olvidarnos de eso. Vivamos la masonería no solo en las Tenidas, especialmente en el mundo profano. Ser Masón es un trabajo a jornada completa, y recordemos…que el mandil no nos hace masones.
M.·.M.·. L. Carlos Morales