Debate RAR - Escala IFRAO

Debate en la Revista Rock Art Research

Rock Art Research Debate

(The English version is at the bottom of the page)

Nota Introductoria:

Este debate apareció publicado en la Revista Rock Art Research, volumen 26, número 2, 2009. APAR agradece a Robert Bednarik por el permiso de publicar la versión en español de esta discusión académica y al arqueólogo Gori Tumi Echevarría por la traducción del debate.

APAR

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La Escala Estándar de IFRAO, una revisión

Por Gori Tumi Echevarría López

La escala de IFRAO es en la actualidad una herramienta notable para registro del arte rupestre a nivel mundial, pero su función específica ha sido sobre estimada desde que su utilidad y beneficio no ha sido explícitamente expuesto, al menos para los investigadores de lengua castellana; por lo que una revisión sustantiva de su naturaleza y uso es requerida.

La Escala IFRAO fue diseñada por Robert Bednarik en 1990 con la intención de servir de herramienta comparativa para el registro explícito de arte rupestre, es decir para servir de parámetro físico para la documentación estandarizada del tamaño y los colores de las marcas rupestres donde quiera que éstas se den. A partir de 1990 esta propuesta fue revisada técnicamente hasta que una versión definitiva de la escala fue lanzada en 1994 (Bednarik 2007), y distribuida mundialmente.

Aunque el concepto de “escala”, que implica un valor representativo porque refleja las dimensiones figuradas de un objeto sobre la base comparada de otro objeto, es intemporal y no fue inventado por Bednarik, su uso como un ardid comparativo explícitamente hecho para el arte rupestre fue efectivamente propuesto por él con la intención de registrar o documentar, además de la dimensión plana, las variaciones de color en el arte rupestre, ya sea en la imagen figurada o en el soporte de ésta.

Para este propósito Bednarik tomó los estándares dimensionales en el sistema métrico (10 x 2 cms) usados por Taylor et al. (1979: 306, citado por Bednarik 1994) para la inclusión de un elemento representativo (la lámina que es llamada “escala”) en el registro gráfico de marcas rupestres, adicionando fundamentalmente cuatro campos cuadrangulares (1x1cm.) de color calibrados, con densidades de reflexión de 0.0, 0.7, 1.6 y 2.0 (Bednarik 1994, 2007), que pueden verse como colores puros de azul, verde, amarillo y rojo. Éstos son valores fijos que se incluyen en el concepto de “estandarización” aplicado a la Escala.

La inclusión de los colores sobre una matriz comparativa (la escala misma) incrementó el valor regular de la herramienta de registro incorporando una nueva categoría dimensional fija, el color, para fines de calibración técnica; es decir para la medida regular de los valores y subvalores en la tendencia de color, brillo y fuerza cromática[2] del arte rupestre a ser registrado (imagen figurada y soporte). Éste es el valor fundamental de la Escala IFRAO respecto de cualquier escala común, la propuesta convencional estandarizada del registro del color en el arte rupestre.

Dado que los colores fijos de referencia (la escala de color) están numéricamente calibrados, entonces es obvio que ésta puede ajustarse regularmente; de esta forma la escala no sólo permite fijar definidamente la situación física del color natural o artificial[3] de los elementos con el cual se compara (las marcas rupestres), si no que permite regularse a sí misma usando los valores numéricos de los que depende. Por lo tanto la escala no condiciona el registro a sí misma como objeto físico si no respecto de su uso en términos de herramienta para calibración o medida regular estándar.

A este nivel, las condiciones físicas intrínsecas del arte rupestre, sean cuales fueren (como el color), son irrelevantes; la referencia de la escala, para fines comparativos básicos, o de calibración técnica o medida regular, sólo sirven para estimar, documentar, registrar o interpretar el arte rupestre a partir de la toma de la imagen con la escala, mediante procedimientos mecánicos o digitales (fotografía a color réflex o digital).

Todos los usos y beneficios del uso de la Escala IFRAO han sido ya ampliamente expuestos por Bednarik (1994, 2007) y no requieren una mayor explicación, es bastante obvio que la utilización de una herramienta de calibración digital, que no dependa de la herramienta misma, es decir que sea funcionalmente ambigua, va a permitir la supervivencia del registro fotográfico del arte rupestre prácticamente para siempre, y ésto es lo que Bednarik llama el “método de conservación supremo” (ultimate conservation method); sin embargo esa supremacía sólo se aplica a las fotos de marcas rupestres que incluyan la Escala de IFRAO, o en su defecto a cualquier referencia de color calibrada (hago énfasis en cualquiera) que pueda ser medida sin depender de la escala misma. Más allá del color las marcas rupestres van a desaparecer irremediablemente como consecuencia de los procesos tafonómicos que las afectan.

