La Chimba

Fuente:
Comunidades prehispánicas de Arequipa
Guillermo Galdós Rodríguez
Lima-Arequipa : Fundación M. J. Bustamante De la Fuente, 1987, 391 p.

Consultar también:

La Chimba y sus etnias ancestrales. G. Galdós R. (1989)
Arequipa. descripción y estudio social. Jorge Polar (1891, p. 58 y ss) (otro enlace)


La Chimba

(pp. 25-28)

Cuando los primeros españoles llegaron a la vega del Chili, debieron contemplar admirados las andenerías de Yumina, Sabandía, Paucarpata, Tingo antiguo, etc., en la banda oriental del valle, así como las que formaba la gradiente cultivada del sector mismo donde hoy se encuentra la ciudad, salvando con pétreas pircas las desigualdades del terreno que iba desde el hábitat de los Yarabayas (lugar bautizado por los europeos como San Lázaro), hasta el sector ocupado por la etnia de los Chichas, en las proximidades de Tingo Chico. Debieron quedar "espantados" (en el sentido de deslumbrados que este vocablo tuvo en los siglos XI y XVI), cuando observaron las viejas acequias con que sangraron al río para llevar el vivificante liquido a la Apacheta, o a Porongoche, o aquella que se interna en la banda occidental y que llega a derramar sus beneficios sobre Cayma y lugares aledaños, y que mereciera el nombre de Acequia Alta, hasta hoy en uso, ejemplo de la ingeniería hidráulica precolombina, a la que el protohistoriador Echeverría y Morales llamara "obra de gentiles verdaderamente grande" y que después de sacar su cauce de la caja del río, penetra en la barranca por túneles y vericuetos que alientan la fantasía de quien curioso se aproxima a su obscura y negrecida boca (26). Debieron también admirarse de las andenerías de Chilina, y del bello y espacioso vergel de "la otra banda", contemplándolo desde las humildes viviendas de los Yarabayas, donde dicen los primitivos historiógrafos nuestros que se acogieron los españoles, cuando llegaron por estos lares.

Desde allí, la lomada de San Lázaro, o desde la prehispánica acequia Coa y su camino vecinal que los hispanos llamaron la Ronda, o desde el cerro que coronaba las chacras de Anaypata (al que rebautizaron como Bellavista, por ser el mejor balcón natural de la zona), debieron quedar admiradísimos los barbados personajes que extendieron su mirada escrutadora sobre la Chimba. Allá y acá, orillas ubérrimas del Chili, estaba la verdadera riqueza del legado técnico mayor que hizo el hombre del ande: la campiña inagotable. Y es justamente tema principal de este libro, La Chimba.

En el Perú abundan los lugares que tienen tal nominación. Hay Chimba en el valle de Arica, en el de Tumilaca, en el del Chili, etc., etc. En todos los casos la Chimba no es un solo poblado, o una hacienda. No, la Chimba es toda una zona. La Chimba de Arequipa, es también justo eso: "la otra banda", que dicen mis paisanos, desde más arriba de Acequia Alta, hasta la angostura de Uchumayo, si hemos de ponerle un límite; aunque bien analizada la cuestión, Chimba puede ser toda una orilla o barranca del río. Vista desde la ciudad de Arequipa, se llamó la Chimba a la banda occidental. Allí se encuentran varios pueblos, entre los cuales por mucho tiempo uno de ellos se designó San Juan Bautista de la Chimba, lo que dio la idea de que Chimba era únicamente esa localidad. Y no es así, repetimos.

