64 HNO GERFROY ARSÈNE Arsène Gustave Joseph Brouard 1867 + 25 V 1938
El 19 de marzo de 1867 nació Arsene Gustavo José siendo la primera bendición para los esposos Brouard. Desde sus primeros años recibió una esmerada educación por parte de su madre, quien, educó a sus numerosos hijos, en la tradición de la fe y la piedad que son un honor para todo hogar cristiano.
Su padre era empleado de la compañía ferroviaria de Orleans, habiendo sido enviado a Limoges, donde la familia fijó su residencia. Como externo, el joven Arsene fue alumno del Internado de San José.
Dotado de una inteligencia precoz, es el primero de la clase, correspondiendo igualmente a la entrega de sus maestros por su docilidad, su buen espíritu y su entrega alegre al estudio. Con todo, por su carácter exuberante y primario tuvo más de alguna infracción a la disciplina; pero era franco, leal haciéndose perdonar fácilmente y permaneciendo siempre apegado a sus formadores.
Sus estudios terminados, Arsene Bouard trabaja durante un tiempo en un Banco, después, en1884, pasa a ser secretario del eminente botánico Edouard Lamy de la Chapelle. Maravillado de las grandes aptitudes de su alno para la ciencia botánica, este maestro notable, lo impulso para que estudiara botánica y cuando la muerte del maestro sobrevino en 1886, ya había cambiado la orientación del joven. La sociedad botánica de Limousin lo recibió en su seno y pronto lo nombraron presidente honorario.
Entró después a trabajar en un comercio, donde de inmediato se ganó el aprecio, siendo nombrado agente viajero. Se caracterizaba por un aire distinguido y amable, su cultura intelectual junto con su buena conversación le hacían ser una persona atrayente para todos los que lo trataban. Ciertamente no estaba exento de las luchas que todo joven de su edad tiene que pasar y de caídas lamentables que son parte del aprendizaje de la vida, cuando no tienen grandes ideales.
A estos peligros, nuestro futuro Hermano opuso primero la firmeza de sus convicciones religiosas y de una sólida piedad alimentada por la recepción frecuente de los sacramentos, por otro lado él tiene un trabajo que le ayuda a tener una cierta seguridad, y una posición honorable e independiente, que satisfacían sus necesidades. En fin para saciar su sed de acción apostólica que le atraen, se inscribe y trabaja en las obras de perseverancia de la juventud cristiana, como animador de la misma. Era también miembro de la sociedad de antiguos alumnos del Internando San José, del Círculo Católico, de sociedades de beneficencia y de la tercera orden franciscana.
Era uno de los principales todas las actividades recreativas, y tomaba parte en todas las manifestaciones de fe de los grupos a los que pertenecía. Hasta el fin de sus días recordaba con alegría la peregrinación obrera, en la que había participado bajo la dirección de León Harmel, hasta llegar a los pies de su Santidad León XIII.
Llamado en este tiempo a la vida del cuartel, pronto se gana la estima de sus jefes, y pasa rápidamente por los diferentes grados militares hasta sargento mayor y salir del ejército con el grado de subteniente en reserva.
Liberado de sus obligaciones militares, vuelve a su puesto en el comercio. En 1895 le ofrecen una gran oportunidad, envidiable para muchos, y era cederle un próspero negocio en un tiempo de tres años; pero la gracia de Dios, ha producido en esta alma generosa devorada por el celo de la gloria de Dios cambios. Después de una larga búsqueda en las Ordenes misioneras o penitentes, y consultado con sus antiguos maestros que le orientaron, a pesar de él, hacia nuestro Instituto, él toma la decisión que ha madurado a base de oración: “será un religioso educador”.
Llega al Noviciado de Paris, el 18 de noviembre de 1895, y se entrega resueltamente a la obra de su formación con la rectitud y generosidad que le caracterizan. El recuerdo de sus relaciones tan variadas y activas que dejó, su temperamento sensible y expansivo no le permitían del todo el recogimiento; pero encontró en su Hermano Director Rainfroy alguien quien le ayudó a orientar su actividad al mismo tiempo la posibilidad de reconocer sus debilidades y reparar sus desviaciones que muy seguido provocaban risas en los demás novicios.
