La colmena está poblada durante todo el año por miles de abejas y una sola reina; en primavera y verano también les acompañan los pesados zánganos. Las estaciones, muy marcadas en este territorio, hacen que las abejas evolucionen de una forma u otra. Ellas trabajan y dimensionan su vida dependiendo de lo que las ofrece la madre naturaleza: calor, frío, lluvias, sequías, etc.
Vamos a seguir la vida de las abejas, como si estuviéramos dentro de la colmena conviviendo con ellas.
Son insectos sociales de la especie Apis Mellifica, perteneciente al orden Hymenóptera. Viven en colonias de alrededor de 50.000 miembros, conteniendo una sola reina, algunos miles de Zánganos y el resto, obreras.
Especies de abejas.
La superfamilia Apoidea incluye alrededor de 17.000 especies distribuidas por todo el planeta. Dentro de esta gran superfamilia, son la familia Apidae (Apidos) donde están englobadas nuestras abejas domésticas, junto con los abejorros, las abejas solitarias y las abejas de las orquídeas. La subfamilia que engloba a las abejas domésticas es la Apinae, caracterizada por haber desarrollado comportamientos sociales y poseer un cestillo en las patas traseras, para recoger y transportar el polen de las flores.
El género Apis, constituido por abejas con una lengua larga adaptada para la succión del néctar de las flores, contiene nueve especies:
Apis andreniformis: Distribuida por extensas regiones de Asia.
Apis cerana.
© Indian Institute of Information Technology & Management – Keral
Apis dorsata: Conocida como abeja gigante, se encuentra en Malasia, Indonesia, Filipinas y Pakistán. Construye sus panales al aire libre, colgados de rocas o ramas de árboles.
Apis cerana: También se distribuye por Asia, cohabitando con la Apis andreniformis. Guarda una gran similitud con Apis mellifera. También es conocida con el nombre de abeja india.
Apis florea: Extendida por todo el sur de Asia, Indonesia y Malasia.
Apis dorsata.
© Indian Institute of Information Technology & Management – Keral
Apis koschevniikovi: Distribuida por Indonesia, Java, Sumatra y Borneo.
Apis florea.
© Indian Institute of Information Technology & Management – Keral
Apis laboriosa: Ha conseguido adaptarse y sobrevivir a las duras condiciones que impone la Cordillera del Himalaya, donde vive entre los 3.000 y 5.000 metros de altitud.
Apis mellifera: Es la abeja doméstica europea.
Apis nigrocincta: Se encuentra en Indonesia,
Apis nuluensis: Ha colonizado las montañas de Borneo.
Apis mellifera mellifera
La abeja europea, también conocida como la abeja doméstica o melífera lleva el nombre científico de Apis mellifera. Es la especie de abeja con mayor distribución en el mundo. Originaria de Europa, África y parte de Asia, fue introducida en América y Oceanía. Fue clasificada por Carolus Linnaeus en 1758. A partir de entonces numerosos taxónomos describieron variedades geográficas o subespecies que, en la actualidad, superan las 30 razas, si bien las mezclas y cruzamientos con el afán de aumentar la productividad, hacen que los diversos eco tipos se homogenicen.
Apis mellifera ligustica.
El caso más llamativo de hibridación es la abeja Buckfast, resultado de diferentes cruzamientos de subespecies de la abejas melíferas occidental (Apis mellifera). El Hermano Adán, Karl Kehrle, a cargo de la apicultura de la Abadía de Buckfast (Inglaterra), realizó numerosos cruzamientos que dieron lugar a esta abeja resistentes a enfermedades creando un vigoroso híbrido, conocido en la actualidad como la abeja de Buckfast entre apicultores. Esta selección, contiene caracteres especialmente de dos raza ligustica y mellifera. Este híbrido tiene genética de Apis mellifera sahariensis y Apis mellifera carnica. En Francia, el 15 % de los apicultores utilizan abejas Buckfast, principalmente en el norte y este. La sustitución natural de la reina es menor en los híbridos que en abejas de líneas puras. En la producción de jalea real se utilizan híbridos de caucasica x ligustica o de ligustica x con mayor distribución en el mundo. Originaria de caucasica. Hay apicultores que cruzan abeja Bucfast con razas de Apis mellifera
Apis laboriosa.
Así, hay autores que hablan de la Apismellifera mellifera que ocuparía toda Europa occidental (excepto Italia), pero también hay otros que hablan de abeja ibérica e incluso de eco tipos cantábricos, mediterráneos...
La raza de abeja melífera más criada en el mundo, es la Apis mellifera ligustica o abeja italiana, de una tonalidad amarillenta (parecen avispas). Su principal valor es la mansedumbre (casi no pican), además es muy prolífica. En España, muchos han sido los intentos de introducirlas en los apiarios profesionales, pero todos han fracasado, debido unas veces, a las diferencias de manejo con la abeja ibérica, y otras, porque la propia abeja ligustica se ha ido "disolviendo" entre las ibéricas, hasta desaparecer.
Viven en colonias compuestas por alrededor de 50.000 abejas (en primavera pueden llegar hasta las 80.000), con una sola reina, madre y soberana de toda la clase social obrera y de varios miles de zánganos.
