Por: César Coloma Porcari
Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo
La independencia de las naciones latinoamericanas
la gestó Don José Gabriel Túpac Amaru Inca,
el gran Precursor de ésta,
el 4 de noviembre de 1780,
en el Cuzco.
Este magno movimiento independentista sacudió las estructuras del poder colonial español y en su nombre se produjeron, más tarde, varios levantamientos y revueltas en distintos lugares del Continente. Todos invocaban a Túpac Amaru, el Inca Rey del Perú, en sus luchas. Luego del suplicio del Inca, fue consolidándose la idea de la independencia y ya en la década de 1820, era ésta realidad irreversible en Latinoamérica.
Chabuca Granda, la gran artista peruana, el año 1959, compuso la nueva Estrofa del Himno Nacional. En ella reconocía a nuestro Inca Rey: “Gloria enhiesta en milenios de historia / fue moldeando el sentir nacional / y fue el grito de Túpac Amaru /el que alerta, el que exige / el que impele hacia la libertad” (César Coloma Porcari: “Chabuca Granda y el Himno Nacional”, en “Caretas” N° 1884, Lima, 27 de julio de 2005, pp. 56-58).
El Dr. Boleslao Lewin
Debemos recordar que el Perú está en deuda con uno de los más grandes estudiosos de los orígenes de la Independencia hispanoamericana, el Dr. Boleslao Lewin. Este investigador, desde la década de 1930, se dedicó al estudio de la memorable gesta de Don José Gabriel Túpac Amaru Inca. Publicó varios libros sobre este tema, los cuales son muy conocidos en los círculos académicos de todo el mundo.
El Dr. Lewin, judío-polaco-argentino, nació en Lodz (Polonia) en 1908 y falleció en Buenos Aires (Argentina) en 1988. En 1936 se estableció en esa ciudad, en donde destacó por sus notables investigaciones históricas. Por esta razón le fue otorgado el grado de Doctor Honoris Causa.
El Dr. Alberto Tauro del Pino, al referirse al Dr. Lewin, afirma que “Son sus principales obras ‘Túpac Amaru el rebelde. Su época, sus luchas y su influencia en el continente’ (1943); considerablemente ampliada en ‘La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la emancipación americana’ (1957), que lo hizo acreedor al Premio Ricardo Rojas; y para favorecer el conocimiento popular de aquella gesta, la resumió en ‘La insurrección de Túpac Amaru (1963), que ha sido vertida al japonés, el alemán y el checo” (“Enciclopedia ilustrada del Perú”, Lima, Peisa, Empresa Editora El Comercio S. A., 2001, t. 9, pp. 1456-1457).
El Grito de Tinta
La obra más conocida del Dr. Lewin es “La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la emancipación americana” (Buenos Aires, Librería Hachette S. A., Talleres Gráficos J. Hays Bell S. A., 1957). En ella (pp. 418-419) registra que “La sublevación de Túpac Amaru fue la rebelión política –también social– más grande en la historia colonial de América. Como un vendaval terrible, ella conmovió los cimientos del edificio español en las Indias y constituyó el jalón más importante en el camino hacia la independencia de Hispanoamérica”. Más adelante (p. 748) afirma que fue “la rebelión de Túpac Amaru, el más importante movimiento precursor de la libertad americana”.
Este gran historiador peruanista, en la obra mencionada (pp. 449-450), recuerda que la gran rebelión se inició con el memorable Grito de Tinta: “El 4 de noviembre [de 1780] es la fecha del comienzo del estallido revolucionario que conmovió los cimientos más profundos del edificio español en las Indias y fue el jalón más importante en el camino hacia la independencia de Hispanoamérica”. Y agrega que “el 4 de noviembre Túpac Amaru da comienzo a la rebelión”.
La libertad para los esclavos
Don José Gabriel Túpac Amaru fue el primer gobernante, en la historia latinoamericana, que ordenó la libertad de los esclavos africanos. El Dr. Lewin, en la obra indicada (p. 403), reproduce el conocido como “Bando de Libertad de los Esclavos”, suscrito por Don José Gabriel en el Santuario de Tungasuca, el 16 de noviembre de 1780, “cuyo texto, muy significativo por contener la promesa de otorgar la libertad a los esclavos, fue conocido no hace mucho”.