Su confianza filia en Dios le hacía exclamar “Yo seré un buen Hermano de las Escuelas Cristianas, para merecer el cielo y ganar almas para Jesús. Señor has que mi deseo no sea en vano, me pongo enteramente en tus manos y en las del Hermano Director y seguiré al pie de la letra todo lo que me aconseje. Es necesario que yo sea sumiso y obediente con toda la fuerza de mi voluntad. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, no me abandones. Beato De La Salle quiero ser todo tuyo. Yo pido ese favor también a mis santos patrones y a las santas ánimas del purgatorio que han pasado antes que yo por este camino difícil”
El 2 de febrero de 1896, el postulante de 28 años se despoja de su traje y toma el humilde hábito de Hermano de las Escuelas Cristianas. Ese mismo día realiza una peregrinación a Nuestra Señora de las Victorias, donde se consagra por entero a la dulce Madre y le confía el tesoro de su vocación.l Hermano
Un connovicio evoca en estos términos sus recuerdos: “Admirábamos en el Hermano Gerfroy Arsene la sencillez con la que se puso en las manos del Hermano Director. Esta docilidad extraordinaria en un hombre de su edad y de condición era para nosotros, recién salidos del Noviciado Menor, un gran ejemplo. Verdaderamente hacia crecer en su alrededor el buen espíritu y la confianza en los superiores formó un ambiente natural en el Noviciado. Aprovechaba maravillosamente las conferencias y los catecismos. Vecino de escritorio, veía con qué facilidad resumía los temas tratados. Cuando el Hermano Director o el catequista analizaban en público el trabajo de nuestro Hermano, quedábamos admirados de su profundidad en los puntos doctrinales estudiados. Al final del noviciado había empleado más de treinta cuadernos en apuntes que el Hermano Director Rainfroy guardó.
Sus conversaciones eran de una persona con ciencia y que educaban tanto al grupo de recreación como al de los paseos, muchas eran muy edificantes.
Su noviciado se termina y el Hermano Arsene se dirige al Escolasticado de Montferrand. Él ya era conocido en esa población, y el lugar era de su agrado; su carácter efusivo le hizo confiarse más de lo que hubiera querido: era una revancha de su naturaleza tanto tiempo reprimida. Pronto se entrega al trabajo de profesor del Escolasticado ayudando eficientemente a la preparación de los exámenes de los Hermanos, para que adquirieran los distintos títulos.
Al inicio de 1899, nuestro Hermano formó parte de la comunidad del Internado de San Eugenio en Aurillac, donde fue seis años profesor de matemáticas y ciencias. Desde noviembre de 1901, tuvo la felicidad de tener como director al Hermano Anselmo Próspero que, en Limoges, había sido su amigo y consejero.
En los tiempos de descanso y los días de paseo, continuo en la formación de un voluminoso herbario de la flora regional. En 1905 lo regala, como había hecho con su primer herbario, al sabio Hermano Héribaud Joseph que fue presidente de la Sociedad internacional de geografía botánica.
En ese mismo año, el internado de San Eugenio fue clausurado en plena prosperidad, por las leyes de Combes, el personal se vio en la alternativa de secularizarse o bien expatriarse. El carísimo Hermano Arsenio no dudo en nada: “habiendo llegado al Instituto ya mayor, no tengo la menor en intención de regresar al mundo, escribió al Hermano Visitador; y se puso a la entera disposición de los Superiores para ir al extranjero, necesito un mes para ir la América española si lo juzga prudente”
En el Escolasticado misionero de Clermont Ferrand, nuestro Hermano se unió a un grupo que estudiaban la lengua castellana, donde pronto superó la dificultades, menos en la pronunciación, que siempre fue algo dura. Su carácter agradable y feliz ayudaba a disipar toda nube de melancolía que nublaba las mentes de los futuros expatriados y hacia reinar la alegría que favorecía el trabajo.
El 22 de julio de 1906, después de un mes de navegación el C. Hermano Gerfroy Arsenio llegó, en compañía de dos hermanos, a nuestro colegio de Puebla y enseñó en la escuela secundaria. Por su amabilidad y por sus muchas habilidades, era fácil hacerse perdonar las imperfecciones de su lenguaje. Muy hábil en la fabricación de aparatos de física no tarda en granjearse la admiración, respeto y estima de sus alumnos.
La mayoría de su tiempo lo empleaba en la preparación de los cursos de física que le estaban encomendados, también se interesaba vivamente en la botánica. Con el Hermano Adelme Nicolás inicia la feliz exploración de montañas y cañadas; periódicamente sus recolectas eran enviadas al Hermano Héribaud o a diversas universidades para su clasificación final.
Cambiado a Morelia en enero de 1909, nuestro Hermano da las mismas clases e intensifica la recolección de plantas en esta región mucho más rica que Puebla. Supo interesar a los Hermanos de la Comunidad y formó un interesante grupo de recolectores dentro de los Hermanos.