La reina es la madre de toda la familia y la única hembra perfecta. Solo ella puede poner huevos fecundados o no fecundados. De los fecundados nacen abejas obreras, de los no fecundados salen zánganos.
Las obreras (hembras imperfectas), realizan todas las tareas domésticas, desde el cuidado de los huevos hasta la limpieza de la colmena.
Los zánganos (machos de la especie), tienen como misión principal fecundar a las futuras reinas, aunque también ayudan a las obreras, aunque sea de forma involuntaria.
Tanto la reina, como las obreras y los machos, no pueden vivir mucho tiempo separados; su interdependencia es clave para la subsistencia de la colonia.
Las abejas poseen una organización no igualada por otras especies, con una compleja distribución de tareas, y una sola reina madre que ejerce el poder mientras es fuerte y vigorosa, todos juntos progresan, por separado mueren en pocas horas.
La colonia de abejas es una súper sociedad (un poco más adelantada que la nuestra), todas trabajan para todas, todas tienen su trabajo en cada momento, todas se ayudan, todas forman algo superior que las protege: la colonia o enjambre. Reflejo de este hecho, es que los apicultores hablamos de una colmena sana o enferma o, incluso, de la muerte de una colonia aunque en ella todavía vivan varios cientos de abejas.
Principalmente están hechos con gruesos troncos de roble, a los que se les vacía por dentro. Para ahorrar trabajo, se buscaban en los robledales, troncos, que con el paso de los años ya habían quedado con grandes cavidades en el centro del tronco. Una vez encontrado el tronco de roble ideal, se serraba longitudinalmente, obteniendo trozos de 1,20 metros aproximadamente. Los trozos de roble, eran transportados mediante caballerías y carros, hasta las viviendas habituales situadas en los pueblos, allí y durante las largas noches de invierno, se acababan de vaciar por dentro mediante cuñas de hierro que se iban incrustando por las dos lados. La madera resultante, se utilizaba en las cocinas para dar calor y cocinar.
En el interior del hueco obtenido, se colocaban dos palos en forma de cruz, hacia la mitad del tronco: son las llamadas trencas. Esta cruz, marcaba el tope a la hora de extraer los panales de los cuezos.
Las bases que sustentaban los cuezos eran lachas de piedra, buscadas cerca de los asentamientos de las colmenas. De cubre panales se utilizaban tres o cuatro tablas, que encajaban en una hendidura hecha alrededor del tronco, después se colocaba materia vegetal que hacía de aislante, principalmente paja o helechos. Por último, haciendo de tejado, se colocaba una gran losa de piedra.
Fabricar los cuezos, suponía muchas horas de trabajo y dedicación, pero el resultado que daban en el campo era óptimo. El tronco de roble aislaba muy bien a las abejas de las inclemencias del tiempo, tan extremo en los territorios donde se utilizan, donde los inviernos son muy fríos con muchas nevadas, quedando los cuezos tapados por la nieve durante muchos días.
También suponía un buen refugio, para los numerosos depredadores que rondaban los colmenares en busca d e la codiciada miel, osos, garduños, y zorros apremiados por la escasa comida y los largos inviernos, intentaban por todos los medios robar algo de miel de los cuezos.
Cuezos en la Sierra de la Demanda. (Burgos)© mielarlanza.com
Abejas y cría en un panal.
Cuezos en primavera.
Cuezo centenario.
El sistema de producción de miel en los cuezos era muy sencillo. En primavera se instalaban en los colmenares, en espera de que los nuevos enjambres los poblaran. Como estos troncos de roble han sido utilizados de forma habitual por los enjambres de abejas silvestres, durante miles de años, son aceptados rápidamente por las nuevas colonias de abejas. Una vez instalado el nuevo enjambre en el cuezo, lo único que había que hacer, era esperar a que las condiciones climatológicas fueran favorables para el buen desarrollo de la colonia. Los cuezos, se dejaban pasar el invierno con toda la miel recolectada, solo a la salida del invierno, generalmente y dependiendo del tiempo durante los meses de febrero, marzo y abril, se procedía a la extracción de los panales de miel. La cruz de palos, instalada en el centro del cuezo, marcaba el máximo hasta donde se podían cortar los panales de miel, de ahí para abajo, se dejaba para que la colonia no tuviera demasiadas dificultades para desarrollarse en la ya incipiente primavera. La miel extraída, siempre era la que las abejas no habían necesitado para pasar el invierno, era la miel sobrante de la colonia, que las abejas regalaban a sus cuidadores por los servicios prestados.
Enero, mes de descanso.
Enero.
Este es un mes de descanso en la colmena. Las abejas para protegerse del frío forman un gran racimo dentro de la colmena; la reina se coloca en medio de todas sus hijas. Cuanto más frío hace, más se aprieta el racimo y más miel consumen, es su forma de mantener el calor. Las abejas que están en la periferia del racimo, al quedarse frías, se introducen más adentro para calentarse, y las del centro las reemplazan. En las noches heladoras del mes de enero, el racimo de abejas tiene mucho movimiento, las abejas se quedan frías muy rápido, entonces el remplazo de abejas calientes por frías tiene que ser muy rápido, de lo contrario muchas abejas del exterior del racimo morirían de frío. Hay años, que las colmenas se pasan cubiertas de nieve todo el mes.
