APUNTES EN UNA NOCHE DE SOPOR

La tercera novillada de abono en la Maestranza comenzó siendo insoportable, pero ni mucho menos por el contenido que se estaba viendo, sino por el calor aplastante que estaba asentado en la plaza de toros de Sevilla. Dos retornos y una repetición.

El tópico de la dificultad para triunfar en el toreo se desmonta fácilmente cuando uno de los factores fallan y, en este caso, no cayó en gracia el héroe que se pone delante. El primer utrero de Jose Luis Pereda fue extraordinario hasta que aprendió. Tuvo ritmo, casta y nervio, pero la firmeza de Santana Claro sólo se quedó en eso. No hubo entendimiento. El precioso burraco que hizo cuarto tardeó en cada embestida y, además, hizo gala de su mansedumbre también. La actitud del novillero quedó empañada por su propia tardanza a la hora de dirigirse a por la espada y le sonó el aviso.

La intrahistoria del segundo capítulo estaba en tragarle a un animal que marcaba muchos los adentros. Para sorpresa del respetable, se vio a un Jesús Álvarez más que solvente con él tras varios años sin hacer el paseíllo en esta oportunidad que le brindó Pagés tras la huelga de hambre que realizó en la Puerta del Príncipe. El animal se paró pronto y se puso correoso. Saludó una ovación tras una buena estocada. Para abrir boca en el quinto, Juan Márquez colocó dos sensacionales pares de banderillas y saludó montera en mano como mandan los cánones. Se puso Jesús Álvarez como si su oponente fuera bueno siendo éste todo lo contrario. Te descolocaba cuando te cruzabas en la segunda embestida, por lo que nunca se podía torear ceñido. Dejó importancia cuando pudo hilvanar algún muletazo pero la noche no despegó con este trasteo tampoco.

Marcaban las diez cuando el tercero, un utrero apretado y fuerte, apareció por toriles marcando su mansedumbre sin mucho tardar. Una catarata de embestidas irregulares y con un abanico de inercias descompuestas. Manuel Diosleguarde lo intentó en todo momento pero por muchos fogonazos de posibilidad que hubiera aquello nunca terminó de tomar vuelo. El sexto fue un manojo de nervios que puso en jaque a toda la cuadrilla, pero antes el piquero recibió una soberana pitada por ensañarse con el animal. No tuvo opción alguna el salmantino.

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

17ª del abono maestrante.

Novillos de José Luis Pereda, ben presentados pero desiguales. Mansos 3°, 4° y 5°, bueno el 1° y difícil el 2°.

Santana Claros: silencio y ovación con saludos tras aviso.

Jesús Álvarez: ovación con saludos y ovación con saludos.

Manuel Diosleguarde: ovación con saludos y palmas.

Saludó en el tercero Elías Martín y Juan Márquez en el quinto.