Por: César Coloma Porcari
Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo
La Navidad es una fiesta occidental y cristiana de importancia fundamental en nuestra cultura. Y los Nacimientos o “belenes” son una manifestación de la vigencia de esta festividad, que ha sobrevivido contra viento y marea en un mundo en donde se fomenta la Navidad comercial, que se ha impuesto en casi todo el planeta, incluyendo los países budistas.
Debemos recordar que don José Carlos Mariátegui (Moquegua, 1894 - Lima, 1930), en 1925, escribió un pequeño ensayo al respecto, titulado “Divagación de Navidad” (Alberto Tauro del Pino: “Navidad en la Literatura peruana”, Lima, Editorial Huascarán S. A., 1948, pp. 117-122), en donde afirmaba que “La humanidad, que tan rápidamente se internacionaliza, no tiene todavía una fiesta universal, ecuménica. Navidad es una fiesta del mundo cristiano, del mundo occidental. El Año Nuevo es una fiesta de los pueblos que usan el calendario gregoriano”.
NAVIDAD Y AÑO NUEVO
En su ensayo mencionado, Mariátegui señala que “El Año Nuevo […] parece destinado a universalizarse. Pero el Año Nuevo carece de contenido espiritual. Es una fiesta sin símbolo, una fiesta del calendario, una fiesta nacida de la necesidad de medir el tiempo”.
Asimismo, dice que “Navidad es festejada como efemérides cristiana” y “Hoy [1925] Navidad es, sobre todo para los europeos, la fiesta de la familia, la fiesta de los niños”. Por ello, “Navidad ha adquirido, entre los europeos, una importancia sentimental extra-religiosa. Creyentes y no creyentes celebran Navidad”. Y “Navidad es en Europa una fiesta a la cual se asocian los hombres de todas las creencias y todos los partidos”.
BLANCA NAVIDAD
Mariátegui recuerda las gélidas Navidades europeas, indicando que “Como en la noche en que Jesús nació en un establo, en la Navidad europea nieva casi siempre”. Y agrega que por dicha razón “La tradición y la literatura pascuales hacen de la nieve un elemento decorativo indispensable de la noche de Navidad. El escenario de Navidad nos parece necesariamente un escenario de invierno”.
NAVIDAD EN EL VERANO
Este autor destaca la gran diferencia que existe entre la Navidad del Hemisferio Norte y la del Sur. Mientras que en el Norte los afecta el invierno, con sus bajísimas temperaturas, nieve y heladas, en el Hemisferio Sur nos encontramos en pleno verano. Y afirma que “Probablemente, por esto, la fiesta de Navidad tiene entre nosotros un sabor, un color y una fisonomía distintas. Navidad es aquí, al revés que en los países fríos, más una fiesta de la calle que una fiesta del hogar”.
Mariátegui, se lamenta de ello y señala que “Nuestra posición geográfica es culpable de que tengamos una Navidad bastante desprovista de su carácter tradicional. Una Navidad estival que no parece casi una Navidad”. Y, con mucha ironía, dice que “Algo de nieve y algo de frío, en estos días de diciembre, harían de nosotros unos hombres un poco sentimentales. Un poco más sensibles a la noción del hogar y de la familia y al encanto cándido de los villancicos. Un poco más ingenuos e infantiles, pero también un poco mejores y, tal vez, más felices”.
LOS NACIMIENTOS
El Dr. José Gálvez (Tarma, 1885 - Lima, 1957), en 1930, describe magistralmente los antiguos “belenes” peruanos: “Un buen Nacimiento debía tener además del Misterio, o sea el portal con la Virgen, San José, el Niño, la mula y el buey, una serie de figuras y de pasajes típicos; la Anunciación, los pastores, dos grupos de Reyes Magos, unos muy bien montados con un séquito, a veces de llamas de oro y plata, y otros, ya en la actitud de la adoración; la casa de Pilatos y el Palacio de Herodes, la degollación de los Inocentes, la huida a Egipto, el sacrificio de Abraham, la disputa en el templo, el árbol del bien y del mal, el arca de Noé, el baño de Susana y en algunos, hasta el pecaminoso atisbamiento de Betsabé por el rey de los Salmos”.
Agrega el Dr. Gálvez que “junto con los personajes y escenas bíblicas, trabucábanse las más modernas figuras y los más genuinos tipos limeños: la jazminera, la tamalera, el aguador, el bizcochero, el panadero, el heladero, la planchadora de los pañales del Niño, toreros, indios vendedores, lagunas con patitos y hasta minúsculos ferrocarriles de cuerda” (“La Navidad limeña”, en Alberto Tauro del Pino: op. cit., pp. 101-115).