Colmenas invernando, con la primera nevada del invierno.
Si sale algún día soleado, en las horas centrales del día cuando la temperatura se hace más agradable, las obreras limpiadoras dedican su trabajo a extraer de la colmena las abejas que han muerto de frío durante el invierno. Quizá algunos avellanos tengan ya flores y unas pocas abejas se decidan a recoger polen, pero siempre en pocas cantidades. La reina, con los días un poco más largos y el poco polen que meten algunas pecoreadoras, se decidirá a poner los primeros huevos del año. Las primeras larvas no son alimentadas por abejas nodrizas (jóvenes), ya que en la colmena hace meses, que no nace una sola abeja.
Las abejas, después de permanecer todo el invierno sin salir de la colmena comienzan los vuelos de purificación, que se incrementan día tras día al estar el tiempo más soleado y cálido. Las obreras limpiadoras continúan con el aseo de la colmena, ahora un poco más a fondo.
Si en el invierno entró algún ratón u otro insecto, tan grande, que no lo pudieran sacar las abejas por la piquera, o porque pesa demasiado. Las obreras embalsamadoras, se dedican a recubrir el cuerpo intruso de una capa de propóleos; de esta forma, construyen un gran sarcófago donde el intruso queda alojado durante muchos años. Esta envoltura de propóleos hace de contención y de conservante, ya que impide la putrefacción del cuerpo embalsamado.
Las primeras abejas empiezan a nacer, la colmena ya dispone de las abejas nodrizas necesarias, para alimentar a las numerosas larvas que ya se encuentran en los paneles de cría.
Abejas obreras naciendo de las celdas.
Febrero, avellanos en la ribera del río Arlanza.
Celdas con cría operculada y larvas a punto de opercular.
Las abejas obreras que aguantaron el duro invierno, empiezan a morir, acaban su vida muy lejos de la colmena. Cuando ven llegar sus últimos momentos, salen de la colmena y vuelan lejos hasta acabar sus fuerzas cayendo muertas. Nunca mueren dentro de la colmena, a no ser que sea por accidente o en los duros inviernos, por el frío.
La reina comienza a ponerse en forma, y si los aportes de néctar y polen son elevados, llega a poner 1000 huevos al día. Las larvas azuladas, con reflejos nacarados, acostadas sobre un lado, en el fondo de la celda llena de jalea, empiezan a llenar los panales. Abril, suele ser un mes muy inestable, las reservas de miel pueden bajar rápidamente dentro de la colmena, causando una hambruna en el enjambre, que de no remediarse puede llevarles a la muerte.
Junto con junio, son los meses en que la primavera "explota", por tanto, la entrada de néctar y polen en la colmena es muy abundante. Los días y sobre todo, las noches, son más calurosas, las condiciones son óptimas para que la colonia llegue al máximo de su desarrollo. Los primeros zánganos empiezan a nacer y andan remolones por todos los panales. La reina ya está en plena forma y llega a poner más de 2000 huevos al día, pronto se quedará sin panales para aovar, la enjambrazón se está preparando. La colmena está al borde del aforo permitido. Nacen miles de nodrizas que segregan jalea real en grandes cantidades y las abejas obreras, deciden construir las primeras celdas reales. La reina rápidamente depositará en ellas un huevo, que será inundado de jalea real tres días después, en menos de dos semanas las nuevas reinas nacerán. La vieja reina, si todavía tiene fuerzas y es vigorosa, saldrá de la colmena acompañada de millares de abejas y zánganos; la procreación de la colonia se ha consumado, un nuevo enjambre ha nacido. Si la reina esta vieja y agotada, no tardará mucho en morir, sus propias hijas la sacrificarán por el bien de la colonia.
En junio la colonia de abejas llega a su máximo desarrollo de población, las colonias que han enjambrado, tendrán todo el verano para reponerse de la perdida de abejas y miel.
Las jóvenes reinas salen nerviosas de las celdas reales, como si adivinaran que un duelo a muerte es eminente. De todas las reinas nacidas, solo una puede quedar con vida, que será la reina suprema de toda la colmena. La primera selección la hacen las propias abejas obreras, las reinas que salen defectuosas o poco vigorosas son rápidamente eliminadas. Las mejores reinas entablan la lucha sobre los panales, solo la más fuerte y ágil conseguirá ganar los sucesivos duelos.
Una vez concluida la selección de reinas, la vencedora, se torna más tranquila y se dedica a extender sus feromonas por la colonia para controlar a las abejas obreras, que también están nerviosas después de perder su vieja reina. La nueva reina, después de 3 ó 4 días de descanso en el interior de la colmena, se decide a salir al aire libre, será la primera y última vez que sale de la colmena. Después de probar y desentumecer sus alas, en un día cálido y soleado inicia un vuelo en hélice, al principio lentamente, después con giros cada vez mayores y más rápidos. Los zánganos vuelan a millares por encima de la colmenas, cubriendo un círculo de centenares de metros de diámetro. Cada año, en estos meses, denotan su presencia por un intenso zumbido, comparable al de un enjambre dispersado.
Las colonias dejan de criar con tanta intensidad, unas por no tener reina, las otras, ya llegaron al máximo de desarrollo y ahora se dedican a recoger miel y guardarla en las alzas melarias.
