Capítulo 1: La urgencia de la adaptación
LA URGENCIA DE LA ADAPTACIÓN
El cambio climático definirá el futuro de las comunidades del mundo entero. Responder a impactos climáticos tan diversos como unos patrones de precipitación alterados, fenómenos meteorológicos más frecuentes o extremadamente intensos o la subida del nivel del mar supondrá un auténtico desafío para los responsables de tomar decisiones en los gobiernos y en todos los sectores de la economía. ¿Qué medidas se deberían tomar para proteger las infraestructuras vitales, tales como carreteras, presas y fábricas, o para garantizar la seguridad de las viviendas, tanto ya construidas como de futura construcción? ¿Qué políticas se deberían adoptar o qué inversiones se deberían hacer para favorecer la adaptación de la agricultura a los cambios en las precipitaciones y en la temperatura y asegurar así el abastecimiento de alimentos en el ámbito local? ¿Cómo se deberían gestionar ecosistemas tan vulnerables como bosques o arrecifes de coral para que conserven los servicios vitales que prestan y los medios de vida que sustentan?
Las decisiones que se tomen para resolver estas cuestiones influenciarán la trayectoria del crecimiento y desarrollo de las comunidades y naciones en los próximos años. Sin embargo, estas decisiones no suelen ser claras ni concisas, y suelen generar polémica. Su dificultad reside en la complejidad de los sistemas naturales y las economías nacionales, la incertidumbre inherente a las previsiones sobre los impactos climáticos y la diversidad de grupos de interés a los que estas decisiones deben servir. Así pues, no sorprende que muchos gobiernos no estén seguros de cómo enfocar las decisiones relacionadas con esta adaptación de forma que respondan eficaz y equitativamente tanto a los problemas medioambientales como a los sociales y económicos.
Recursos Mundiales se ocupa de la dificultad y la necesidad urgente de la toma de decisiones de adaptación. Analiza las prácticas actuales de toma de decisiones, reconociendo el desafío que supone anticipar y responder a los riesgos que plantea el cambio climático tanto a corto como a largo plazo en las políticas y planes nacionales. También se centra en cómo los gobiernos nacionales, especialmente los de los países en vías de desarrollo, pueden adaptarse al cambio climático integrando los riesgos climáticos en sus prácticas actuales en un esfuerzo por aumentar la resiliencia de sus comunidades y ecosistemas. Esta edición de
Recursos Mundiales examina cinco elementos clave para una toma de decisiones de adaptación exitosa:
Participación ciudadana ¿Cómo se puede favorecer la comprensión, el apoyo y la participación de la población en el proceso de adaptación?
Información relevante para las decisiones ¿Qué tipo de información se necesita para promover la comprensión pública y el apoyo a las políticas firmes, y dirigir un proceso de adaptación con éxito? ¿Cómo debería recopilarse y divulgarse esta información?
Diseño institucional ¿Cómo se deberían modificar las estructuras, las comisiones, los procesos de los organismos gubernamentales y otras instituciones relevantes para planificar y apoyar la adaptación climática de forma más eficaz?
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Herramientas para la planificación y creación de políticas ¿Qué herramientas de planificación, evaluación y análisis tienen a su alcance los responsables de tomar decisiones para comprender mejor los riesgos climáticos y la vulnerabilidad, y decidir así entre las opciones de adaptación disponibles?
Recursos ¿Qué recursos financieros, humanos, ecológicos y sociales se necesitarán para desarrollar y llevar a cabo con éxito planes de adaptación, políticas e iniciativas?
Para informar del estudio de estos cinco aspectos cruciales para la toma de decisiones de adaptación, Recursos Mundiales ha llamado la atención de líderes de todo el mundo sobre la importancia de informarse sobre los esfuerzos que ya se están realizando para combatir el cambo climático. Más de 100 expertos en adaptación, funcionarios públicos, profesionales de distintos sectores y representantes de la sociedad civil de más de 30 países han participado en este proyecto, una de las mayores colaboraciones hasta el momento, destinado a constituir una lección decisiva para reforzar y aumentar los esfuerzos de adaptación. El informe completo está disponible en www.worldresourcesreport.org y contiene un extenso archivo con más de 50 artículos y comentarios especializados, así como los procedimientos de varios ejercicios de simulación y debates sobre la toma de decisiones. Estas aportaciones conforman el núcleo del análisis y la orientación aquí presentados. Además, 12 estudios de caso realizados en diversos lugares del planeta ilustran muchas de las conclusiones del informe y ejemplifican las propuestas, políticas y prácticas más innovadoras.
