Arte Rupestre Peruano. Una Introducción

Artículo presentado a Tacna Cultural, Gaceta de la Dirección Regional de Cultura – Tacna.

20 de julio del 2009

Versión corregida (Octubre 2010)

Arte rupestre peruano, historia y significado. Una Introducción.

Gori Tumi ECHEVARRIA LOPEZ

Las quilcas del Perú o el arte rupestre peruano (las marcas antropicas en las rocas) son uno de los más preciados bienes culturales del país y al mismo tiempo uno de los menos comprendidos. De su existencia se tienen referencias continuas desde la conquista y la colonia en cronistas como Cieza de León (que escribió su crónica entre 1548 y 1550) o Fray Antonio de la Calancha (que escribiera su crónica a partir de 1631), sin embargo su conocimiento y descripción más consistente para nuestro tiempo se inicia recién en el siglo XIX por el interés de algunos intelectuales peruanos ilustrados como Mariano Eduardo de Rivero (1851 [1958]), o el de viajeros cultos como Thomas Hutchinson (1873) o George Squier (1877) entre otros. No obstante estos tempranos acercamientos, el estudio técnico de las quilcas o arte rupestre peruano empieza definitivamente en el siglo XX con dos sucesos transcendentales: el descubrimiento, en 1925, del sitio arqueológico con petroglifos de Checta (Fig. 1) ubicado en el valle del Yangas (río Chillón), Lima, que fuera realizado por el Catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Monseñor Pedro E. Villar Córdoba (1935) [Fig 2]. Y en segundo lugar con el descubrimiento, en 1926, de las líneas de Nasca, realizado por el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe (Fig. 3) dentro de programa de expediciones arqueológicas a la Península de Paracas y a los valles de Nasca, que fueran dirigidos por el famoso arqueólogo y gran sabio nacional Dr. Julio C. Tello, auspiciado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (Fung 1982)

A partir de estos extraordinarios hallazgos las quilcas del Perú, el arte rupestre peruano, ha sido objeto de numerosas investigaciones, posteriores. Así tenemos que en año de 1925 Luis E. Valcarcel (Fig 4) publica uno de los primeros trabajos sobre las quilcas del Cusco, iniciando una larga historia de investigaciones en la cuenca del río Urubamba y el valle de la Convención. Por su parte en 1936, el amauta Javier Pulgar Vidal (Fig. 5) establece la primera asociación directa entre el término “Quilca” y arte rupestre al explorar la roca de “Quilla Rumi” ubicada sobre el río Higueras en Huanuco, y donde descubriera cientos de “signos ideográficos” (pinturas rupestres) [Fig 6]. En 1937 Julio C. Tello (Fig. 7) va a descubrir y estudiar el canal de Kumbemayo donde encuentra numerosas quilcas, las que registra como parte de los trabajos del Programa de la Expedición al Marañón, una de las empresas arqueológicas más brillantes de la historia peruana. En 1947 Pulgar Vidal funda el Departamento de Investigaciones Toponímicas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos iniciando así el más importante proyecto de investigación rupestre en el Perú, descubriendo, gracias al uso del topónimo “quilca”, decenas de “centros de quilcas” (sitios arqueológico con arte rupestre) principalmente en las exploraciones que dirigió en los departamentos de Huanuco y de Lima (Pulgar 1962-1963). En 1951 el Dr. Eloy Linares Málaga (Fig 8) va a realizar el descubrimiento científico del sitio de Toro Muerto o Hatumquilcapampa en la cuenca del rio Majes, auspiciado por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. En 1954 el Dr. Federico Kauffmann Doig (ver Fig. 2) estudia las quilcas coloniales del la arquitectura estilo Cusco imperial de Huamanga, con lo que obtuvo su grado académico en la Universidad de San Marcos. En 1957 Luis A. Pardo publica su enjundioso estudio sobre las quilcas de La Convención en el Cusco. Y ya, hasta 1960, el Dr. Eloy Linares Málaga habrá introducido los estudios formal - estadísticos para el análisis del arte rupestre peruano (Linares 1960).

A partir de 1960, las investigaciones rupestres se diversifican incidiéndose en los estudios artísticos y en el establecimiento de la antigüedad del arte rupestre, reportándose importantes trabajos como los de Augusto Cardich en Lauricocha (1964) [Fig 9], de Rogger Ravines en Caru (1967), de Máximo Neyra en Sumbay (1968) [Fig. 10], de Toribio Mejía Xesspe en Monte Calvario - Catache (1968) y de Jorge C, Muelle en el famoso sitio de Toquepala (1969) [Fig 11 y 12]. Ya en la década de 1970 Eloy Linares Málaga va a definir la tipología del arte rupestre y realizar estudios sistemáticos en el sur del país que incluyeron los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna. Por otra parte muchos otros autores amplían notablemente el conocimiento de este material cultural en el Perú abarcando todas las variaciones materiales del arte rupestre: Petroglifos, Pinturas, Arte Rupestre Mobiliar, y Geoglifos (Linares 1974). Destacan a partir de 1970 los trabajos de Bonavia y Ravines para las pinturas de Cuchimachay (ver Fig. 1) [Ver Fig.2], Lorenzo Rosello para los geoglifos de Lima (1978), Jaime Miasta para las pinturas del Chinchipe en Cajamarca (1979), Isabel Flores para los petroglifos de Miculla (1979), Jean Guffroy para los petroglifos de Checta (1979), Alberto Bueno para las pinturas del Chinchipe (1982), Núñez Jiménez para los petroglifos de la costa peruana (1986), Ruth Shady y Arturo Ruiz para las pinturas de Amazonas (1987), Alberto Bueno y Terence Griedder para los petroglifos de la Galgada en Ancash (1988), Daniel Morales para Toquepala (1993), entre otros.