La fauna, la flora de México, hasta ese momento poco estudiada, le permitieron entrar a un campo poco estudiado, le brindaría muchas oportunidades de trabajo científico: insectos, mariposas, reptiles, criptógamas, fanerógamas, fósiles, minerales todo es objeto de sus investigaciones y de sus búsquedas. Le fue necesario dejar la entomología que le gustaba para limitarse únicamente a la botánica. Miles de plantas, de las cuales muchas nunca habían sido clasificadas, fueron clasificadas y enviadasa Montpellier, al museo de historia natural de Paris o al Instituto Smithsonian de Whashington.
El Señor Thériot, briologista de renombre que escribió una parte importante sobre las colecciones de musgos, del Hermano Arsenio en México, nos da el siguiente juicio: “El Hermano Arsenio posee grandes cualidades de un buen recolector: conocimiento notables de todas las familias de planta sin descuidar ninguna, con gran orden y método en sus colecciones, además de una gran resistencia ante la fatiga. Se da por entero a la ciencia, no contento de trabajar por ella, el hace amar la botánica a los que lo rodean. De entre las especies nuevas, que he descrito, muchas llevan el nombre de nuestro amigo. Ellas van a perpetuar el nombre del Hermano Arsenio dentro de la ciencia que estudia los Briofitos.”
En 1913, nuestro Hermano fue enviado a la escuela de agricultura de San Borja, en las inmediaciones de la capital mexicana. Profesor de ciencias naturales, vivió un año feliz en su labor educativa. El cierre de la escuela, al fin del año escolar, provoca el cambio del Hermano Arsenio a Querétaro.
Tenía seis meses en esa ciudad cuando la revolución de julio de 1914 arruinó por un tiempo el joven Distrito Mexicano. Refugiado momentáneamente en la Habana junto con muchos hermanos que corrieron con la misma suerte, contribuyó por su alegría y su buen espíritu para hacer menos dura la situación vivida y la tristeza de haber abandonado las obras mexicanas.
Incorporado, pronto, al Distrito de Baltimore, enseñó en varios colegios biología, francés, español y dibujo. El conocimiento imperfecto del inglés le causó algunas dificultades, que pronto superó.
Su presencia, sus actitudes de servicio y su buen carácter le atrajeron la simpatía de todos. Cuando en 1919 la obediencia lo llamó al colegio de Pablo de Covington, en Luisiana, donde fue activo e industrioso profesor.
De espíritu abierto y muy cultivado, el Hermano Geofroy Arsenio nunca fue esclavo de un libro; por esto mismo fácilmente se dejaba desviar. Su erudición y su talento para interesar a los alumnos provocaban preguntas al margen y amplias explicaciones un poco fuera del tema tratado. Si la preparación inmediata a los exámenes pareciera que no era suficiente, por el contrario les abría horizontes más bastos y un espíritu de investigación.
Especialmente en la enseñanza de las ciencias naturales pareciera que eran preferidas a la clase de religión. Pero no era así, el pedía con insistencia, y como favor que diario diera clase de catecismo, su ambición era lograr hacer cristianos convencidos e inquebrantables en su fe, capaces de justificarla y defenderla.
En su noble preocupación de elevar el nivel morar de sus alumnos y de sobrenaturalizar sus vidas, interrumpía con frecuencia sus clases profanas para dar una reflexión moral, muy bien aceptada pues pareciera espontánea, de su parte. Los jóvenes recibían con gusto sus indicaciones dadas de tal forma que eran difíciles de olvidar. Muchos de ellos ya exalumnos preguntaban por el Sabio Hermano Arsenio que los había formado moralmente.
Conocía por experiencia las travesuras de los alumnos, era un vigilante amable y sagaz; no se dejaba distraer por nada, con todo y que algunos grupos lo rodeaban. Su mirada siempre alerta se daba cuenta de todo y en caso de un problema lo señalaba y si era necesario ponía un castigo.
En las vacaciones de 1926, el Hermano Arsenio deja Covington, en donde había trabajado 7 laboriosos años y se traslada al Escolasticado de las Vegas. Daba varias lecciones muy apreciadas y gustadas por los Hermanos escolásticos, además los servicios materiales de la casa le ocupaban mucho de su tiempo. Con sencillez y valor se encargaba del mantenimiento y mejora de esta casa de por sí muy deteriorada realizando construcciones que si no hubiera sido por él se hubiera requerido mano de obra muy costosa.
