62 HNO AGGÉE JOSEPH Joseph Marie Joachim Lecointe
1866 + 29 XII 1937
El Hermano Aggé Joseph llega a México en 1907, fue miembro de la comunidad fundadora de Acatzingo así como del Noviciado Menor de San Borja, siguió a las casas de formación como Subdirector del Noviciado Menor y Noviciado en sus diferentes éxodos, Cuba, México, Cuba. Hermano de gran habilidad manual y destreza musical, a la vez que un ejemplar religioso.
Nació en la región de Versalles en Jouy le Moutier en 1865 murió en Guatao el 29 de diciembre de 1937.
En la primavera de 1884, nuestro Hermano termina su formación profesional con la obtención de su título de maestro de primaria. Destinado de inmediato a la comunidad de Arguentueil en donde permanecerá hasta el cierre del colegio por parte de las leyes de Combes en 1906. Durante sus 22 años de estancia en esa comunidad, se afianza en ferviente práctica de las virtudes de la vida religiosa y desarrolla sus aptitudes artísticas y manuales. En el arte de la música realiza un rápido progreso; se aboca al estudio del piano, el armonio que los domina con maestría, también estudia violín como autodidacta logrando descifrar sus secretos y en el órgano recibe lecciones de armonía por parte del organista de la parroquia. El estudia de mecánica y la electricidad ocuparon sus tiempos libres, aprendizaje que le permitió prestar un gran servicio en todos los lugares donde le tocó vivir.
Ante la incertidumbre y los peligros que representaba la secularización, el Hermano Aggée Joseph se ofrece para un apostolado lejano y en enero de 1907 se embarca para México. Durante el largo viaje, recuerdan sus compañeros de viaje, fue modelo de regularidad, prudencia y espíritu religioso. Estas virtudes fueron la característica de su vida.
Llegado al país de los aztecas, nuestro Hermano, formó parte de la comunidad fundadora de la obra de Acatzingo, Puebla. La indigencia de las instalaciones apresuró la acción de nuestro industrioso hermano, que le permitió poner en práctica todas sus habilidades en servicio de la comunidad. Con maderas regaladas por personas generosas pudo fabricar bancos, mesas y sillas, libreros para la biblioteca, así como puertas y ventanas. Ayudó a un hermano joven y realiza un silabario con letras de madera que eran movibles, lo cual permitió al joven profesor realizar con sus alumnos rápidos progresos en la lectura.
El Hermano Aggée Joseph se las ingenió para hacer diversos instrumentos de física con objetos adaptados que despertaron la admiración de los profesores de la Universidad de Puebla y a los cuales les explicó su funcionamiento con una delicadeza encantadora.
Desde tiempo atrás, nuestro Hermano, deseaba trabajar en una casa de formación. Sus deseos fueron cumplidos cuando la obediencia en 1912 lo envía junto con su director, el Hermano Gustavo Félix a fundar el Noviciado Menor de San Borja. Para con los novicios menores que poco a poco llenaron la casa, el Hermano Aggée Joseph ejercía con religiosa dignidad y un trato amable demostrando un afecto por igual a todos. Sus lecciones eran atractivas e interesantes atento a aquellos que necesitaban una explicación especial. Su sencillez, su cortesía y su bondad hicieron que todos lo estimaran y veneraran.
Hábil pedagogo, sabía, sin ninguna pretensión, dar a cada novicio menor el consejo oportuno. Uno de sus alumnos da el siguiente testimonio: “de mi llegada al Noviciado Menor, mi naturaleza un poco rebelde a la disciplina pronto quise sacudir el yugo. Viendo mi tendencia, el buen Hermano, un día se acercó a mi escritorio en la sala de estudio y me dejó una hermosa imagen de la Santísima Virgen diciéndome: “Rece todas las noches tres Aves Marías por tu perseverancia” Yo fielmente seguí su consejo y me siento muy agradecido con tan caritativo Hermano que me lo dio”.
El mismo narrador continúa: “Como profesor el Hermano Aggée Joseph nos inculcó con gran habilidad el amor al trabajo del cual daba un gran ejemplo. Muy interesantes eran sus clases de física, demostrando los conceptos con los aparatos por el mismo construidos. Encargado de enseñar el violín y la armonio a algunos novicios menores, lo hacía con gran paciencia por el avance lento o por errores al tocar el instrumento. En sus lecciones de francés, nos hacia repetir y volvía a explicar para que todos entendiéramos”.
En la vigilancia del estudio de catecismo, motivaba para mantener la aplicación y el interés por el estudio; las faltas pasajeras debían de ser reparadas con una mejor conducta. Buen caminante en los paseos semanales nos enseñaba formas de hacerlo y de subir montaña, dando de tiempo en tiempo reposo sin que se perdiera el ritmo.
