ALEGORÍAS I "El fuego"

El hombre observó

que la Tierra emitía fuego

que quemaba la madera;

esto tentó su ego

para que inventara lo que fuera.

Quería prender los troncos

de los árboles caídos,

y utilizaba los nidos

para deleitar a unos pocos.

Pero, volviendo a la manera

de prender la llama primera:

Lo intentó,

lo pensó,

y cuando por fin lo sintió,

el calor del sol le ayudó.

Del sol sacaría fuego,

y las chispas...?

del frotar,

del frotar sin parar,

sobre lascas,

para luego...

Bueno luego,

prender astillas, sin más.

Esa fuerza que abrasaba

y a animales asustaba,

se podría utilizar

para calentar.

Calentar los cuerpos,

calentar los sólidos,

calentar los líquidos,

calentar como el astro,

cuando ya no le quede ni rastro.

Este poder de crear,

le dio un dominio fabuloso,

hacer fuego fue domar

al animal más peligroso.

Cuanto más se emocionaba

con el ingenio primoroso

de propagar una llama,

cuando y donde le venía en gana,

más se volvía temeroso.

Porque todo poder asusta,

y el del fuego el que más,

pues destruye en un momento

desde un árbol adulto

hasta lo más ínfimo, en un "zás".

Mucho te da

y todo te quita

¡Hay que ser precavido,

aguzar el sentido,

y sobre todo,

ser agradecido!.

Esta enseñanza del fuego

no es la primera,

viene luego

cuando el hombre emocionado

sus sentidos deja a un lado.

Y es que el fuego,

como exalta,

realza tus pensamientos,

calienta tus guerras frías,

derrite tus desaciertos.

Es, aquello que nos falta

cuando andamos sin aliento.