La urgencia de la adaptación
El interés por la adaptación a los impactos del cambio climático ha surgido en los últimos años, impulsado tanto por los avances en la ciencia climática como por los fenómenos que han tenido lugar en el planeta. El mundo ha presenciado recientemente una serie de fenómenos meteorológicos tan extremos que están al límite de la experiencia del hombre moderno. Durante el verano de 2010, Pakistán sufrió la inundación de una quinta parte de su territorio. Esta catástrofe afectó a 20 millones de personas, inundó miles de colegios y centros de salud y destruyó 2,2 millones de hectáreas de cultivo. Prácticamente al mismo tiempo, una ola de calor histórica en Moscú y sus alrededores provocó más de 10.000 muertes y grandes incendios en turberas y bosques. Cerca de un tercio de la producción de cereal de Rusia se perdió, lo que trajo como consecuencia una subida de los precios en el mundo entero. A principios de 2011, una inundación producida por lluvias torrenciales anegó en Australia una superficie equivalente a la de Francia y Alemania juntas, mientras que en Brasil las fuertes lluvias desencadenaron deslizamientos de tierra que acabaron con la vida de más de 600 personas, uno de los desastres mundiales más mortíferos registrados en este país.
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La preparación y respuesta frente a los desastres y fenómenos extremos es una capacidad nacional crucial, especialmente en un clima cambiante, en el se prevé que la intensidad o la frecuencia de eventos como olas de calor o fuertes precipitaciones aumente en muchas regiones.1 Sin embargo, el cambio climático requerirá más acción por parte de los gobiernos, la sociedad civil y los donantes a medida que los cambios a largo plazo vayan transformando los ciclos y sistemas globales. Los glaciares del mundo entero ya se están derritiendo,2 y a una velocidad superior a la de los últimos 5000 años.3 Brasil, por ejemplo, ha experimentado lluvias torrenciales en invierno durante cuatro años seguidos, así como las dos peores sequías de los últimos cien años en la cuenca occidental amazónica,4 concentradas en un periodo de cinco años. Todo esto apunta a que este patrón meteorológico podría convertirse en lo “normal" en este país en un corto periodo de tiempo. China se enfrenta a la sequía más larga de los últimos 60 años, que pone en serio peligro sus cultivos de trigo.5 El cambio climático amenaza con alterar tanto la estructura como la función de los ecosistemas, transformando así la existencia de cientos de millones de personas que dependen de estos medios de vida, esenciales en gran parte del planeta.
Existe una gran incertidumbre sobre la forma en que se desarrollarán algunos impactos climáticos, lo que complica la respuesta de los gobiernos nacionales. Por ejemplo, las previsiones de precipitación en Ghana para 2050 van desde un aumento del 49% hasta un descenso del 65% respecto a los niveles de 2010, lo que supone un gran reto en la planificación de sectores como la agricultura y la generación de energía hidráulica.6 Sin embargo, la incertidumbre no puede convertirse en una excusa para la pasividad. Al contrario, en un futuro próximo, tanto la planificación de los riesgos climáticos como la adaptación a los mismos deberán convertirse en prioridades para los gobiernos nacionales, que tendrán que prestar una especial atención a los miembros más vulnerables de la sociedad. (Véase el Mapa 1.1)
Aunque esta perspectiva parezca desalentadora, ya sabemos mucho sobre las acciones que pueden favorecer el desarrollo y aumentar la resiliencia al cambio climático. Muchas son opciones que, con un presupuesto bajo, consiguen mejoras considerables, y que podrían ser elegidas por los gobiernos y los donantes por motivos de mayor importancia. Un ejemplo de este tipo de opciones es la plantación de mangles: es un pequeño acto que no sólo ayuda a rehabilitar la pesca, sino que a la vez favorece la protección de la costa. Otras acciones requerirán considerar las opciones de desarrollo desde el punto de vista climático. Por ejemplo, los encargados de la planificación urbanística podrían optar por expandir las ciudades costeras hacia el interior en lugar de hacerlo a lo largo de la costa.
La forma en que los gobiernos tomen estas decisiones es crucial para el bienestar tanto de nuestra generación como de las venideras. El mundo será diferente en un clima cambiante, y los gobiernos deben ser capaces de responder con eficacia y equidad, y conseguir involucrar a las comunidades y proteger a los más vulnerables.
Los desafíos de la planificación y el desarrollo de políticas
Una toma de decisiones de adaptación eficaz requerirá un cambio importante en la forma en que la mayoría de los gobiernos planifican hoy en día los riesgos relacionados con el clima. Los países deberán no sólo mejorar su capacidad de prever los fenómenos climáticos extremos y reaccionar ante ellos, sino también planificar sus acciones en función de la variabilidad climática local y regional, como patrones del monzón alterados, y los cambios climáticos a largo plazo, como la subida del nivel del mar. El efecto combinado de estos cambios físicos profundos podría impactar a una gran parte de la población.
Aunque los científicos han ampliado enormemente nuestro conocimiento sobre los impactos climáticos, los riesgos que plantea el cambio climático todavía se deben integrar sistemáticamente en el desarrollo de políticas, planes, prácticas e inversiones. Este informe sostiene que es imprescindible que los donantes y los gobiernos comiencen a incorporar los riesgos climáticos en el desarrollo económico y en los procesos en curso de planificación y desarrollo de políticas, especialmente en sectores como el desarrollo urbanístico, la planificación costera, la agricultura, la gestión del agua, la explotación forestal y la producción de energía eléctrica.