Aparte de todo lo anterior hay que reconocer que la escala es exitosa básicamente porque es eficiente. Bednarik, sobre la base de su extensa experiencia de campo, logró identificar una carencia metodológica con implicancias en el registro y análisis técnico del arte rupestre, proponiendo a partir de esto, tal como él mismo ha expuesto (Bednarik 2007), una respuesta técnica al mismo nivel del problema que implica. La Escala de IFRAO es por lo tanto un diseño específico.

Debemos advertir no obstante que la especificidad técnica puede ser obviada por la estandarización y yo creo que el uso de la Escala de IFRAO en otras disciplinas debe ser revisado críticamente. La escala de IFRAO puede ser deficiente si no es usada juiciosamente, lo que no implica que la escala contenga algún defecto intrínseco. Su uso en arqueología por ejemplo no puede ser estandarizado a ningún nivel salvo cuando se registra arte rupestre (considerado como un artefacto arqueológico), e incluso aquí carece de valor cuando la escala no implica una utilidad técnica en la referencia proporcional del artefacto (ya sea porque la dimensión del artefacto es menor a la de la escala misma, o mayor en proporciones muy grandes), los que para el caso de la arqueología peruana pueden ser el arte rupestre mobiliar o los geoglifos[4].

Adicionalmente, la escala de las “asociaciones” arqueológicas no puede ser siempre cuantificada usando una escala regular como la de IFRAO o cuando la información de color no amerita un registro gráfico del tipo estándar IFRAO (lo que no implica que no se haga un registro del color). La multiplicidad y supervariación artefactual de los materiales arqueológicos, para el Perú por ejemplo, sobrepasan los valores de utilidad reducidos de la Escala de IFRAO, que están hechos sobre estándares de especificidad técnica, que en las condiciones regulares para la arqueología convencional no se aplican literalmente.

De cualquier forma la Escala de IFRAO, para su propósito, es una herramienta notable en el registro y estudio científico del arte rupestre y de cualquier otro material arqueológico al cual se aplique bajo regularidades técnicas. La Escala Estándar de IFRAO es un ejemplo nítido de la racionalidad técnica de Bednarik y en ese nivel debe ser evaluada; yo considero no obstante que la proposición técnica del uso de una herramienta de calibración, en cualquier magnitud física material, implica una clave de la arqueología convencional que condiciona el valor cientifico de los objetos a su capacidad de ser medidos.

Gori Tumi Echevarría López

Arqueólogo. Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR)

Bibliografía

BEDNARIK, R. G. 1994. Introducing the IFRAO Estándar Scale. Rock Art Research. 11: 74-5

BEDNARIK, R. G. 2007. Rock Art Science. The Scientific Study of Palaeoart. Aryan Books International. New Delhi.

LINARES MÁLAGA, Eloy. 1973. Anotaciones sobre las cuatro modalidades de arte rupestre en Arequipa (pictografías, petroglifos, arte rupestre mobiliar y geoglifos). Anales Científicos de la Universidad del Centro del Perú. 2:133-267. Huancayo.

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/[1] Artículo presentado a la revista Arte Rupestre No 2. Asociación de Estudios del Art Rupestre de Cochabamba. Bolivia.

[2] “Hue, Value and Chroma” Estas son las tres dimensiones porpuestas por la Escala Munsell de colores de suelos, que se usan combinadamente para describir todos los colores. (MUNSELL Soil Charts 2000 Edition)

[3] La forma como se obtiene la imagen del color es irrelevante a este efecto.

[4] Arte rupestre mobiliar y geoglifos son dos variaciones del arte rupestre peruano según la clasificación técnica propuesta por Eloy Linares Málaga en 1973.

Respuesta a Echevarría López

Por Robert Bednarik

Este comentario contine algunos errores de hecho y algunas sugerencias cuestionables. Las cuatro casillas de color en la Escala Estandar de IFRAO son de 2 x 2 cm, no 1 x 1 cm, y las densidades de reflexión anotadas refieren a las cuatro casillas en la escala de gris, no a los cuatro parches de color (0.0 es blanco, 2.0 es totalmente negro). La escala también lleva una escala milimétrica con cuatro muy pequeñas casillas de color diseñadas para fotografias en "close up" de pequeños objetos o detalles, la cual ha sido usada muy exitosamente en registro calibrado por microfotografía. Por lo tanto, estoy confundido porque el comentarista piensa que hay un problema cuando 'el artefacto es más pequeño que la escala'. Por el contrario, arte mobiliar no es arte rupestre aún si Linares Málaga pudo haber sugerido eso.