En la actualidad las investigaciones son muy numerosas y variadas. Por citar un caso, sólo en Tacna existen relevantes y sistemáticos esfuerzos por estudiar este material cultural y los trabajos de Ravines (1967, 1967-1968, 1986, 1990), Isabel Flores (1979), Ayca Gallegos (1979, 1987), Eloy Linares Málaga (2004), Jesús Gordillo y Marko López (1987), Jesús Gordillo (1989, 1991, 1992, 1993, 1996, 2001, 2007), Adán Umire (2009), Bertha Flores y Cecilia Tirado (2009), J. Gordillo, A. Unimre y G. T. Echevarría (2010) entro otros, son claros ejemplos del interés, continuidad y amplitud de estos estudios.

Pero a qué se debe esta progresión, por qué es importante estudiar el arte rupestre?

Es evidente que desde comienzos del siglo pasado el arte antiguo peruano ha adquirido mayor importancia entre los investigadores al considerársele un bien cultural con un gran significado social, en este sentido, las quilcas o arte rupestre son muy valiosas porque constituyen uno de los pocos testimonios arqueológicos de arte antiguo que generalmente no están sujetos a los parámetros regulares de figuración que caracteriza el arte de la mayoría de las culturas clásicas andinas, como sucede por ejemplo con Chavín, Nasca o Chachapoyas. Este aspecto del arte rupestre es fundamental porque si entendemos estas evidencias (las quilcas) podremos entender parte de los procesos cognitivos de los pobladores antiguos del Perú, que no estaban regidos necesariamente por reglas de representación formal. Visto así debe comprenderse que las quilcas o arte rupestre constituyen un extraordinario material arqueológico, sumamente delicado, y que guarda una información clave para comprender el pensamiento y vida de nuestros ancestros.

Como un bien arqueológico el arte rupestre tiene propiedades particulares que debe ser tomadas en cuenta para su protección y estudio, y estas son: la imagen figurada o el motivo (percutido o pintado), el soporte de roca, su entorno inmediato (donde están las evidencias de su producción material) y el paisaje (que implica en la conservación y el significado de la evidencia). Si no se conservan todas estas propiedades es prácticamente imposible poder estudiar a cabalidad estas notables reliquias. Cada aspecto material del arte rupestre tiene un determinado valor cultural de alto contenido social, así la selección del sitio implica al paisaje, y la selección de la roca implica al entorno (para producir el motivo) y la selección de la imagen implica al pensamiento y vida de los hombres que hicieron las quilcas o el arte rupestre.

El año 2007 la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR) propuso el primer “Código de Ética Para Visitas a Sitios con Arte Rupestre” https://sites.google.com/site/aparperu/home/ethics/codigo-apar que contempla el respeto por las propiedades físicas de este material, lo que permite coadyuvar a la conservación de los sitios arqueológicos con quilcas o arte rupestre peruano. En la actualidad las perspectivas científicas en la investigación y conservación del arte rupestre peruano contemplan tanto la protección como la puesta en valor de estos sitios (como se hecho en Tacna con Toquelapa o Miculla), pero fundamentalmente el estudio serio y programático de esta evidencia; dirigido y llevado a cabo por arqueólogos capacitados, formados en las universidades peruanas y avalados por la instituciones nacionales como el Instituto Nacional de Cultura-INC (ahora Ministerio de Cultura). Si nosotros actuamos en esta dirección y seguimos el ejemplo de los grandes investigadores nacionales como Pedro E. Villar Córdoba, Javier Pulgar Vidal, Julio C. Tello, Toribio Mejía Xesspe o Eloy Linares Málaga, pronto podremos incluir este artefacto, las quilcas del Perú, dentro de las claves de nuestra milenaria historia nacional.

Gori Tumi Echevarría López

Arqueólogo, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Presidente, Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR)

https://sites.google.com/site/aparperu/

E-mail: goritumi@gmail.com

Figuras

Figura 1. Sitio arqueológico con quilcas de Checta. Foto Gori Tumi, 2006

Figura 2. En la foto los arqueólogos Monseñor Pedro E. Villar Córdoba, Duccio Bonavia, Luis Lumbreras. Federico Kauffmann Doig, Toribio Mejía Xesspe y Jorge C. Muelle. Tomado de Kauffman, 1973.

Figura 3. Toribio Mejia Xesspe. Tomado de Tauro, 2001

Figura 4. Luis E. Valcarcel. Tomado de Valcarcel, 1981.

Figura 5. Javier Pulgar Vidal. UAP, Fondo Edoitorial, s/f.

Figura 6. Quilca del sitio arqueológico Quillrumi. Tomado de Barrantes, 1959-1960.

Figura 7. El sabio Julio C. Tello en Yanakancha. Expedición Arqueológica al Marañón, 1937. Archivo Tello, UNMSM.

Figura 8. Dr. Eloy Linares Málaga. ELM.

Figura 9. Dr. Augusto Cardich. Tomado de Tauro, 2001

Figura 10. Dr. Máximo Neyra Avendaño. Foto Gori Tumi 2004.

Figura 11. Dr. Jorge C. Muelle. Tomado de Arqueológicas 15, 1974.

Figura 12. Quilcas de Toquepala. Pedro Rojas Ponce.

Para citar este Artículo:

Gori Tumi ECHEVARRIA LOPEZ. 2010. Arte rupestre peruano, historia y significado. Una Introducción. Sitio Web de la Asociación Peruana de Arte Rupestre (APAR), disponible en línea en: https://sites.google.com/site/aparperu/home/reportes-articulos-reports-articles/arte-rupestre-peruano-introduccion