Empiezan los calores, el campo se va agostando y las abejas, intentan aprovechar las floraciones que aún quedan. Las colmenas que no enjambraron, cuentan con miles de abejas (de 60.000 a 100.000) pecoreadotas que invaden las flores en busca del preciado néctar, si el tiempo acompaña, recogerán una buena cosecha de miel.
Las colonias que enjambraron, se dedican a reponerse de la perdida de abejas y miel. La joven reina, ya fecundada, comenzará su puesta. Un nuevo reinado se establece en la colmena, se extenderá a lo largo de varios años, siempre que no haya accidentes o la colonia decida procrear en la próxima primavera.
Los zánganos que aún quedan con vida, poco a poco son echados de las colonias, ya han cumplido su labor. Si los aportes de néctar son importantes son tolerados unas semanas más, por el contrario, si la penuria de alimento es eminente son sacrificados sin contemplaciones.
En estos días las temperaturas llegan a subir hasta los 40 grados, las colmenas necesitan refrigerarse para que los panales de cera no se fundan, una legión de abejas aguadoras trabajan recogiendo agua y depositándola sobre los panales. Sus compañeras, agitan las alas para evaporar las gotitas de agua depositadas, consiguiendo crear corrientes de aire fresco y húmedo que refrigeran la colmena.
Las tormentas de verano suelen ser frecuentes en este mes, el agua refresca las plantas y las provee de nueva fuerza. Las grandes floraciones de espliego y brezo son inminentes, las abejas sacarán grandes cantidades de néctar que a los pocos días se transformará en miel. Si el tiempo acompaña con lluvias y buena temperatura la cosecha de miel será buena, por el contrario, si las lluvias no aparecen, las flores estarán agotadas y mustias; las abejas encontrarán los nectarios vacíos, volverán a la colmena agotadas y con el buche vacío.
La reina empezará de nuevo la puesta, dependiendo de las precipitaciones, será más o menos abundante. Hay que remplazar a las agotadas pecoreadoras que han trabajado hasta la extenuación durante todo el verano. Después de tanto trabajo, es raro que lleguen a vivir más de 30 ó 40 días.
El agua escasea en este mes, el calor y la nueva cría, hacen que las necesidades de agua en la colmena aumenten, numerosas obreras aguadoras trabajan incansables para saciar la sed de la colonia.
Obrera aguadora "cargando" agua.
Las abejas, ventilan la colmena haciendo vibrar sus alas a una velocidad de 200 veces por minuto.
Jóven reina saliendo de la realera.
Enjambre de abejas recién salido de una colmena.
vida en la colmena depende irremediablemente de las lluvias que hayan caído en agosto, si han sido escasas, la colmena bajará la actividad, preparándose para la invernada. Si las lluvias han sido pródigas, las abejas todavía trabajaran incansablemente, la reina seguirá criando nueva prole, la colonia dispondrá de abejas muy jóvenes y de muchas reservas para pasar el invierno; el futuro de la colonia está asegurado.
La principal fuente de comida en este mes, son los mielatos, que recogen en las encinas; es producida por las abejas a partir de las secreciones dulces de áfidos: pulgones, cochinillas y otros insectos chupadores de savia, normalmente atacan a las bellotas de las encinas y alcornoques. Suele ser menos dulce, de color muy oscuro, se solidifica con dificultad y es la miel que más minerales contiene.
Es el mes donde se recoge casi toda la miel, los días todavía no son muy fríos y se trabaja muy bien con las abejas. El buen apicultor solo recogerá la miel que han producido de más, dejándolas una cantidad aceptable para que puedan pasar el largo invierno sin penuria.
Las bellotas son las mayores fuentes de mielatos.
Propóleo en la piquera de una colmena.
Las noches ya son verdaderamente frías, además de muy largas. Las abejas ya solo pecorean en las horas centrales del día, pero muy pocas plantas continúan con flor. Hay que tener mucho cuidado con el pillaje en las colmenas, las abejas al no tener alimento en el campo, intentan saquear las colonias más débiles y a veces lo consiguen.
Es el mes por excelencia de recogida de propóleos, al no tener néctar a su disposición, las pecoreadoras se dedican a recolectar propóleo. Con él taparán todas las rendijas de la colmena, reducirán la piquera para impedir saqueos, y tapizarán como si de un barniz se tratara todo el interior de la misma.
Colmenas en otoño.
La reina deja de poner huevos, los días ya son muy fríos y las abejas gastarían muchas reservas de miel en mantener la temperatura idónea (37 gr) en el nido de cría. Si los días son muy fríos, forman el racimo invernal, que no dejarán de mantener hasta el mes de marzo.
La colonia se encuentra en reposo total, para las abejas es sin lugar a dudas el período de más calma de todo el año. El racimo formado por miles de abejas, se contrae o se expande dependiendo de la temperatura exterior, cuando llegan días soleados en pleno invierno, las abejas aprovechan para comer la miel que está más lejos del racimo.
Las abejas más viejas y las que se quedan frías, en las noches heladoras del invierno, se desprenden del racimo y caen muertas en la base de la colmena. Son las únicas abejas que morirán dentro de la colmena, las que pueden volar siempre lo hacer lejos de la colonia. Cuando lleguen los primeros días cálidos, y puedan salir de la colmena, las abejas limpiadoras se encargarán de sacarlas al exterior.