Nunca inactivo, nuestro Hermano, diligentemente investigaba manuales de física, mecánica y electricidad o bien perfeccionaba las instalaciones de la casa. Dotó de grandes relojes a la casa de San Borja movidos por la electricidad, instala bombas eléctricas. Sus dedos hacían útiles objetos que ya eran considerados fuera de servicio.
Su espíritu de obediencia le disponía a una entrega total, acogía las palabras de los superiores con sencillez, no criticando nunca ninguna orden dadas. Su humildad unida a una vida de amor sobrenatural a los superiores veía en ellos a los representantes de Dios y les abría con gran candor su alma cristalina.
La pobreza evangélica encontraba en el Hermano Aggée Joseph a un discípulo ferviente. Sencillo y modesto en su forma de vestir, llevaba sus hábito y sus ropa hasta que estaban muy acabados pero eso sí siempre limpios; cuidaba sus zapatos para que le duraran durante mucho tiempo. Su humildad era admirable, al final de su vida lloraba porque se imaginaba que su vida no había sido del todo útil.
Modelo de puntualidad, se encontraba siempre presente al inicio de los ejercicios espirituales de comunidad y cumplía con gran dedicación y cuidado cuanto trabajo se le asignaba. Ya septuagenario, por espíritu de regularidad, hacia si paseo semanal con algunos Hermanos más jóvenes. Sus diversiones eran algunas lecturas piadosas, o instructivas e interesantes. Era enemigo de perder el tiempo.
Nuestro piadoso Hermano, tenía un gran amor a Jesús Eucaristía, lo recibía devotamente cada mañana y en el transcurso del día hacia varias visitas. En Guatao terminaba su dulce coloquio con el Divino Maestro ejecutando en el órgano o en el armonio una pieza de música en honor del Santísimo Sacramento.
Su devoción singular a la Santísima Madre de Dios se fue acrecentando con el paso de los años, su gran agradecimiento a la buena Madre por todas las gracias que de ella había recibido. Ella era su consejera y abogada en todas las dificultades. “Yo pediré a la Santísima Virgen, escribió en sus apuntes de retiro, no trabajar por motivos humanos y de hacer todas mis acciones por amor a Dios”; guardó siempre en su libro de lectura espiritual una estampa de la Santísima Virgen que besaba devotamente al inicio y al fin de su lectura. En sus salidas siempre rezaba el rosario. Hablaba de la Madre Santísima con un gran respeto y se descubría cada vez que pronunciaba su nombre. Unos de sus libros de cabecera fueron la vida de María y las Glorias de María. Con suave voz, recomendaba a los novicios menores, invocar seguido a la Santísima Virgen con la seguridad que ella vendrá en su auxilio en las horas difíciles.
Desde 1926 la salud del querido Hermano Aggée Joseph comenzó a declinar, seguido tenía necesidad de ayuda en los trabajos manuales; a pesar de eso nunca dejó el trabajo, realizo el laboratorio de física para el escolasticado de Guatao.
La salud viene a menos y un enfisema tenaz le ocasionaba accesos muy fuertes de toz que le debilitaban, sobre todo por la noche. En 1937 renuncia a sus clases y vigilancias, su vida ya estaba muy débil por lo cual tampoco acompañaba los cantos con el órgano.
Pasa a ser parte de la comunidad de Hermanos Ancianos, el Hermano Visitador lo nombra como el “gran orante” por las vocaciones y por las necesidades del Distrito. Decía yo estoy encargado de rezar y de sufrir por las buenas vocaciones y por la perseverancia de los Hermanos jóvenes.
En los primeros días de diciembre una pleuresía que degenera en bronconeumonía doble, el querido anciano sufrió mucho pero con una gran resignación con la esperanza de anticipar su purgatorio, gracias que pedía de continuo por intersección de la Santísima Virgen María. Una gran llaga en su espalda le producía un agudo dolor que soportaba con una admirable serenidad.
La recepción diaria del Señor Sacramentado le daba una gran fuerza el resto del día. Su ejemplo era motivo de edificación de las personas que lo visitaban por su dulzura y alegría ante la muerte que le abriría las puertas del paraíso. Ofrecía su vida por el Instituto y la obra de vocaciones. En una crisis el recibe con gran devoción la Extremaunción y respondió a todas las oraciones.
En la mañana del 29 de diciembre, aparecen los signos de precursores de un fin próximo; él anuncia su muerte por la noche, el Hermano enfermero le ayuda a recitar las oraciones habituales y le pide que repita sus invocaciones favoritas al Sagrado Corazón y a la Santísima Virgen. Hacia las siete de la noche el capellán presidió las oraciones de los agonizantes. Durante las oraciones suplicaba al Señor que fuera misericordioso con él al momento de su muerte, el Hermano Aggée Joseph hizo un ligero movimiento de sus labios y espiró.
Al día siguiente en la capilla de Nuestra Señora de Lourdes, se tuvo una solemne misa de réquiem reuniendo a los Hermanos de la Habana y todo el personal de Guatao. Bienaventurados los que mueren en el Señor