El comentarista está también preocupado que el uso de la Escala en otras disciplinas, tal como arqueología, pueda ser problemática. Mientras aplaudo su asignación de la arqueología como una disciplina separada y diferente no puedo seguir su razonamiento concerniente al uso de la Escala. Color y calibración de color son problemas de muchas disciplinas y éstas son uniformes en todas ellas. Éstas se aplican no sólo en este planeta, aplican presumiblemente a través del universo y en todas las disciplinas. Actualmente la Escala Estándar de IFRAO es usada no sólo en arqueología, sino también en sedimentología, geología, museología, análisis forenses (p.ej. por la CIA de Estados Unidos), publicación, conservación y muchos otros campos, aún en medicina (aparentemente el color preciso de algunos organos humanos internos es crítico para diagnóstico). El hecho que los geoglifos tiendan a ser más grandes me parece irrelevante: si uno quiere tomar una fotografía aérea de un geoglifo uno podría crear una versión similar más grande de la escala. Pero esto es innecesario para propósitos científicos: sería suficiente registrar las diferencias entre la patinación sobre y cerca del geoglifo. Igualmente, el más grande geoglifo en el mundo es mucho mayor de los 100 m. de largo, por lo tanto se aplica la misma cuestión. No puedo ver qué sentido tiene invalidar la utilidad de la Escala o que acción para remediarlo podría recomendar Echevarría López.

Robert Bednarik

RAR Editor

The IFRAO Standard Scale: a revision

By GORI TUMI ECHEVARRÍA LÓPEZ

The IFRAO Standard Scale is at present a remarkable tool for rock art recording at a worldwide level, but its specific function and benefit has not been explicitly exposed, at least for the Spanish-language researchers; for that reason a substantive revision of nature and use is required.

The IFRAO Standard Scale was originally developed by Robert G. Bednarik since 1990 with the intention to serve as comparative tool for the calibrated recording of rock art, that is to say to serve as physical parameter for the standardised documentation of the size and the colours of the cultural marks on rocks wherever these occur. From 1990 this proposal was revised technically, through an extensive consultation process, until a definitive version of the scale was released in 1994 (Bednarik 2007) and distributed worldwide.

Though the concept of ‘scale’ comparing the size of an object with another is not a new concept, its use as a comparative tool explicitly made for rock art was suggested with the intention to register or to document, in addition to the flat dimension, the variations of colours in the rock art, in the figurative image or in its support.

For this purpose Bednarik used Taylor et al.’s (1979: 306, mentioned by Bednarik 1994) proposal and included a representative element (the black and white ‘scale’) in the graphic record of rock art, adding four quadrangular spaces (1 × 1 cm) of calibrated colour with reflection densities of 0.0, 0.7, 1.6 and 2.0 (Bednarik 1994, 2007) that can be seen as pure colours of blue, green, yellow and red. These are fixed values that are included in the ‘standardisation’ concept applied to the scale.

The inclusion of the colours on a comparative matrix (the scale itself) improved the value of the recording tool by incorporating a new fixed dimensional category, the colour, in order to aim at technical calibration; that is to say for the quantifiable measure of hue, value and chroma of colour of the rock art and support to be recorded. This is the fundamental and most important difference of the IFRAO Standard Scale in respect to any common scale, the standardised conventional proposal of the record of the colour in the rock art.

Since the fixed colours of reference (the colour chips) are numerically calibrated, it is obvious that this can be adjusted regularly; in this way the scale does not only allow to fix precisely the physical situation of the natural or artificial colour of the elements against which it is compared (the rock marks,) but it allows to manipulate the numerical values on which it depends. Therefore the scale does not condition the registry to itself, like a physical object, but is a tool for calibration or measurement.

At this level the intrinsic physical conditions of the rock art (like the colour) are irrelevant; the reference of the scale for a basic comparative purpose, technical calibration or regular measurement, is good for estimating, documenting, registering or interpreting the rock art at the moment of recording the image with the Scale by mechanic or digital procedures (photographic in colour with reflex or digital camera).

The uses and benefits of use of the IFRAO Scale have been already considered (Bednarik 1994, 2007) and do not require further explanation. It is quite obvious that the use of a tool of digital calibration that does not depend on the tool itself — that is to say, that is functionally ambiguous — is going to allow the survival of the photographic registry of the rock art practically forever. This is what Bednarik calls ‘ultimate conservation method’; nevertheless, that ‘ultimate method’ only applies to the photos of rock art marks that include the IFRAO Scale, or any calibrated reference of colour that can be measured without depending on the scale itself. Beyond the colour the rock art marks are going to disappear inevitably as consequence of the taphonomic processes that affect them.