Carretera del valle de Arlanza nevada, al atardecer.
La primera nevada del año 2009, en Hortigüela.
Este fin de año, está siendo más templado de lo habitual en los Sabinares de Arlanza.
Pero la vida de las abejas dentro de la colmena continúa, para ellas también es navidad. Están contentas y hasta creo, que todas, bien juntitas para protegerse del frío, cantan villancicos llenas de felicidad. A las flores, que les dan de comer; a los árboles, que les proporcionan cobijo, al aire que les deja volar.........Cantan de felicidad, porque un año más, han podido recolectar la miel suficiente para poder pasar un buen invierno. Son felices con su rica y dulce miel.
Feliz navidad 2018, disfrutad de un buen turrón (hecho con miel, por supuesto) y buscad la felicidad en vuestro interior.
Revisando alzas melarias.
Hay dos formas de extraer los panales de miel, según sea el tipo de colmenas empleados por los apicultores.
Colmenas Layens,
Son las más empleadas por los apicultores profesionales de toda España, aunque en los últimos años hay una cierta tendencia a cambiar hacia los modelos de alzas; mucho más productivas y coherentes con la vida de las abejas.
En las colmenas Layens los panales se extraen uno por uno, hay que mirar que no tengan demasiada cría, (ya que los panales de cría y miel se mezclan en el mismo cajón) y seguidamente se quitan las abejas o por sacudida, o barriéndolas con un cepillo. Es un trabajo tedioso, molesta mucho a las abejas y desorganiza toda la colonia.
Los panales, una vez libres de abejas, son introducidos en una nueva colmena o metidos en bidones, para su transporte hasta la sala de extracción. Aunque la mayoría de los apicultores que trabajan con este tipo de colmena, optan por extraer la miel de los panales en el campo. En los camiones, montan improvisadas salas de extracción, a veces muy rudimentarias, en las que sacan la miel, para devolver inmediatamente los panales a la colmena.
Quitando alzas llenas de miel.
Colmenas de alzas (Langstroth y Dadant).
Son las más empleadas por los apicultores de todo el mundo. En España, todavía no está generalizado su uso, solo en el norte y oeste, hay algunos apicultores profesionales que la utilizan. Sin embargo es la más utilizada por los apicultores aficionados.
La metodología de trabajo, es más sencilla y menos agresiva con las abejas, que en las colmenas Layens, al estar separada la cámara de cría de las alzas melarias.
Generalmente no se extraen los panales de forma individual, lo que se hace, es quitar las alzas melarias enteras, con el consiguiente ahorro de trabajo y de molestias para las abejas, aunque también se pueden sacar los panales uno por uno para su desabejado.
Hay muchos métodos para desabejar las alzas, los más empleados son:
Utilizar repelentes de abejas. Se coloca encima del alza un paño empapado en repelente para que las abejas bajen a la cámara que está más abajo. Es un método muy empleado en los países grandes productores de miel, como Argentina o EEUU.
Desabejando las alzas.
Colocar trampas desabejadoras, entre las alzas a quitar y la cámara de cría. Las abejas solo pueden circular en un sentido (hacia abajo), con lo que las alzas después de un tiempo quedan libres de abejas. Es un método poco utilizado por la cantidad de problemas que ocasiona. Es utilizado solo por algunos apicultores aficionados.
Desabejado de las abejas por aire a presión. Las alzas son colocadas en posición vertical, encima de la colmena, con un soplador son barridas las abejas de los panales, que caen delante de la piquera de la colmena. Sin saber muy bien que les ha pasado, vuelven a entrar en la colmena sin grandes molestias ni agresiones. Es un método muy rápido y el menos agresivo con las abejas.
En la utilización de este novedoso método somos pioneros en España, es nuestra filosofía de trabajo, producir, de la forma menos agresiva con las abejas y el medio ambiente.
La abeja melífera asiática o abeja melífera oriental (Apis cerana) es una especie de himenóptero apócrito de la familia Apidae. Es una abeja melífera propia del sudeste asiático, yo la encontré en Myanmar, siempre en estado salvaje, ya que en los 20 días que estuve visitando el país no vi ninguna colmena moderna.
Esta especie tiene un tamaño menor al de la abeja europea, es más clara y bastante más nerviosa. Por sus vuelos entre las flores y la forma de comportarse, parece más una abeja africana (Apis mellifera adansonii) que una europea. Apis cerana tiene como ectoparásito natural al ácaro Varroa jacobsoni, el cual al pasar a la abeja europea (Apis mellifera), causó serios daños económicos en la apicultura a nivel mundial. En Apis cerana este ácaro no produce grandes daños, ya que a conseguido mantenerlo dentro de unos límites, gracias a su comportamiento y adaptación.
Fue una pena llegar a Myanmar en la temporada seca, donde las colmenas lo único que hacen es subsistir. Tampoco es temporada, en la que los lugareños salgan al campo a quitar la miel de las colmenas silvestres, ya que estas no tienen nada de miel.