La incorporación de los riesgos climáticos en los procesos de toma de decisiones es necesaria para combatir los impactos que afectan al bienestar del ser humano, a la diversidad de especies y a funciones cruciales desempeñadas por sistemas físicos, hidrológicos y ecológicos. Además, si los planes y políticas no se encargaran de esto, los gastos de los gobiernos y los donantes destinados específicamente a fomentar el desarrollo podrían resultar menos efectivos y no lograr sus objetivos.
En Pakistán, por ejemplo, costaría cientos de millones de dólares reconstruir las infraestructuras y medios de vida que se financiaron con la ayuda para el desarrollo de las regiones rurales pobres y que las inundaciones de 20120 destruyeron de un día para otro. Tener en cuenta los futuros riesgos climáticos en el diseño y construcción de las nuevas infraestructuras será indispensable para conseguir los objetivos de desarrollo presentes y futuros.
Además, mientras que la preparación para los desastres suele ser el primer paso para combatir el cambio climático, una planificación y creación de políticas de adaptación centrada en las necesidades urgentes a corto plazo y las respuestas de emergencia corre el riesgo de fracasar en la preparación para los impactos a largo plazo, como los cambios graduales en la superficie glacial o la subida del nivel del mar, cuyos efectos probablemente sean incluso más devastadores en la agricultura, el suministro de agua y los asentamientos humanos.
Aunque el tema central de este informe es la adaptación al cambio climático, es importante señalar que su mitigación es también un elemento esencial para una adaptación exitosa. Como muestra el Cuadro 1.1, el mundo está avanzando rápidamente hacia un mañana más cálido, lo que hace necesario unos esfuerzos de mitigación considerables. Los gobiernos deben actuar juntos para reducir de manera rápida y eficaz las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero. Sin tales esfuerzos para reducir estas emisiones, algunos objetivos de adaptación estarán fuera de nuestro alcance a medida que los impactos aumenten con cada grado de temperatura adicional. Mantener los esfuerzos de adaptación dentro de un límite factible a través de la mitigación es por tanto un punto de referencia indispensable para que los países tengan éxito en su toma de decisiones de adaptación.
La toma de decisiones de adaptación
En los países en vías de desarrollo, que son los que probablemente se lleven la peor parte de los impactos, el desafío del cambio climático se suaviza de alguna manera por el hecho de que, en muchos casos, las prioridades de adaptación y desarrollo están bien alineadas. Una forma de ver la relación entre adaptación y desarrollo es imaginar que existen en el mismo proceso continuo.12Por un lado, las actividades de desarrollo tradicionales que no guardan una relación directa con el clima pueden seguir reduciendo la vulnerabilidad y el cambio climático. Por ejemplo, una estrategia de desarrollo que aumente los ingresos de las comunidades pobres también aumenta la resiliencia y permite a los individuos responder a los cambios climáticos más fácilmente.
Por otro lado, algunas actividades responden directamente a los efectos del cambio climático y tienen muy poco que ver con el desarrollo. Un ejemplo sería la construcción de un dique marítimo de contención para protegerse ante la subida del nivel del mar. Muchos otros ejemplos están en medio de estos dos extremos, en un punto en el que los planes o actividades de desarrollo tendrán que incorporar los riesgos climáticos y la vulnerabilidad de los afectados.
Además, algunos países y comunidades en vías de desarrollo ya están empezando a integrar los riesgos climáticos tanto a corto como a largo plazo en el desarrollo nacional y en la planificación y creación de políticas para los diferentes sectores.
Sin embargo, mientras que los impactos del cambio climático ya están aquí, la toma de decisiones de adaptación todavía está en pañales. Los estudios de caso de este informe muestran ejemplos tempranos de la integración de los riesgos climáticos en las políticas y prácticas, así como las lecciones que hemos aprendido hasta el momento (véase la Tabla 1.1). Bangladesh, por ejemplo, ha comenzado con cierto éxito a centrarse en la preparación ante los desastres en lugar de sólo en su mitigación, y lo ha hecho mediante el desarrollo de sistemas de alarma pioneros y programas de educación. Mongolia ha establecido un sistema de compensación innovador para los agricultores gracias a los seguros ganaderos basados en índices, que proporcionan una amortiguación financiera frente a los fenómenos extremos. Vietnam y China han emprendido iniciativas para restaurar paisajes naturales y poder así combatir las inundaciones provocadas por el cambio climático. Los gobiernos de Malí, Namibia e Indonesia han desarrollado sistemas para mejorar el intercambio de información relevante para la toma de decisiones entre los gobiernos nacionales y las comunidades locales que se enfrentan a cambios en los patrones meteorológicos estacionales.
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El cambio climático definirá el futuro de las comunidades del mundo entero.
La forma en que los gobiernos tomen estas decisiones es crucial para el bienestar tanto de nuestra generación como de las venideras.