Esta norma legal promulgada por el Inca Rey fue tácitamente derogada luego de su captura y ejecución. Por ello hubo que esperar setenta y cuatro años para que se convirtiera en norma legal definitiva, promulgada por el Mariscal Ramón Castilla, Presidente Provisorio de la República. Por Decreto Supremo de 3 de diciembre de 1854, subscrito en Huancayo, Castilla dispuso la libertad de los esclavos del Perú, con la única excepción de los partidarios de su enemigo el General José Rufino Echenique (Paul Pradier-Foderé: “Compendio de Derecho Político y Economía Social”, 3ª ed., Lima, s.p. de i., 1870, pp. 232-234).
La primera Batalla de la Independencia latinoamericana
Una fecha que debe ser recordada con fervor patriótico es el 18 de noviembre de 1780. Ese día tuvo lugar la Batalla de Sangarará. Esta fue la primera batalla por la independencia de Latinoamérica. En ella los patriotas, comandados por el Inca Don José Gabriel Túpac Amaru, vencieron a los españoles. Debido a esta razón, el 18 de noviembre es el verdadero Día de las Fuerzas Armadas del Perú.
Afirma el Dr. Alberto Tauro del Pino (op. cit., t. 15, p. 2374), que “Durante la gran revolución indígena que acaudillara José Gabriel Túpac Amaru, libróse la más importante acción de armas en las inmediaciones del pueblo de Sangarará (18-XI-1780). Después de seis horas de duro combate, las fuerzas rebeldes vencieron a los realistas, comandados por Fernando Cabrera y Tiburcio Landa, corregidores de Quispicanchi y Paucartambo; pero el caudillo rebelde no supo aprovechar su victoria y retrocedió a Tungasuca a pesar de tener entonces libre vía hacia el Cuzco”.
El Acta de la Independencia de América
En el Santuario de Tungasuca, el 18 de marzo de 1781, tuvo lugar la proclamación del Inca Rey de toda Hispanoamérica (Luis Antonio Eguiguren: “Guerra Separatista. Rebeliones de indios en Sur América. La sublevación de Túpac Amaru”, Lima, Imprenta Torres Aguirre, 1952, t. I, pp. 361-362). Por ello, Don José I es, además del gran Precursor de la Independencia, el verdadero iniciador de la integración latinoamericana. El documento original es el siguiente:
“Dn. Josef Primero, por la gracia de Dios Ynga rey del Perú. Santa Fe, Quito, Chile, Buenos Ayres y Continentes de los Mares del Sur, Duque de la Superlativa, Señor de los Césares y Amazonas con dominio en el Gran Paititi, Comisario Distribuidor de la Piedad Divina, etc.
“Por cuanto es acordado por mi Consejo en Junta prolija por repetidas ocasiones, ya secreta y ya pública, que los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables Gabelas, Tributos, Sisas, Lanzas, Aduanas, Alcabalas, Estancos, Catastros, Diezmos y Quintos, Virreyes, Audiencias, Corregidores y demás Ministros, todos iguales en la tyranía, vendiendo la Justicia en Almoneda, con los escrivanos de esta fe, a quien más puja, y quien más da, entrando en esto los Empleos Eclesiásticos y Seculares sin temor de Dios, estropeando como a bestias a los Naturales de este Reyno; quitando las vidas a solo los que no supieren robar; todo digno del más severo reparo. Por eso, y por los clamores que con generalidad han llegado al cielo:
“En el nombre de Dios Todopoderoso ordenamos y mandamos que ninguna de las personas dichas se pague ni se obedezca en cosa alguna, a los Ministros Europeos intrusos, y solo se deberá tener todo respeto al Sacerdocio, pagándoles el Diezmo y la Primicia, como que se da a Dios inmediatamente, y el Tributo, y el Quinto a su Rey y Señor Natural, y esto con la moderación que se hará saber, con las demás Leyes que se han de observar y guardar.
