Las lecheras

Las lecheras a lomo de burro (*)

Olivares del Huerto

Arequipa se despereza después de un sueño de 8 horas. El reflector de mi vista enfoca el panorama arequipeño en la madrugada. Son las 5, las 6 y las 7 de la mañana. La campiña comienza a esparcir chacareros a la ciudad. De todos los distritos llegan burros, animales domésticos de humildad franciscana. Sobre sus lomos cargan los serones con cantarillas llenas de leche taponadas con alfalfa. I también gloriosos conducen a las "lecheritas": las muchachas robustas del campo que visten de colores como el arco-iris, y de caritas amelocotonadas, con sonrisas de muñecas de trapo.

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Desfile de burros por las calles de la urbe. La Susana, la Fabiana, la Gumercinda vienen de Socabaya, de Paucarpata, de "La Apacheta", etc. trayendo la leche para la venta al consumidor "acomodado". Las lecheras son el reloj despertador de los adormitados civilizados. Ellas, con sus voces de timbre eléctrico hacen levantar de sus lechos mullidos a las "patronas" y a las chinas de las cas grandes, de las cocinas.

- ¡Señoriiiiiiita... agarremeusté la lecheeee!"

I otras:

- ¡La leeeeeeche...!

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I así todas ellas van repartiendo el líquido blanco por todas las casa y tenduchos de Arequipa. Un litro, dos litros y con yapas. Alguna se baja del lomo del burro y asoma hasta el dormitorio del joven solterón. Le toca la puerta despacito, pero no se atreve a entrar. Su "mamita" le encargó que no fuese a los cuartos donde hay hombre solo... porque salen duendes. Otra no tuvo leche para entregar a su "casera". la burra mañosa de una qqetimbiada botó del serón la cantarilla. La leche en el suelo. varios perros hacían su "agosto". Se banqueteaban gratis. Los perros también tienen derecho a la vida.

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Otro aspecto interesante y curioso de las "lecheras" es cuando se estacionan en las esquinas. hacen su descanso de la venta antes de emprender el viaje de regreso al pueblo. Allí vemos a la Susana, a la Domitila y al Sergio. Este último es un muchachote de 15 años y de estatura "Primo carnera". El jumento le resulta chico. Montado en el burro, las piernas le cuelgan hasta el suelo, como péndulos. En cambio, las lecheras sobre las ancas de los animales muestran al ojo ciudadano las piernas desnudas hasta las corvas. Más de una beta exclama "ultraje al pudor". Las chacareras no saben de estas cosas que la civilización llama "picardía".

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Los "lonquitos" roban al tiempo unos minutos para salpicar una charla:

- Oyite Sergio, porqué estáis tan flaco, que ya parecís un huiro seco.

- Es que estoy puè en la "muda". I vos, porqué estáis tan gorda?

- Ande estaré gorda, si mi mamita me ha dicho que ya voy a volar...

De pronto un automóvil hace que los burros se dispersen. Los chacareros se ven en aprietos para contenerlos.

-Juesto burra ¡Jesús y la Santísima Trinidad! ¡esta burra parece que nunca hubiera visto gente!

El Sergio fue a caer de cabeza sobre una acera.

-Por la chiva, que ya me rompí la crisma. ¡Carajo!

Por fin se deciden a emprender el regreso a la chacra. Sobre los lomos de los burros van cantando tonaditas criollas:

Escorsonera yerba del campo
escorsonera yerba del campo
si eres remedio, cura mis males
si eres veneno, corta esta vida
Naranja verde, limón maduro,
naranja verde, limón maduro,
dame un besito con disimulo
dame un besito con disimulo

Otra vez la voz de la civilización les hace el "alto" de estilo. Un huayruro con voz de trueno les interrumpe el paso en la Plaza de Armas.

- Está prohibido pasar por aquí. Vayan a dar la vuelta por otras calles.

Las calles céntricas de la ciudad no se hicieron para los burros de cuatro patas. El adoquín es el enemigo del jumento. Los lonquitos-pilotos obedecen la orden de la autoridad.

-¡Güelta burro!

Y siguen cantando y silbando hacia las calles apartadas, rumbo a sus distritos.

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El Sergio, la Susana, la Fabiana, la Urbana y la Domitila ya están por la "ronda". Otra vez en el campo donde no hay adoquines, automóviles ni voces autoritarias. Sólo se encuentra aire puro. Paisajes. Libertad.

En caravana van los burros. Parece una embajada de Reyes Magos. Paso a paso los jumentos, sin atropellarse, en hilera militar. El sol esplendoroso hace enrojecer los rostros de los campesinos. Parecen flores sangrantes. Por todo el camino van alegres y nunca les falta la tonadita sentimental:

Al pasar por una chacra
Me tocpí en un toccolo
y la sangre que chorreaba
parecía carambáno.
parecía carambáno...

¡Buuuurro! ¡Buuuurro!

Las lecheras entran al pueblo jubilosas. A lo lejos se queda la ciudad, filosofando sobre la pasteurización de la leche...

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Publicado en Cuentos lonccos, de Olivares del Huerto (seudónimo de Sixto Salomón Olivares Zegarra) . Arequipa : Quezada S.A., 1942, pp. 51-56 (fuente dada gentilmente por AsteroDePlata)

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