LOS IMAGINEROS
Antiguamente, en nuestro país, muchos artesanos fabricaban imágenes para los Nacimientos. El Dr. Gálvez recordaba que “En el Perú los admirables artistas anónimos de Huancayo y de Huamanga supieron hacer en trapo y en piedra admirables representaciones de típicas figuras indígenas y criollas”. Existió una relativamente importante industria de figuras navideñas no solamente en los lugares mencionados, sino en el Cuzco, Arequipa y Lima, entre otros lugares del Perú.
Allí no solamente producían las imágenes del Misterio y los Reyes Magos, sino gran cantidad de pequeñas figuras, generalmente de pasta y tela encolada, policromadas, que representaban pastores y ovejas y otros animales, así como vendedores callejeros, funcionarios coloniales, abogados con un libro de leyes en las manos, militares e inclusive Incas, coronados con la Mascaypacha. Todas estas vistosas figuras eran vendidas por separado y las personas pudientes las adquirían para incorporarlas a su Nacimiento.
Añade el Dr. Gálvez que “Desde los primeros tiempos hubo especialistas en armar Nacimientos y con ellos nació una industria originalísima, obra de artistas anónimos y humildes, que hacían, con madera, piedra de Huamanga y trapo, figuritas netamente nacionales, para los Nacimientos, que eran el conglomerado más pintoresco y sin orden que pueda darse”.
VISITAS A LOS NACIMIENTOS
Antaño era costumbre el visitar los Nacimientos instalados en los templos, así como en las casas de los familiares o amistades. El Dr. Gálvez, al recordar las antiguas fiestas de la Navidad en el Perú, afirma que “Casi todas esas cosas se han ido para no volver. Ya no hay la costumbre de pasear Nacimientos, como se paseaba los templos el día de Jueves Santo. En las casas grandes se invitaba a los amigos y relacionados para ver el Nacimiento y había baile, cena y diversión de lujo. En los hogares pobres las gentes sencillas recibían ese día a todo el que quisiera ver el Nacimiento y se ponía a la puerta un platillo para recibir las limosnas para los ‘Orines del Niño’ [aloja]”.
El Dr. Gálvez reclamaba que en 1930 ya no estaban presentes “el Rey blanco, el Rey cholo y el Rey negro; ahora son Santa Claus o Papá Noel”. Y “Ya no la cena con tamales, empanadas, dulces de convento”.
FIESTAS POPULARES
Así como las familias de clase alta celebraban la Navidad con las visitas a los Nacimientos, con bailes, opípara cena y finos licores, las personas pertenecientes a la clase popular festejaban el acontecimiento de manera muy bulliciosa. El Dr. Gálvez cuenta que “En los Nacimientos populares se divertía la gente desde el 24 de diciembre hasta el día de Reyes y se armaban jolgorios formidables”.
En las fiestas populares se bailaba el “Cascabelillo, el Maicillo, el Mis Mis, el Negrito, el Chocolatito, la Cachucha, el Valse de aguas, el Paso de la Sirenita, el Ondú intencional, el Ondú floreado, la Polka raspada y la Polka de cajón”, esta última conocida también como “zamacueca” o “Moza-mala”. Y en los “bailes de los hogares de copete […] se danzaban gavotas y minuetos, alamandas o alamanas, contradanzas y paspiés, polcas y mazurcas, valses y cuadrillas”.
FIN DE LA FIESTA
Las celebraciones de Navidad culminaban en la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero. Ese día en los callejones, solares y casas de vecindad, la gente más humilde festejaba la “Bajada de los Reyes”, al proceder a desarmar sus modestos “belenes” y guardarlos para el año siguiente. El Dr. Gálvez cuenta que inclusive designaban “padrinos”, que “obsequiaban algo para el Nacimiento del diciembre por venir” al dueño de casa, “o corrían con el gasto de la fiesta en los hogares pobres”. Y armaban una fiesta que, por el exceso en las libaciones de alcohol, a veces terminaba en “zalagarda y marimorena en las que menudeaban los golpes y palabras gruesas hasta que la policía llegaba”.
LA NAVIDAD EN LA ACTUALIDAD
La antigua fiesta netamente religiosa cristiana y celebrada con los familiares y las amistades más cercanas, se ha convertido, en la actualidad, en una celebración netamente comercial. Todo se vende y todo se compra y el jolgorio es ahora internacional. Y es curioso que hasta en la lejana China, tan devota de Buda, también celebran esa Navidad comercial.
* Conferencia ofrecida en radio Filarmonía (Lima) el 7 de diciembre de 2017.
(Publicado en el diario “El Pueblo”, Arequipa, domingo 17 de diciembre de 2017, p. 21).