Los pocos panales que vi colgados de los árboles, pertenecían a la especie Apis dorsata, estaban abandonados, sin miel ni abejas. Estas abejas viajan a diferentes sitios dependiendo de la temporada de floración. Hay alrededor de 100.000 miembros en cada colonia y cada colonia reside en un sitio de anidación, apróximadamente durante tres o cuatro meses. Las colonias tienden a declinar cuando los recursos, tales como la alimentación, la miel y el polen, se agotan, debido a la época de lluvias o al caluroso y seco verano. Las colonias de Apis dorsata ante estas adversidades, levantan vuelo y buscan nuevos asentamientos, en territorios más faborables.
No conseguí ver ninguna abeja de Apis dorsata ya que habían emigrado buscando mejores condiciones. Pero sí conseguí ver abejas de Apis cerana, que parece ser que soportan mejor las condiciones adversas de la sequía. En las pocas floraciones que encontré, las abejas ceranas trabajaban incansables, ¿donde estaban las colmenas? Es un misterio. Para vuestro disfrute, ahí van las fotos que conseguí.
Árbol donde se instala un nido de apis dorsata.
© mielarlanza.com
Apis cerana
© mielarlanza.com
Fotos obtenidas en las montañas al norte de Myanmar.
Nido de apis dorsata.
© mielrlanza.com
1. Los productos de la colmena.
Se sabe hoy que todo lo que las abejas traen a la colmena es aprovechable para los humanos: polen, miel, jalea real, propóleos, cera, veneno y residuos para fundir la cera...
• Miel. Es el producto principal, aunque con muchas variedades según la flor del alimento, la época del año, el color, su liquidez... La miel tiene que cuajar, para que mantenga el sabor, el aroma...Así puede durar muchos años; si es más líquida pierde propiedades. Es el producto más comercializado hoy con muchas funciones: alimenticio, curativo, depurativo...; sobre todo, excelente para las quemaduras, magullones, moratones... Y para la cocina, gastronomía, repostrería, guisos...
• Polen. El polen es el conjunto de pequeñas bolas que las abejas traen a la colmena pegado a las patas traseras, y que, una vez en la colmena, forma parte de su dieta, junto a la miel. Es para los humanos un gran reconstituyente, y muy depurativo de la sangre.
• La jalea real . Este producto, tan solicitado y cotizado lo segregan las jóvenes abejas al poco de nacer, producido por unas glándulas que se atrofian enseguida. Las abejas utilizan la jalea real para depositarla sobre los huevos que pone la reina en el interior de las celdillas. En las celdillas para zánganos depositan muy poca jalea real; en las que son para obreras, casi el doble; y en las que son para reina, una gran cantidad. La jalea real es el alimento de la reina a lo largo de su vida, junto a la miel.
La jalea real es para los humanos un gran regenerador del sistema nervioso, y tiene la virtud de actuar contra el envejecimiento. El ejemplo está en que la vida de la reina es de 4 años, mientras que la de las abejas es de 5 meses, en el mejor de los casos. Una se alimenta con jalea real y miel; las otras, sólo con miel y polen. La jalea real se toma en ayunas y en pequeñas cantidades, lo mismo que el polen y la miel, pues el organismo lo asimila mejor. Al extraer la jalea real de la colmena es necesario guardarla en la nevera, antes de que pase al estado de fermentación, donde se perderían sus propiedades
• Propóleos. Consisten en una pasta amarillenta, muy pegajosa, que las abejas extraen de ciertas plantas y flores. En la colmena las abejas utilizan esta pasta para tapar agujeros y grietas, al tiempo que la usan para su dieta en pequeñas cantidades. En ocasiones se encontraron ratones y lagartijas muertos y embalsamados con propóleos. Parece que esto lo hacen para que no se corrompan ni den mal olor, ya que las abejas, por sí solas, no los podrían arrastrar fuera de la colmena.
Los propóleos no están muy aprovechados aquí para el consumo humano, a diferencia de otros países que los comercializan al máximo, caso de China. Era el principal producto que se usó muchos años en los quirófanos como anastesia, y aún se sigue empleando en algunos países.
El panal saturado y cerrado:
pa chupase los deos...,
en sin remordimientos, vamos...
Los apicultores sabemos muy bien que los propóleos disueltos en alcohol a una proporción determinada son la mejor cura para heridas y quemaduras. También sabemos que en bolitas pequeñas va muy bien para curar la úlcera de estómago; y meclada con alcohol, para la garganta y llagas de la boca. En las tiendas de dietética y farmacias ya lo encontramos en gotas, jarabes, cápsulas, pastillas....
• Cera. También la segregan las jóvenes abejas por unas glándulas cercanas a las que segregan la jalea real, y que también se bloquearán en pocos días. En la colmena las abejas sólo la utilizan para hacer y estirar panales. Desde hace años la cera se viene utilizando para lucir y conservar la madera, para hacer velas, figuras, en la cosmética, y otras aplicaciones.
• El veneno de las abejas. Sabido es que las abejas tienen un aguijón al final del abdomen, que utilizan para defenderse de sus enemigos y defender la colmena. También se sabe que la abeja que clava el aguijón se muere. Entre el aguijón y el abdomen tienen una especie de glándula que segrega un veneno y lo deposita en una pequeña bolsa pegada al aguijón. Las picaduras de abeja son muy dolorosas, y pueden ser muy dañinas, si la persona es alérgica o cardíaca. En cambio, si es reumática le puede hacer mucho bien. Ese veneno es curativo.