“Y para el más pronto remedio de todo lo suso expresado, mando se reytere y publique la Jura hecha de mi Real Corona en todas las Ciudades, Villas, Lugares de mis Dominios, dándonos parte, con toda brevedad, de los Vasallos prontos y fieles para el premio igual; y de los que se rebelaren para la pena que les compete, remitiéndonos la Jura hecha con la razón de quanto conduzca. Fecho en Tungasuca a 18 de Marzo de 1781. Don Josef Gabriel Tupac Amaru Ynga Rey [del] Perú” (sic).
El suplicio del Inca-Rey
Nuestro insigne Precursor fue derrotado por las tropas españolas, en Tinta, el 6 de abril de 1781. Hizo todo lo posible por salvarse, pero fue traicionado y entregado al ejército hispano. Se ensañaron con él y fue condenado a muerte y salvajemente ejecutado en la Plaza Mayor del Cuzco, el 18 de mayo de 1781.
Esta muerte no pudo extinguir el anhelo de independencia de los pueblos latinoamericanos, y el Inca Rey fue invocado por los nuevos Libertadores. Ellos, algunos años después, y en su nombre, lograron constituir, de manera definitiva, las nuevas repúblicas hispanoamericanas.
Las repercusiones de la Rebelión
Afirma el Dr. Lewin (op. cit., p. 670) que “El aislamiento colonial, producto de la falta de medios de comunicación en las inmensidades semidesérticas del continente americano, a la larga no pudo constituir un obstáculo serio para la propagación de las ideas y actitudes revolucionarias. En efecto, en los meses que siguieron al Grito de Tinta, el nombre de Túpac Amaru se transformó en bandera de los rebeldes desde el Chaco Boreal hasta el mar Caribe”.
El gran autor peruanista reproduce lo expresado por don Manuel Godoy (Príncipe de la Paz), el famoso Ministro español, en sus Memorias (p. 419): “Nadie ignora cuánto se halló cerca de ser perdido, por los años de 1781 a 1782, todo el virreinato del Perú y una parte del de la Plata, cuando alzó el estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui, más conocido con el nombre de Tupac-Amaro, correspondido y ayudado en la provincia de La Paz por el sanguinario Tupa-Catari. El oleaje de esta borrasca se hizo sentir con más o menos fuerza en la Nueva Granada, y hasta en Nueva España. Los ejércitos rebeldes llegaron a contar hasta ochenta mil indígenas, veinte mil, por lo menos, bien armados, con no pocos criollos y mestizos que se unieron a su causa. Dos años largos fueron necesarios para superar la rebelión peruana, y aún después de quebrantada, no se logró domarla enteramente hasta después de otros dos años”.
Figura del Prócer
Debemos recordar que la dictadura izquierdista que tanto daño le hizo al Perú desde el año 1968 hasta el año 1975, hizo todo lo posible por adueñarse de la figura del Inca Rey y convertirlo en un burdo agitador comunista, algo totalmente ajeno a la verdad histórica. Lamentablemente, como consecuencia de esa manipulación política, muchas personas, actualmente, confunden la figura del gran Precursor y la relacionan con un régimen marxista-destructor. Por ello todos estamos obligados a reivindicar al personaje original, librándolo de las alucinaciones izquierdistas.
El Dr. Boleslao Lewin y el Perú
Aunque parezca mentira, el Dr. Lewin fue afectado por la hostilidad de algunos peruanos. Estos hicieron todo lo posible por desmerecer su trabajo y hasta desconocer sus méritos. Esa inaceptable mezquindad ha tenido como resultado que su obra se no estudie cabalmente en el Perú. El insigne peruanista lo recuerda en su obra “Túpac Amaru y la Independencia de América” (Buenos Aires, Plus Ultra, 1979). Debido a esta razón es indispensable que el Estado peruano le rinda el mayor reconocimiento al Dr. Lewin, y que se reedite y difunda su obra. Además, debería ser declarado como uno de los más grandes peruanistas.
Entonces los peruanos recordaremos a quien rescató del olvido al egregio Inca Rey Don José Gabriel Túpac Amaru, quien, como lo expresara el Dr. Lewin, condujo “el más importante movimiento precursor de la libertad americana”.
(Conferencia sustentada en radio Filarmonía el 6 de julio de 2017.)
Publicado en el diario "El Pueblo", Arequipa, domingo 16 de julio de 2017, p. 21.