Su ingenio y su gran habilidad manual le hacían apto para muchas especialidades: carpintero, pintor, decorador, electricista, relojero, mecánico, excelente en todo. Con piezas hechas por él mismo, arreglo un viejo armonio, que después sirvió en la capilla, cuando el organista de la casa fue cambiado el Hermano Arsenio tomó su lugar, manifestando muy buen gusto y talento en el acompañamiento de los cantos religiosos.
Era, también, un excelente enfermero, inteligente, delicado, y abnegado. Pero una angina de pecho le afecto su salud obligándole a moderar su actividad.
Enviado a Santa Fe en 1933, nuestro Hermano se ocupó de muchas actividades sobre todo ayudara los jóvenes maestros en su preparación de clases de ciencias. Cuando fue obligado a abandonar las excursiones botánicas, se dedicó a la clasificación de sus plantas para darles una mejor utilización.
La experiencia le había enseñado que las colecciones de historia natural, y de botánica sobre todo, coleccionadas con tanta laboriosidad desaparecían juntamente con su autor. No dudaba en decir que una manera segura de que su trabajo duraría y sería útil era enviarlas a grandes establecimientos que tuvieran un interés científico.
Su generosa distribución le valió que varios científicos admiraran su obra y dieran su testimonio: Mr. Paul Standley, curador botánico del museo de Chicago escribió: “el entusiasmo del Hermano Arsenio no disminuyo con la brusca interrupción de su obra en México. En los herbarios de los Estados Unidos se encuentran ejemplares recolectados por él en Ammendale, Covington, así como en las Vegas y Santa Fe, y sus colecciones han sido una ayuda incalculable para acrecentar el conocimiento de la flora de estas regiones. Dudo que una sola persona en el hemisferio occidental haya recolectado en su vida tan grande cantidad de material botánico como el Hermano, y con tan gran valor botánico.”
El museo de Historia natural de Paris se benefició mucho con las colecciones envidas por el Hermano Arsenio, sus cartas hablan de ciento diez y siete paquetes enviados con un manuscrito que las clasificaba de 400 páginas. En 1930 nuestro Hermano figuraba entre los siete miembros correspondientes elegidos por la dirección del Museo. El mismo título recibió, el año siguiente otorgado por la Academia de Ciencias de México. “Estoy satisfecho de estos honores, porque son otorgados al Instituto por mi medio, escribió el Hermano Arsenio”
Anteriormente el gobierno francés le había otorgado las Palmas Académicas y también le había otorgado la Cruz de la Legión de Honor, cuando Dios lo llamó a una recompensa mucho mayor. Las distinciones honorificas no herían su modestia; hablaba de ellas con la sencillez y la sonrisa de un niño.
Muy apegado a nuestra querida Congregación, atribuía los honores el renombre de su labor científica al Instituto y hacia participar en ellas a los Hermanos. “Todos mis trabajo, todas mis penas y sudores han sido para la mayor gloria de Dios y de nuestra familia religiosa”
El Hermano Arsenio fue un religioso en toda la acepción de la palabra, su manera sencilla de ser, con una mentalidad ajena a toda mundanidad, su vida austera sin búsqueda de confort, su regularidad y su labor constante y desinteresada.
A la luz sobrenatural del espíritu de fe, se guiaba en toda situación de vida ya sea embarazosa o bien alegre sin dejarse mover por motivos humanos. Había desarrollado una piedad franca y sólida. Su postura enérgica en la capilla y su voz siempre igual al recitar las oraciones, su devoción por el agua bendita y otros sacramentales, su habitual rezo del rosario en las idas y venidas y sus frecuentes jaculatorias que le ponían en contacto con Dios. Las visitas al Santísimo Sacramento eran cortas pero frecuentes y con profundo recogimiento delante del Divino Maestro, con las invocaciones que hacía en voz alta, cuando creía que estaba sólo, se adivinaba su intenso fervor.
Había conservado algunas manifestaciones de su piedad familiar, algo ingenua. Santa Juana de Arco, Santa Teresita del Niño Jesús habían llenado su corazón y les imploraba fervientemente, era también muy devoto de los Hermanos santos y llevaba sus imágenes en el Nuevo Testamento y que frecuentemente besaba además de una ferviente devoción a las Sagradas Escrituras. Enfermero, honraba a san Roque y lo ponía en la capilla en casos de enfermedades graves, atribuyéndole a su intervención las curaciones de algunos de los enfermos que cuidaba con gran celo.
