92 HNO ANOBERT JOSEPH Jean Baptiste Planchette 1866 + 9 III 1946
Jean Batiste Planchet nació en Sauges en 1866 cuatro años antes de que el Santo Hermano Benildo muriera en olor a santidad. Desde que Jean tuvo la edad para ir a la escuela, su familia muy cristiana lo llevo a la escuela de los Hermanos. Y fue en este medio escogido, donde se conservaba el recuerdo ferviente de su santo director que Jean Batiste Planchet escuchó el llamado de Dios.
El Noviciado Menor de Paris lo recibió en 1881; pasando al año siguiente al Noviciado donde en la recepción del santo hábito también recibió el nombre de Hermano Anobert Joseph.
Provista ya de su título de maestro, inicia su larga carrera magisterial en la escuela de San Ambrosio, pasando luego a Francs Bourgeois y de ahí al Noviciado Menor de Buzenval. Nombrado subdirector del importante noviciado de la Casa Madre de la rue Oudinot y más tarde profesor del Escolasticado; pasando luego a la escuela de Fenelón, lugar en que le toca que las leyes de Combes clausuren la escuela.
Renunciando a la posibilidad de secularizarse, prefiere la expatriación como un muy buen número de Hermanos de Paris lo hizo. En Clermont Ferrand, aprendió el español y en 1908 se embarca para México. En Puebla su trabajo fue la enfermería del internado de San Pedro y San Pablo y dos años después es nombrado director de la escuela gratuita llamada “Colegio Católico” en la ciudad de México; pero con el triunfo de la Revolución , se puso fin a su apostolado y tuvo nuevamente que emigrar.
Expulsados de México, como lo fueron de Francia, los apóstoles de la enseñanza cristiana se refugiaron en Luisiana y en Cuba. El Hermano Anober Joseph corrió la suerte de los grupos de formación mexicanos. El va a vivir con ellos en la finca de San Diego de los Baños, en la provincia cubana de Pinar del Río a 150 km de la Habana. Fue el director general de la casa hasta 1918. Después se le confió la dirección de la escuela de Regla cerca de la capital cubana. El colegio de Marianao lo recibió como ecónomo en 1922. Y cuando en México, parecía que había regresado la paz religiosa, fue enviado a la capital Mexicana para dirigir la comunidad de Hermanos ancianos.
En 1926 regresa a las Antillas y la comunidad de Santiago de Cuba fue su campo de acción; encargado de la enfermería, del economato y de la procura. Los Hermanos y los alumnos fueron muy bien atendidos por nuestro Hermano, durante mucho tiempo se le recordó por su eficacia en el cuidado de los enfermos al grado que lo conocían como el “Dr Planchette”; muy atento a las prescripciones médicas para la atención del enfermo, acompañaba su servicio siempre con palabras de aliento. Este buen samaritano quería que sus enfermos sanaran de inmediato, se dedicaba en cuerpo y alma con gran caridad en ayuda de los mismos.
Por espíritu de pobreza, y también por su dedicación a los intereses de la Comunidad, evitaba todo gasto inútil y hacia todo lo posible para que los alumnos no se retrasan en sus pagos. Su trabajo como ecónomo fue muy apreciado.
Sus muchos servicios prestados habían acabado con la salude del Hermano Anobert Joseph. En 1929 la Comunidad del Vedado lo recibe como ayudante del cajero principal. Después de dos años de estancia en esta comunidad es trasladado a la Comunidad de la Sagrada Familia en Guatao; prestó aun algunos servicios como ecónomo, después el decaimiento llegó y fue descargado de todos los servicios y sometido a un régimen especial de cuidados. Siempre puntual a los ejercicios, muy agradecido para todos los que lo atendía. Pasaba largas horas sentado en un sillón del corredor cercano a su habitación rezando sin fin de Aves Marías, o meditando. Cuantos recuerdos llegaban a su cabeza de Saugues, Paris y México que le hacían volar en la imaginación. Teniendo la necesidad de estirar sus piernas se ponía de pie y penosamente daba unos pasos hacia la capilla arrodillándose en una larga oración.
Hacia mediados de enero de 1946, sus males se agravaron y nuestro Hermano tuvo que guardar cama. De ahí en adelante los acontecimientos se precipitaron. En la tarde del 9 de febrero , cuando el Hermano enfermero le preparaba un remedio, el Hermano Anobert Joseph expiró de repente. Fue a recibir el premio de su larga perseverancia y de su meritorio apostolado.