Presentación Vol 2, No 8

Boletín APAR Vol 2, No 8. Mayo 2011

La Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR) tiene la enorme satisfacción de presentar el nuevo número del Boletín APAR (Vol. 2, No. 8), que trae un valioso grupo de artículos de investigación sobre las quilcas del litoral y sierra de Lima, además de apuntes teoréticos y reportes sobre recientes hallazgos arqueológicos. Las temáticas exploradas por este número son destacadas y creemos que se está avanzando en aspectos interpretativos y en la exploración de contemporáneas formas de cognición sobre las quilcas, más allá de las planas experiencias estéticas o descriptivas. Cada número del Boletín es además un pequeño tributo a aquellos investigadores nacionales que tanto se han esforzado por estudiar y comprender los mensajes que nos han dejado nuestros padres y ancestros, y sin cuyo trabajo nosotros estaríamos en cierta forma desamparados de una tradición continua de investigación rupestre; felizmente, en todo lo opuesto, podemos medir nuestro avance en relación a las extraordinarias contribuciones de grandes maestros como Andrés Marmol, cuyo trabajo sobre Lachay es reproducido en esta edición del Boletín APAR.

El primer artículo, de los arqueólogos Rubén Wong y Gori Tumi, es un intento actualizado de establecer el origen, antigüedad y dispersión de la primera escritura en el Perú, sobre la base de la identificación técnica de un cúmulo de quilcas arqueológicas y su comprensión en un sistema complejo de expresión ideográfica y transmisión de ideas. Esta propuesta establece un parámetro temporal de 2000 años para la vigencia del fenómeno en la costa central, que es apareado con los grandes procesos civilizatorios del Perú largamente reconocidos por sus obras arquitectónicas. Los autores sugieren que la escritura en el Perú tuvo un desarrollo truncado debido a los propios procesos que caracterizaron el complejo socio cultural temprano de la costa central, que fueron impactados por la égida y el impacto de la cultura Chavín, tal como fue definida por Julio C. Tello de las primeras décadas del siglo pasado. Esta es una propuesta que debe ser cuidadosamente evaluada, especialmente considerando lo que se conoce del problema en el Perú, cuyo examen estuvo lamentablemente prejuiciado lo que desmereció los extraordinarios y enormes esfuerzos de Larco Hoyle, o Victoria de la Jara, entre otros, por descifrar la escritura nacional.

Por otra parte, Gori Tumi republica dos interesantes estudios sobre las quilcas de las lomas costeras de Lima, las de Lachay, en Huaral, y las de Quebrada Verde en Pachacamac, Lurín. El primer trabajo se publicó originalmente en 1996 sobre la base de una muestra restringida de quilcas que fueron examinadas y mostradas al autor por el Dr. Alberto Bueno Mendoza en 1992. Este estudio se presenta aquí con un post scriptum llamado “critica y contribución” donde el autor enjuicia varias de sus aportaciones originales al estudio de estos materiales, destacando también algunas importantes contribuciones como el análisis multivariable, no interpretativo, la estimación de la multitemporalidad de las escenas pintadas, y la valides de la secuencia general propuesta, con al menos cuatro fases diferenciadas con implicancias culturales. El trabajo en Quebrada Verde es también un ejercicio de análisis material, destacando una secuencia de varias fases cuyas connotaciones culturales son también particulares. Quebrada Verde es una muestra de la dificultad para la contextualización de un complejo multitemporal de quilcas, cuyo nivel de relación a conocidos ensamblajes culturales en un valle, no establece, per se, una vinculación o inclusión cultural directa. Ambos trabajos son de alguna forma complementarios para una zona ecológica parecida, no obstante su gran diferenciación arqueológica y representativa; y es concluyente que ambos yacimientos son totalmente individuales. La versión on line de estos artículos en el Boletín contiene las fotografías a color que no se anexaron en sus ediciones originales.

Por su lado los arqueólogos Pieter Van Dalen y Pedro Patrocinio presentan un valioso reporte de sus trabajos en la zona de Huarochirí, donde registraron varias estaciones con pinturas rupestres asociadas espacialmente a los sitios de Suni y Mansilla en la cuenca del río Mala. Los registros de estas evidencias como parte componente de extensos sitios arqueológicos es fundamental para la inclusión coherente de las quilcas dentro de amplios complejos artefactuales, evitando así su desagregación física, que se da frecuentemente al tratar las quilcas independientemente de su entorno. Más allá de eso, la articulación arqueológica de estas evidencias constituye un problema independiente y los autores muestran una orientación arqueológica que puede estimarse como un modelo de aproximación técnica al tratamiento general de la evidencia, incluyéndola en un contexto material primario, y haciendo una descripción básica que debe necesariamente preceder un análisis técnico más profundo. El arte rupestre es un delicado material arqueológico que merece toda la prolijidad técnica en su tratamiento, y creo que este estudio es un avance técnico dentro de un estándar serio de investigación e inclusión cultural de las quilcas de estos sitios, y eso es algo muy destacable.

Un caso completamente aparte son los dos estudios del arqueólogo Enrique Ruiz Alba sobre “estilos cognitivos” y “logo-centrismo”, los que son aproximaciones teóricas filosóficas al problema de la cognición y reconocimiento de las formas de aprehensión de las quilcas o arte rupestre. Estas aproximaciones son basales en la consideración técnica de los problemas de la racionalización actual de estos fenómenos, que pueden influir en la comprensión o entendimiento de las quilcas y su enorme fenómeno cognitivo – explicativo, cuyas consecuencias son la expresión gráfica genérica, abstracta o figurativa, la escritura, o el arte en el Perú antiguo. Trabajos de este tipo son altamente requeridos para redundar intelectualmente en nuestra propia visión de este tipo de evidencia arqueológica, y pensamos que el arqueólogo Enrique Ruiz esta adentrándose a un altamente complejo medio conceptual que refleja su muy elevado interés en nuestras quilcas.

Finalmente cerramos la edición con un reporte preliminar sobre los recientemente descubiertos geoglifos de Lomas de Cerro Campana, maravillosas evidencias arqueológicas que se encuentran en peligro de ser destruidas por la expansión industrial de Huanchaco y Trujillo. El reporte se centra en la valorización técnica de la importancia del material arqueológico hallado y sus posibilidades cognitivas. Como se desprende del reporte, estos "microgeoglifos" son una evidencia única en su tipo y su existencia actual se debe a notables factores ambientales y bióticos, lo cuales han permitido la supervivencia de imágenes antropomorfas formadas por acumulaciones de tierra, que en otras condiciones no hubiesen podido llegar hasta nosotros. Esta “ventana tafonómica”, si queremos llamarla así, permite la notable oportunidad de poder estudiar una evidencia gráfica excluyente cuyos significados y mansajes solo pueden ser comprendidos o estudiados en sus propias cualidades intrínsecas. Más allá del material, este reporte es también un clamor por la supervivencia de las quilcas en todas sus formas, las que afrontan hoy más que nunca una crisis de conservación generalizada.

Queremos decir además, que el número 8 del Boletín APAR cierra dos año continuos de publicaciones ininterrumpidas en pro de la investigación rupestre peruana, demostrando sin duda, que los estudios nacionales en nuestro legado cultural, el legado de nuestros padres y ancestros, son continuos, sólidos e indetenibles, eso nos alegra y nos alienta.

El Editor

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Asociación Peruana de Arte Rupestre