ALEGORÍAS II "La Guerra"

Y, ¿qué se puede decir

de una cosa tan antigua

con la que el hombre medir

la fuerza que no apacigua?

Desde hace miles de años,

que yo no puedo ni contar,

el hombre quiere hacerse daño

por no poderse aguantar.

Unos dicen ser patriotas

de un terruño, que es tan suyo

como de aquel que, en pelotas,

siente brotar su primer orgullo.

Pero no hay cáscara que valga

ante el señor don dinero,

al que todos adoran

y por el que manchan el suelo.

A veces son manchas rojas,

de masacre colectiva,

pues con armas destrozas

todo suelo, toda vida.

¿Por qué tanto derroche

de ingenio y sabiduría,

si el hombre está sólo de paso,

(de hecho da pocos pasos)

disfrutando de ésta, su jauría?

¡Que ganas de armar jaleo,

de volverse loco,

qué mareo!.

De romper las pelotas,

de sacar de contexto,

todo aquello que le ayuda

a ganar el mejor puesto.

Si el animal se pelea

así, a lo vivo, con otro,

para arrebatar bocado,

para ganar tronío,

para explicar :"esto es mío",

para conseguir descendencia...

no necesita la ciencia!!

A la ciencia de las armas,

los misiles y las bombas,

no se llega con cariños

sino con usura y muchos aliños.

Aquella que mueve al mundo

hasta la más atroz locura

es la avaricia por tener.

Sólo por sentirme seguro,

que no tengas tú ni un duro,

que yo te pueda proveer.

Porque si de mí dependes,

¡Ay, pobre de ti, mi hermano!

para que yo te tienda la mano...

En guerra me he de cobrar,

todo lo que de humano

tu me quieres achacar.

Hay que hacer uso de todo,

porque si no ¿a qué cuento

gastar tanto en inventos

si luego no se han de estrenar?

Y en ese momento...

La lucha:

Esto es mío,

aquella es tuya...

¡Que tontería,

si sólo es economía, eso... mía!

Y el más poderoso

suele ser el más temeroso.

En esta carrera maldita

no hay ganancia, es doloroso.

Sólo se grita:

¡¡Quítate tu

pa' ponerme yo!!