Por: César Coloma Porcari
Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo
Hace cuatrocientos años falleció en España el Inca Garcilasso de la Vega. Un hecho que debió atraer el interés de todos los peruanos ha pasado casi desapercibido por razones que no alcanzamos a comprender.
Y además, no solamente se ha ignorado ese aniversario, sino que tampoco se ha difundido su obra, que constituye una de las bases de la nacionalidad peruana. Debemos, también, recuperar su nombre verdadero, que es “Garcilasso”, como firmaba, y no “Garcilaso”, que jamás usó.
Debemos recordar que don Raúl Porras Barrenechea, en 1945, afirmó que “El Inca Garcilaso es el primer mestizo biológico y espiritual que aparece en el escenario intelectual de América. Es también el primer peruano por su sentimiento de la tierra y del paisaje y por la fusión de las dos razas antagónicas de la conquista y de los legados y tradiciones espirituales de ambas” (“El sentido tradicional de la literatura peruana” (sic), Lima, Instituto Raúl Porras Barrenechea, Librería Editorial “Minerva Miraflores, 1969, p. 19).
El Dr. Porras, en su obra “El Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616)” (Lima, Editorial Lumen, 1946, p. 3), agrega que “El Inca Garcilaso de la Vega, hijo de un conquistador español y un una ñusta incaica, es no solo uno de los primeros mestizos americanos, sino que es, espiritualmente, el primer peruano. En él se funden las dos razas antagónicas de la conquista, unidas ya en el abrazo fecundo del mestizaje, pero se sueldan, además, indestructiblemente, y despojadas de odios y prejuicios, las dos culturas, hoscas y disímiles, del Tahuantinsuyo prehistórico y del Renacimiento” (sic).
El Inca Garcilasso de la Vega nació en el Cuzco en 1539 y murió en Córdoba, España, el 22 de abril de 1616. Fue hijo de capitán Garci Lasso de la Vega, noble español, y de la princesa imperial Doña Isabel Chimpu Occllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui.
Don Alberto Tauro del Pino afirma que fue “Bautizado con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa” y “tuvo oportunidad de concurrir a la corte de Sayri Túpac y de tratar con el anciano Cusi Huallpa y otros parientes maternos, de modo que presenció el ocaso incaico y conoció tradiciones de remotos tiempos” (“Enciclopedia ilustrada del Perú”, Lima, Peisa, 2001, t. 7, p. 1058).
Sus maestros españoles, en el Perú, le enseñaron la Doctrina Cristiana y latín. Y acompañó a su padre en las sangrientas guerras civiles de los conquistadores. El Dr. Tauro (Idem, pp. 1058-1059), indica que “en su nacimiento y su formación espiritual se cruzaron dos razas y dos civilizaciones, convirtiéndolo en temprano y representativo ejemplo de peruanidad”.
Viajó a España en 1560, estableciéndose en la villa de Montilla al año siguiente, donde residía parte de su poderosa familia paterna. La casa donde él vivió fue ubicada por don Raúl Porras Barrenechea, y adquirida por un personaje acaudalado de la localidad; fue donada por éste al Estado español, estableciéndose allí, luego de una minuciosa restauración y puesta en valor, un importante museo.
En 1562 viajó a Madrid y visitó a fray Bartolomé de las Casas, y dos años después, participó en acciones bélicas en el reino de Navarra y en Italia. En 1570 combatió contra los moriscos en la guerra de las Alpujarras.
Entonces gestiona la autorización para regresar al Perú, pero no obtiene el permiso. Así, se ve obligado a permanecer en la Península todo el resto de su vida. Volvió a Montilla, y allí empezó a escribir sobre la historia del Tahuantinsuyo y de la conquista española.
Su primera obra publicada fue la traducción de los “Diálogos de Amor” de León el Hebreo, del italiano al castellano, impresa en Madrid en 1590. Esta fue la primera obra que publicó un personaje nacido en América, en el continente europeo.
El título original de esta obra es el siguiente: “La traduzión del Indio de los tres Diálogos de Amor de León Hebreo, hecha de Italiano en Español por Garcilasso Inga de la Vega, natural de la gran Ciudad del Cuzco, cabeça de los Reynos y Provincias del Pirú” (sic).
En 1605 publicó un libro (impreso en Lisboa), sobre la Historia de la Florida, cuyo título completo es: “La Florida del Ynca. Historia del Adelantado Hernando de Soto, Governador y Capitán General del Reyno de la Florida, y de otros heroicos cavalleros Españoles e Indios; escrita por el Ynca Garcilasso de la Vega, Capitán de Su Magestad, natural de la gran ciudad del Cozco, cabeça de los Reynos y Provincias del Perú” (sic).
Pero la obra cumbre del Inca Garcilasso es la titulada “Primera parte de los Commentarios Reales, que tratan del origen de los Yncas, Reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes, y govierno en paz y en guerra; de sus vidas y conquistas, y todo lo que fue aquel Imperio y su república, antes que los Españoles passaran a él. Escritos por el Ynca Garcilasso de la Vega, natural del Cozco y Capitán de Su Majestad” (sic). La obra fue impresa en Lisboa, en la imprenta de Pedro Crasbeeck, en el año 1609.
La portada de la segunda parte de esta obra, titulada “Historia General del Perú”, dice a la letra: “Trata el descubrimiento del; y como lo ganaron los Españoles. Las guerras civiles que hubo entre Piçarros, y Almagros, sobre la partija de la tierra. Castigo y levantamiento de tiranos: y otros sucesos particulares que en la Historia se contienen”, “Escrita por el Ynca Garcilasso de la Vega, Capitán de Su Magestad et c.” (sic), se terminó de imprimir en 1617, un año después de la muerte del Ynca.
El Dr. Porras, al referirse a este libro, afirma que “La obra más representativa del espíritu peruano, la que podría llamarse el primer vagido de la nacionalidad, nació lejos del Perú, en la vieja ciudad hispano-morisca de Córdoba, cuarenta años después de la partida de Garcilaso del Cuzco”. Y agrega que esta obra, “Mezcla de humildad y de orgullo que converge a dar, bajo el nombre mínimo de comentarios o glosas, la más grande y honda de las historias del Perú. En ella viven todas las esencias del alma peruana” (“El sentido tradicional de la literatura…”, pp. 19-21).
El Dr. Tauro afirma que “Su lectura preservó en la memoria colectiva andina el recuerdo del Tahuantinsuyo, actuando como causa de las rebeliones contra el dominio español, hasta que las autoridades dispusieron (1782) la recolección de cuantos ejemplares fueran habidos” (“Enciclopedia… p. 1060).
Afortunadamente, hace muchas décadas fue restaurada la casa natal del Inca Garcilasso, en la ciudad del Cuzco. Es un monumento histórico muy apreciado por sus coterráneos, y un homenaje permanente a este célebre primer mestizo biológico y espiritual.
Pero, este año 2016, cuatricentenario de su muerte, el Inca merece que recuerden su obra, que se difunda, y que se reconozca su importancia como un pilar fundamental en nuestra nacionalidad.
* CONFERENCIA SUSTENTADA EN RADIO “FILARMONÍA” (Ministerio de Cultura), el 24 de junio de 2016.
(Publicado en “Voces”, Revista Cultural de Lima, año 17, N° 63, Lima, 2016, pp. 20-21).