Este veneno de las abejas también está comercializado con mucha demanda, porque hay pocos apicultores que se dediquen a su extracción. Se hace con un aparato bastante sofisticado: se hacen pasar las abejas por un lugar en el que reciben pequeñas descargas eléctricas que las obligan a soltar el veneno sin causarles daño alguno, de modo que continúan con su trabajo como antes.
• La borra de la cera. La cera que queda de los opérculos, la de los panales que se etsropean al sacar la miel, y la de los panales viejos y deteriorados, se funde: bien en un recipiente con un poco de agua para que permita prensarla; bien en un cerificador solar. Después de extraer toda la cera, lo que queda recibe el nombre de borra. Esto no está comercializado, pero sabemos que en otros tiempos se utilizó mucho en forma de cataplasmas para aliviar los dolores más fuertes incluso.
El comportamiento de las abejas . Muchas otras cosas se pueden observar en la vida de una colmena. Por ejemplo, el olor. Cada colmena genera un olor diferente a las demás. Esto es con el fin de identificarse unas respecto a otras, ya que las abejas ni son amigas ni se conocen entre ellas. Si una abeja entra en otra colmena que no sea la suya, las otras abejas de esa colmena la matan. Sólo le suelen perdonar la vida si viene cargada.
Las abejas, cuando hace tiempo que salen al campo, montan guardia a la entrada de su colmena, para que ninguna abeja ajena entre, pues son muy inclinadas al saqueo. Si una colmena tiene pocas abejas, y por lo tanto, pocas guardianas, las demás, en cuanto se dan cuenta, pegan el asalto, matan a las guardianas, y a las demás, y se llevan la miel. De invierno no montan guardia. En los días más fríos están todas agrupadas como una piña en el interior de la colmena, para no perder el calor que ellas generan.
2. Los cuidados de las colmenas
Manipulación de las colmenas.
Hace unos 70 años, de un truébanu en Asturias se podía sacar un promedio máximo de 8 kgs. Hoy, de una colmena moderna se sacan unos 20 kgs. Ello se debe sin duda a los métodos modernos de explotación y a unas mejores técnicas de la apicultura.
Para manipular una colmena son necesarias unas cuantas prevenciones, teniendo siempre muy claro lo que queremos saber y hacer en ella:
• tener en cuenta la temperatura exterior: mínimo, 12 º;
• hacer las intervenciones lo más rápido posible, para evitar que se enfríe la cámara de cría, y posibles pillajes;
• cada colmena debe estar numerada, y con una ficha en la que se anoten todas las incidencias observadas y realizadas: edad de la reina, si es buena o mala; cantidad de miel que se cosechó; número de abejas aproximado...
• observación frecuente por la piquera: un bien apicultor valora el estado de sus colmenas observándolas en un día bueno por la piquera (el orificio de entrada y salida a la colmena).
Las enfermedades de las abejas.
Algunas enfermedades son muy contagiosas, por lo que es necesario actuar con mucha rapidez para salvar la colmena, y que no contagie al resto del colmenar. No obstante, en algunos casos son difíciles de detectar: sabemos que las abejas no están bien, pero no sabemos por qué. Hay que recurrir a los laboratorios.
Y muchas otras cosas se podrían contar sobre la vida de las abejas en los pueblos. En todo caso, es evidente la importancia que tienen tanto para la naturaleza, como para los productos que ellas traen del campo a la colmena.
La observación a tiempo
Un buen apicultor, por tanto, ha de comenzar por observar el estado de las colmenas desde la piquera (la puerta de entrada), comprobando si las abayas vienen alegres o tristes a su colmena; si desde la piquera ya se caen al suelo, o se ven con el abdomen hinchado y brillante, entonces sería conveniente abrir esas colmenas para examinarlas con detalle y darles un tratamiento. También observaremos si hay abejas jóvenes mutiladas ya por la barrosa, para tratarlas pronto
Por todo ello, ya en febrero, cuando la temperatura lo permita, haremos la primera revisión, la más importante del año. Entonces marcaremos la R[eina], si es que no estaba marcada del año anterior; es cuando la colmena tiene menos abejas y, por ello, la R es más fácil de localizar.
En esta revisión ya vamos viendo cómo está la colmena, sobre todo el nivel de la miel; a partir de febrero, las abejas empiezan a reproducirse y necesitan mucha miel para alimentar y dar calor a la cría; si la cría muere, se pueden desarrollar muchas infecciones. Para que la colmena salga fuerte en primavera, tiene que disponer de miel suficiente en su interior, y, si no, hay que proporcionarle alimento a tiempo.
La Reina imprescindible
Es la más importante para el sistema de producción apícola. Si en alguna colmena no hubiera reina, recurriríamos a un criador de R, y en caso de que no las tuviera, procederíamos a ajustar esa colmena con otra que tenga R, y que no tenga muchas abejas.