Aside from this it is necessary to recognise that the scale is basically successful in its efficiency. Bednarik, on the base of his extensive field experience, identified a methodological deficiency with implications in the registry and technical analysis of rock art, suggesting from this, as he reports (Bednarik 2007), a technical answer at the same level of the problem implied. The IFRAO Scale is therefore a specific design.

We must notice, nevertheless, that the technical specificity can be obviated by the standardisation and I believe that the use of the IFRAO Standard Scale in other disciplines must be reviewed critically. The IFRAO Scale can be deficient if is not used judiciously, which does not imply that it contains some intrinsic defects. Its use in archaeology, for example, can not be standardised at any level except when rock art is registered (considered like an archaeological artefact) and even here lacks value when the scale does not imply a technical utility in the proportional reference of the artefact (because the dimension of the artefact is smaller than the scale itself, or major in very big proportions) than for the Peruvian archaeology case can be mobiliary art or the geoglyphs (mobiliary art and geoglyphs are two variations of the Peruvian rock art according to the technical classification suggested by Eloy Linares Málaga in 1973).

Additionally, the scale of material associations in a regular archaeological excavation, to consider a complex example, cannot be quantified using a regular scale like the one of IFRAO, or when the information about colour on some materials requires a different colour or graphical record than that of the standard IFRAO type (it does not imply a negative record of the colour). The multiplicity of artefacts and archaeological materials, in Peru for example, goes beyond the precise values of the utility of the IFRAO Scale on standards of technical specificity, that in the regular conditions for conventional archaeology are not applied literally.

Nevertheless, the IFRAO Standard Scale is a remarkable tool for the recording and scientific study of the rock art and any other archaeological material to which it is applied under technical parameters, this is a clear example of Bednarik’s technical rationality and it must be evaluated at that level. Finally, I consider that the technical proposal of the use of a calibration tool in any cultural material implies a key of the conventional archaeology that condition the scientific value of the objects to its capacity to be measured.

Gori Tumi Echevarría López

San Marcos University

Peruvian Association of Rock Art (APAR)

References

Bednarik, R. G. 1994. Introducing the IFRAO Standard Scale. Rock Art Research 11: 74–75.

Bednarik, R. G. 2007. Rock art science. The scientific study of palaeoart. Aryan Books International, New Delhi.

Linares Málaga, E. 1973. Anotaciones sobre las cuatro modalidades de arte rupestre en Arequipa (pictografías, petroglifos, arte rupestre mobiliar y geoglifos). Anales Científicos de la Universidad del Centro del Perú 2: 133–267.

Reply to Echevarría López

By Robert Bednarik

This commentary contains some errors of fact and some questionable suggestions. The four colour chips on the IFRAO Standard Scale are 2 x 2 cm, not 1 x 1 cm, and the quoted reflection densities refer to the four greyscale chips, not the colour patches (0.0 is white, 2.0 is full black). The Scale also bears a millimetre scale with four very small colour chips, intended for close-up photography of small objects or details, which has been used very successfully in calibrated recording by microphotography. Therefore I am mystified why the commentator thinks there is a problem when 'the artefact is smaller than the Scale'. Conversely, mobiliary palaeoart is not rock art, even if Linares Malaga might have suggested so.

The commentator is also concerned that the use of the Scale in other disciplines, such as archaeology, may be problematic. While I applaud his assignment of archaeology to a separate and different discipline, I cannot follow his reasoning concerning the use of the Scale. Colour and colour calibration are issues of many disciplines, and they are uniform in all of them. They apply not only on this planet; they apply presumably throughout the universe, and in all disciplines. Currently the IFRAO Standard Scale is used not only in archaeology, but also in sedimentology, geology, museology, forensics (e.g. by the CIA of the United States), publishing, conservation and many other fields, even in medicine (apparently the precise colour of some internal human organs is critical to diagnosis). The fact that geoglyphs tend to be very large seems irrelevant to me: if one wanted to take an aerial photograph of a geoglyph, one could create a large similar version of the Scale. But this is unnecessary for scientific purposes: it would suffice to record the differences between the patination on and near the geoglyph. Conversely, the largest petroglyph in the world is well over 100 m long, therefore the same issue applies. I cannot see in what sense this invalidates the utility of the Scale, or what remedial action Echevarria Lopez would recommend.

Robert G. Bednarik

Editor