Muy devoto de las almas del Purgatorio a las que les rendía un culto por caridad. Hacía largas listas de las personas fallecidas y siempre estaba atento a ganar el mayor número de indulgencia en su favor.
Conocedor de las normas litúrgicas deseaba que se aplicaran fielmente en las ceremonias sagradas, con gran gravedad se inclinaba en el Gloria al Padre… y en todos los momentos prescritos, cualquier irreverencia en la capilla provocaba sus reclamos.
La viveza de su temperamento impulsivo y algunas faltas de control en su lenguaje le atrajeron algunos regaños que recibía con humildad; y un instante después estaba todo olvidado.
Atento a las exigencias de la pobreza, el Hermano Geofroy Arsenio daba cuenta de todo el dinero que tenía que administrar. Se imponía apenas sospechadas, para no ser una carga por los envíos de plantas de sus colecciones y gastar los escasos recursos de la comunidad. Un buen número de sus publicaciones vieron la luz gracias a la colaboración de botánicos de renombre que le ayudaban monetariamente.
Puedas ser que se le hubiera considerado como avaro, según los criterios económicos de su tiempo. No se le veía nunca desperdiciando nada, en sus cuadernos escribió la siguiente frase humorística: “Un burro que trabaja es un rey al lado de un hombre que no hace nada”
De su espíritu religioso y de su pobreza, nacían en nuestro Hermano un auténtico espíritu de mortificación, lo señalan muchas de las notas recibidas. En la mesa, se contentaba con lo que servían, sin jamás pedir algo especial para él, tomaba algunas medicinas que eran muy amargas sin jamás decir nada. Muy seguido tuvo que abandonar alguna conversación interesante o una ocupación que amaba para ir a ayudar algún hermano escolástico indispuesto. Cuando ya era septuagenario observaba estrictamente los ayunos de Iglesia y del Instituto, ese día procuraba comer pan ya duro de días anteriores. En su estancia de treinta dos años en América, nunca pidió regresar a visitar a su familia o a su patria, un acto muy meritorio de su parte.
Después del año de 1927, comenzó a sufrir alteraciones en su salud, una operación quirúrgica vino, según su expresión, a demoler al viejo; pero con todo permaneció fiel y valeroso en el cumplimiento de sus deberes. Cuando su sordera progresiva le impidió participar en las conversaciones, incremento su comunicación más íntima con Dios multiplicando sus visitas al Solitario del sagrario.
El 7 de mayo de 1938, escribió: “Mis dolores torácicos, causados por la angina de pecho, me son muy molestos y dolorosos, mi cuerpo se ha convertido en un barómetro: todos los cambios de clima me afectan. Tengan en cuenta que yo no me quejo. El buen Dios me ha dejado “el piso superior” intacto hasta el presente y trabajo intelectualmente en mi escritorio de la mañana a la noche.”
Ponía en práctica el consejo que él mismo daba a quienes estaban probados por la enfermedad: “Vamos, mi querido hermano, tenga confianza en Dios, rece a la Santísima Virgen y permanezca tranquilo, sumiso de corazón a la voluntad divina. Ofrezca sus penas y sus sufrimientos por el Instituto, su familia, la patria, la Iglesia: de manera que nada se perdera.”
El 25 de mayo, lo había pasado bien, pero al comenzar la lectura espiritual, dio un vistazo a la “Croix” y le dijo a un hermano: “he visto las esquelas mortuorias y he rezado una Ave María por el reposo de cada uno de ellos”.
Hacia las once de la noche, llamó a su vecino de cuarto, y cuando este llegó le dijo simplemente: “se acabó”. Llamado el Hermano enfermero, lo atendió dándole todos los socorros posibles, pero sin resultado. Dentro de sus intensos dolores, manifestaba la resignación a la voluntad de Dios, entre los intervalos de las diferentes crisis que sufría, contestaba a las jaculatorias que le sugerían: “Jesús, María y José sean la salvación mía” fueron sus últimas palabras.
El capellán fue llamado para que le administrara bajo condición la unción de los enfermos, llegado el médico constató que la muerte había hecho su obra. Sus despojos fueron velados en la capilla de la comunidad y al día siguiente fiesta de la Ascensión del Señor sus funerales se realizaron en la Catedral de Santa Fe, en medio de una numerosa asistencia.
Las condolencias llegaron a la comunidad, en ellas se recordaba los servicios que el Hermano había prestado como excelente religioso y otras alaban los servicios tan importantes que había realizado a favor de la ciencia, así como su gran nobleza de carácter digna de un gran servidor del Instituto.