El proceso es fácil: se necesitan dos hojas de periódicos que cubran una colmena por arriba, y un perfumador cualquiera; perfumamos la colmena que tiene la reina, le colocamos las dos hojas de periódico sustituyendo la entretapa; cogemos la colmena que no tiene R y la colocamos sobre las dos hojas del periódico; le quitamos la entretapa, y la perfumamos con el mismo perfume que pusimos en la colmena de abajo; después le colocamos otra vez la entretapa y el techo.
A los tres o cuatro días abrimos la colmena por arriba, echamos las abejas abajo y retiramos el cajón (o cámara de cría) ya sin abejas, quitamos los restos del papel, colocamos la entretapa, el techo, y que trabajen las abejas.
La limpieza de cada colmena
A finales de marzo haremos una limpieza completa da cada una; pero con algunas condiciones, por ejemplo, el tiempo: que la temperatura exterior supere los 14 grados: El mejor método es llevar al colmenar una vacía y limpia, para pasar a ella los panales y las abeyas. Hay que rascar a fondo todo lo que las abejas fueron acumulando durante el año, tanto en el fondo como en los laterales y entre los panales; puede haber focos infecciosos.
Una vez bien rascado y limpio, procederemos a flamearlo con un soplete de fontaneros: el interior del cajón, el fondo, la entretapa... Cuando hayamos terminado de desinfectar, ya podemos alojar en esta colmena limpia los panales y abeyas de la siguiente. Y así hasta la última del colmenar.
Aprovechamos de paso para retirar los panales más viejos, oscuros, deteriorados..., cambiándolos por otros nuevos; y si es con cera estirada, mejor. Si estos panales envejecidos tuvieran mucha miel, o cría, los colocaríamos a una orilla de la colmena para cambiarlos en la próxima ocasión.
La colmena sin reina
En ocasiones nos encontraremos con colmenas que tienen reina, pero que es zanganera, que sólo produce zánganos; en este caso, la eliminamos y procedemos a seleccionar otra igual que con la colmena que no tenía R. y creamos una nueva por el sistema expuesto: colocar la que no tenía R. sobre sobre la que tiene R.; en el primer día ya rompen el papel, y, como tienen el mismo perfume, se consideran amigas, de modo que trabajarán juntas.
Con un detalle más: cuando levantamos la colmena para colocarla sobre la otra, hemos de recoger el techo, el fondo..., porque, cuando salgan al exterior, si ese olor les recuerda la colmena anterior, allí se apiñotan hasta que se mueren de frío o hambre. Hay que ocultar bien o destruir los restos de su vivienda primitiva.
Como ya se apuntó, cuando una colmena está sin reina se puede recurrir a un criador de Rs., y hacerla fuerte en poco tiempo. El problema se plantea si alguna abeja ya se inició en la puesta de huevos; entonces las otras rechazarán a la intrusa, y, si pueden, la matan.
Para evitar este riesgo, metemos la nueva R. en una jaula especial para reinas, la embadurnamos un poco con miel, levantamos la entretapa, y dejamos la jaula por encima de los cuadros; observamos la reacción de las abajas: si se muestran muy agresivas, ya demuestran que no la van a aceptar. Entonces, para aprovecharla, formaremos un pequeño núcleo con esta nueva R.; como a los 15 días, retomamos la colmena que nos rechazó la R., perfumamos las dos con el mismo perfume, y colocamos la vieja sobre el núcleo con reina nueva, y ya queda la colmena fuerte y completa.
Una colmena fuerte
Como condición principal para que las abajas nos traigan mucha miel y prole, tenemos que partir de colmenas fuertes; y para ello, debe pasar el invierno con reservas suficientes. A partir de marzo, si el tiempo es favorable y está bien alimentada, la R. empieza a poner sus huevos; las otras abejas los alimentan, les dan calor, y a los 21 días nacen las crías. Si la R. es joven y fuerte ya no para de poner huevos todo el verano, si el alimento sigue abundante en la colmena o en el campo. De ahí la precaución por mantener las colmenas siempre bien alimentadas.
Hay un riesgo que se puede controlar: que una reina se vaya y forme colmena a parte. Las abejas tienen un instinto muy desarrollado de reproducción y, al menor descuido, se van a formar colmena nueva. Para prevenir este riesgo, como ya tenemos marcada la R. desde febrero, abrimos la colmena, la localizamos y la sacamos de su casa con un cuadro o varios, a poder ser con muchas crías apiculadas, y unas cuantas abejas más, aunque algunas son obreras adultas y volverán a la colmena madre.
La nueva colmena, la podemos vender o dejar en el mismo colmenar, vigilando bien su evolución. Lo mismo que hemos de vigilar la colmena madre: al sacar el último cuadro para la colmena recién formada, la tapamos, pero a los 4-5 días la volvemos a abrir para ver su reacción también; la colmena, al sentirse huérfana, sin reina, se dedica con toda prisa a formar muchas casillas para sacar R. nueva.
Nosotros las vamos a eliminar todas menos dos, las mejores; a las demás, les quitamos toda la jalea real que está en su interior. Así evitamos que enjambren de nuevo. Los huevos puestos por la reina son válidos hasta los tres días de su puesta; si destruimos las celdillas menos dos, ya no pueden hacer más que esas R., no otras, y no pueden ensamar de nuevo a parte. Esto es lo que se puede hacer con todas las colmenas fuertes.