Para una Sanadora Sanando

Mujer de tierra

Ser de puro Cielo

Tienes nombre de flor

fortaleza de árbol

y aroma de tiempos nuevos.

Hoy anhelas sanación:

la del alma,

la del corazón

y la del cuerpo.

Pides compañía

y das a un puñado de seres

la ocasión de ofrecer un servicio

de entrar en grandes quehaceres

de dar algo para recibirlo.

Pides unión y regalas salud.

Pides salud y recoges amistad cierta.

Llegaste a este mundo vestida de mujer

y vestida de Tierra

para acercarte bien a la Madre

y sentir sus latidos

a ras de suelo

para curarte

para curarla

para enseñar la maestría

que estás aprendiendo.

Has ido a sanar sus entrañas a través de las tuyas

has querido ser una con Ella y contigo.

Has deseado desvelar un misterio profundo,

muy claro y sencillo.

Has decidido abrir paso en el mes de Mayo

a la Espiritualidad siempre Virgen

y sin palabras recordarlo

a todo aquel que la realice.

Mujer de Tierra

Ser de puro Cielo

tu nombre de flor

realza la firmeza de tu asiento.

La dulzura de tu mirada

envuelve el poder de tu aquietamiento.

Hay árboles que sólo ofrecen frutos preñados de semilla.

Los hay que además preparan extraños frutos

que casi parecen cáscaras vacías.

Da el roble sus bellotas y ofrece sus agallas,

esas bolas que cuelgan como símbolo

de un aspecto del amor

que se diría fructifica sin futuro,

que no lo parece pero está muy vivo.

El roble, como la ostra

envuelve su daño en la perla que conforma

que ofrece sólo al que bucea en lo más hondo.

Sus agallas proceden de la valentía que adopta

ante la picadura de aquel que inocula

la larva del enojo.

Él lo acepta con paciencia,

lo delimita, lo encuadra

y lo ve como un tesoro

y, teje que teje,

producto de un íntimo proceso amoroso,

la deja salir al fin alada

con su perdón transmutada

y así, un día el árbol se llena de adornos

¿nidos vacíos?

¡No! Hogares de Todo.

Se ha creado el fruto hueco cuya semilla

la lleva dentro de sí aquel que lo conciba.

Ese fruto extraño dicen que es un tumor

pero es un tesoro, una perla viva,

una masa destinada a envolver la herida

a señalarla para olvidarla

para entregarla a la mano amiga

a embellecerla transformándola

al trocar en Amor la ira.

En este mundo hay frutos y frutos.

¿Quién podría juzgar como mejor o peor

a los otros o a los unos?

¿Quién querría condenar la herida

que hace la perla y el roble?

¿Y quién a la espina y al parásito por su sabiduría penetrante?

H.

mujer de Tierra

madre múltiple

Ser de Cielo puro, de puro vuelo

cuando encuentres lo que buscas

lo recibiremos con gozo.

Vas a parir de nuevo

vas a parirte desde el fondo.

Hija de tu Ser

del que el Amor ha creado

bendito sea el fruto de tu vientre

vacío y pleno al mismo tiempo

hoy forjas en tus entrañas

el fruto de tu silencio.

En el nombre de todos, gracias.

José Luís Gil Monteagudo

(A 13 de Mayo de 2001)