Lo lógico es que cuando se hizo la reducción de indígenas a pueblos, posiblemente poco antes y durante la época toledana, los frailes dominicos tuvieron allí su Vicaria, bautizada en homenaje al personaje que bautizo a Jesús, añadiéndole el nombre de la zona, por desconocimiento del idioma quechua y del significado de ese termino. A todo lo largo de la Chimba hubo varias naciones que desde muy antiguo establecieron allí sus “colonias"; pues sus ayllus lo mismo podían tener sembríos en Taypisenca y Challapampa, como en Umacollo, Alata, Congata o en Uchumayo. Pero, una nación de la zona era la de Yanaguaras, cuyo curaca principal se estableció en el pueblo de San Juan Bautista de la Chimba, por lo que con posterioridad acabo llamándose San Juan Bautista de Yanaguara. Pero, allí no solo habían ayllus de dicha nación, sino además, barrios de los Chumbivilcas, de los Callapas, etc., tan es así que hasta comienzos del siglo XX, hubo calles que llevaban los nombres de esas etnias.

En nuestros días este pueblo se nomina Yanahuara (sic), a secas. Su Municipalidad considera timbre de orgullo designarlo como "Villa de Yanahuara", merced a la disposición legislativa de 9 de noviembre de 1870, por la cual se elevó a Tiabaya a la condición de Ciudad y a Yanahuara a la de Villa.

Chimba proviene de la palabra quechua chimpaq, que quiere decir vadear una corriente, sea esta de un río, de un arroyo, o de una acequia. Se ha convertido en un verdadero peruanismo, de allí que en los diccionarios españoles Chimba se defina como: Banda de un río que se encuentre opuesta a aquella en que uno esta; y observemos que para la banda en que fue construida la ciudad de Arequipa, es Chimba la orilla opuesta; y definitivamente con ese nombre quedó hasta nuestros días. El término Chimbar, es un arequipenismo, que justamente significa la acción de traspasar a pie el cauce de un río, torrentera, acequia o pantano. Su uso en común. No hay mistiano que habiendo sido niño no haya chimbado alguna vez el Chili; y lo lindo es hacerlo descalzo. Solo quienes jamás tuvieron infancia se privaron de ese placer (27).

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(26) Dice el mismo autor que los españoles la ensancharon en 1642. No sabemos si esa labor fue realmente de ensanchamiento, o solo de escarbe y limpieza (Echeverría y Morales, Fco. Javier: "Memoria de la Santa Iglesia de Arequipa" (1804); Ed. Víctor M. Barriga: "Memorias para la Historia de Arequipa" (1952), T. IV, p. 14).
(27) Escribir estas líneas y definir arequipeñismos ya largamente incorporados al Diccionario produce una refrescante satisfacción personal. Trae a la mente los hermosos años de niñez y mocedad, cuando acompañado uno de hermanos, primos y amigos de la Calle Grande (hoy Miguel Grau) de Tiabaya, íbamos a bañarnos al pozo de Alto de los Valdivia, formando una alegre caravana retozante. No limitábamos nuestra actividad al pozuelo construido de sillar, sino que nos dirigíamos a la orilla del río al pie mismo del barranco donde estaba el pozo, y chimábamos su cauce para zambullirnos desde la Peña Blanca, que está en la otra banda, o sea la de la Ciudad. Y lo hacíamos en época de vacaciones, que es también la de avenidas; pero teniendo cuidado de que hubiera pasado la fuerza de la "entrada del río", o Huayco, tal como nos habían explicado nuestros padres. Luego, regresábamos plenos de alegría y limpieza, pero ostentando uno que otro chichón adicional en la cabeza, o moretón en los muslos. Al día siguiente volvíamos a las andadas. Jamás tuvimos una desgracia que lamentar, aunque nos aventurábamos más allá de la prudencia recomendada. Allí no podía terminar la mañana veraniega, si no "huerteábamos" en serrallo ajeno, aunque teníamos huerta propia. Perdóneseme la añoranza a que conduce el recuerdo de aquellos años despreocupados de chimbador.

Sachaca es uno de los pueblos que queda en el lado de La Chimba
(Paul Marcoy, c. 1840's)





Marinera [El chaque'e tripas] y Pampeña [Si me quieren, quiero]