48 HNO BERTON Vital Théophile BAYLE 1876 + 31 -V- 1933
El Hermano Bertón trabajó en México en las Comunidadades de Morelia y de Saltillo, hasta que le tocó nuevamente ser expulsado por la revolución de Carranza en 1914, refugiándose en la isla de Cuba
Hijo de una muy honorable familia de agricultores, donde la fe simple y la práctica religiosa de sus ancestros se trasmitían como una preciosa herencia, el joven Theophile participaba desde niño en las labores de sus padres. Durante el verano él se encargaba de cuidar los rebaños en una montaña famosa en la región “le True de Randon” [1]a más de mil metros de altura.
En estas alturas el pequeño pastor admira un vasto horizonte, así como las variadas formas de los montes y sus colores. Este espectáculo extasiaba a su alma inocente que daba gloria a Dios autor de esas maravillas y para dar una forma a su homenaje, rezaba el rosario. En estas soledades su oración subía ferviente hasta el trono de María para recibir las gracias de ser puro, y de amar a Dios y al prójimo,
Su piadoso abuelo, que era su confidente de sus más íntimos pensamientos, creyó que era su deber aconsejar al adolescente que siguiera el ejemplo de uno de sus compatriotas, miembro de nuestra familia religiosa. ¿No serás tú feliz, le dice un día, de llevar la sotana negra y un Rabat Blanco[2]? ¿Y ser un apóstol de la infancia?
La propuesta sí respondía a las aspiraciones del muchacho, y después de haber tomado un tiempo para reflexionar; se decidió entrar al Noviciado menor de París, tenía 16 años.
Durante sus años de formación religiosa y pedagógica, se distinguió por su constante aplicación en el cumplimiento su deber. Su mirada dulce y modesta, su alegría y su buen corazón proclamaban su gran felicidad dentro del estado a donde el Señor le había llamado.
Al fin del año de 1895, el Hermano Berton formó parte de la comunidad de San Miguel en París, donde permaneció con éxito hasta 1907. En este tiempo había realizado su servicio militar obligatorio en Lodéve.
La secularización le tocó al Hermano cuando aun no era profeso perpetuo, pero esto no le desanimó y se preparó para embarcarse e ir a México; después de una somera iniciación en la lengua castellana en el Escolasticado apostólico de Clermont Ferrand
Una vez llegado a México fue enviado a la Comunidad de Morelia y más tarde a la de Saltillo, hasta que le tocó nuevamente ser expulsado por la revolución de Carranza en 1914, refugiándose en la isla de Cuba.
Después de sus horas de clase, la entrega de nuestro Hermano no tenía límites. Su autoridad en clase era serena y dulce. Que ponía a los niños en orden y facilitaba la motivación, la piedad y la formación cristiana. Algunos alumnos turbulentos abusaban de su bondad, pero todos lo estimaban y veneraban. Hasta el día de hoy muchos adolescentes que él había educado forman la elite de nuestra Congregación de San Vicente de Paul, escribió el Hermano Director de Santiago de Cuba. A ellos les gusta recordar los consejos muy prácticos que el Hermano Bertón sabía dar. La perseverancia de sus exalumnos es fruto de su espíritu sobrenatural que animaba toda su acción apostólica.
En la última escuela donde estuvo en la Habana, el Colegio del Vedado. muchos de sus exalumnos decidieron seguir su educación secundaria e iban cada año a matricularse a nuestro Colegio. Ellos se presentaban a los exámenes con una excelente preparación intelectual y moral que se las había formado su maestro, que los había preparado como un profesor metódico y un educador celos.
La fe y la piedad que nuestro querido Hermano tenía había sido formada en su paternal hogar y lo acompañó durante toda su carrera religiosa. Él se caracterizaba por su obediencia, una regularidad sencilla y constante, con la calma de quien considera todas las cosas con una mirada de eternidad.
Hermano amable, complaciente, dulce, pacífico él vivía en buena armonía con todo el mundo, sin criticar a nadie. En sus conversaciones, tenía palabras amables que jamás herían a nadie. Muy humilde, él mismo evitaba la alabanza que aumentara el amor propio.
Alma delicada, el Hermano Berton, pedía permiso para todo, hasta en las más mínimas acciones, pedía solamente las cosas indispensables que necesitaba, tenía muy a pecho el practicar la pobreza.
Era generoso y su abnegación estaba en las prácticas ordinarias, como eran las vigilancias suplementarias, o cualquier servicio que se ofreciera. Colaboraba con otros Hermanos de la comunidad como catequista voluntario de los niños pobres o con problemas de salud que en gran número acudían a las reuniones, atraídos por los aparatos de proyecciones que usaba el Hermano.
Instruía a los niños, y los formaba en la vida cristiana, nuestro Hermano gastaba toda su alma de apóstol; que alegría era para él llevar a un gran grupo de niños a la Primera Comunión, que había pacientemente catequizado cada domingo.
Las pruebas y los sufrimientos con los que el Divino Señor Crucificado gratifica a sus mejores servidores no le faltaron al Hermano Berton. Muchos duelos familiares se sucedieron y afligieron su corazón tierno, además de la pena que vivió al dejar México. Pero él era de esas nobles almas, de las que habla un autor, “que están siempre dispuestas de hacer de un dolor o tribulación una gran virtud”
El Hermano Bertón estaba completamente aclimatado en su tercera patria y no pensaba más que en entregarse generosamente, cuando graves enfermedades le vinieron, y fue enviado a la casa de campo en Guatao.
La inacción pesaba sobre este valiente educador y el deseaba que pronto vinera un día mejor y volviera a su trabajo tan amado. Pero él no se hacía ilusiones sobre la debilidad de su organismo. Valiente y delicado, él se atendía a sí mismo y prestaba los servicios que le eran posibles, con gran valentía seguía todos los ejercicios de la comunidad-
El viernes 30 de diciembre de 1932, después del Viacrucis una embolia lo sumió en una medio inconciencia. El capellán de la casa le administró la extremaunción seguido de la indulgencia in articulo mortis.
El 5 de enero de 1933, rodeado de muchos Hermanos que estaban en oración y después de haber recibido la Absolución, el Carísimo Hermano Berton expiró en la paz de los justos. A los funerales asistieron la mayor parte de los Hermanos de la Habana y algunas delegaciones de alumnos y antiguos alumnos.
[1] Montaña de la Lozere
[2] forma como se conocía a los Hermanos de las Escuelas Cristianas por su hábito religioso