55 HNO ADOLPHE ARSÈNE Arsène Casimir ASTRUC 1867 + 24 V 1935
El Hermano Adolphe Arséne Astruc: llega a Puebla en 1906 como maestro de dibujo en San Pedro y San Pablo, más tarde trabajó en le remodelación de San Borja, gracias a sus conocimientos de arquitectura, regresa a Francia en 1914, donde realiza la misma labor como maestro dibujo en Paris. Era el hermano menor del Hermano Adrien Marie mártir de Zacatecas.
Nación en la ciudad de Marvejols en la Lozère cerca del antiguo santuario de Nuestra Señora que había sido coronada solemnemente en 1875; la familia Astruc conservaba celosamente las tradiciones de una vida cristiana integral. El jefe de familia tenía el mismo oficio que San José, trabajando empeñosamente para sacar adelante a su numerosa familia. Su piadosa mamá les inculcó la devoción a la Santísima Virgen, como medio de salvaguardarse en el camino de la vida.
El mayor de los hijos tuvo un encuentro providencial con el Hermano Director de la Canourgue, quien lo entusiasmó para seguir la vida de Hermano; y sin perder tiempo se dirige al Noviciado de Paris; con su toma de hábito vino a ser nuestro Hermano Adrien Marie, que va a realizar un fructífero apostolado hasta el día que como Director de Zacatecas, fue fusilado por odio a la fe, el 24 de junio de 1914 por las tropas de la revolución Mexicana.
La entrada de Arsène al Instituto fue motivada por dos de sus hermanos que ya eran hermanos y lo invitaron a seguir sus pasos. Una de sus hermanas ya era religiosa Ursulina en Chirac. Arsène Casimir era el menor de esta honorable familia, y a sus trece años entra al Noviciado Menor de Paris.
El 22 de octubre de 1883, recibe el Santo Hábito y el nombre de Hermano Adolphe Arsène. Una gran docilidad y una piedad profunda distinguieron al ferviente novicio. Una grave enfermedad en la época del Noviciado le deja como secuela una sordera incipiente que va a limitar un poco toda su carrera profesional.
Habiendo obtenido su título de maestro de primaria es enviado, en 1886, a San Nicolás de Issy les Molineaux, donde realizó su primera estancia de trece años; con una buena preparación de sus clases sobre todo sus catecismos y reflexiones logra en su clase una atmósfera de trabajo, disciplina y piedad.
Acrecentándose su sordera, los superiores lo destinan a la enseñanza del dibujo, para él cual tiene grandes destrezas. Lecciones particulares y su lectura y estudio personal le perfeccionaron en este arte, convirtiéndose en uno de los profesores más metódicos y exitosos; sus clases iniciaban con los aspectos muy sencillos hasta llegar a conceptos complicados, logrando de sus alumnos el gusto por el dibujo y notables resultados en los exámenes y exposiciones.
En 1898, el Hermano Adolphe Arsène deja San Nicolás para ir a enseñar el dibujo al orfanatorio de Fleury Meudon ahí el aportó la riqueza de una experiencia madura y su bondad obteniendo pronto buenos resultados entre sus alumnos horticultores y jardineros. Cuando llega el decreto de la supresión del orfelinato en 1906; nuestro Hermano se ofrece para continuar su apostolado en lejanas tierras, después de una somera iniciación en la lengua española se embarca para México, donde ya se encontraba su hermano mayor.
Enviado a nuestro colegio de Puebla, que estaba aún en sus inicios, contribuye en la organización y el establecimiento del Colegio. Diseña un programa de dibujo muy práctico, que sobre pasaba las exigencias del programa oficial no suficientemente determinado y lo realiza obteniendo muy buenos resultados, gracias a las correcciones detalladas de los trabajos para obtener de sus alumnos unos trabajos perfectos. Sin tener una gran autoridad sobre los jóvenes se ganaba su aprecio y respeto por su gran competencia, sus lecciones bien explicadas y sus juiciosos consejos.
Servicial, no se rehusaba ante ningún favor que se le pedía ya sea general o particular. Con manifiesta alegría realizaba trabajos de decoración de salones, nunca se le veía desocupado y en los tiempos de paseo admiraba paisajes y tomaba apuntes sobre los mismos para trabajarlos después en sus clases.
Una piedad innata impregnaba su vida profesional, no obstante sus múltiples ocupaciones, era muy puntual a sus ejercicios de piedad y a lo largo del día se daba tiempos para visitar al Señor Sacramentado.
Su carácter afable, tranquilo y conciliador le permitían una gran cordialidad en sus relaciones fraternas; jamás de sus labios salía una crítica o algo que atentara a la reputación de nadie, su presencia era fuente de la alegría de los hijos de Dios.
Cuando en 1911, se adquirió la propiedad de San Borja, cerca de México, el Hermano Visitador, aprovechó de las habilidades profesionales del Hermano Adolph para la restauración del inmueble más o menos deteriorado y lograr la fundación de una escuela agrícola y las casas de formación.
En compañía de algunos auxiliares, el Hermano, realiza una transformación profunda y el embellecimiento de los diferentes locales de la casa. Este trabajo exigía una dedicación total pero gracias a su tenacidad lo concluye. Las pinturas de la capilla exigían un trabajo minucioso y de especial delicadeza, esta labor se realizó y las pinturas se conservaron muy bien hasta 1934, época en que manos sacrílegas, hicieron desaparecer todo lo que fuera signo de la santidad del edificio.
Los alumnos de agricultura y los novicios menores se beneficiaron de las excelentes lecciones de dibujo. Cierto le hubiera gustado ir a las clases muy bien arreglado, pero muy seguido pasaba de su rol de obrero- albañil al de maestro sin darse el tiempo para cambiarse y tener una mejor presentación más limpieza. A quienes le llamaban la atención, les había podido decir sobre su sobre carga de trabajo, pero nunca replicaba nada, pues no creía que su trabajo sobrepasaba su entrega.
Cuando la largar revolución mexicana de 1914 que arruinó las obras católicas del país, nuestro Hermano deja México con gran tristeza, regresa a Francia en los inicios de la gran guerra, y habiendo ya sobrepasado la edad de ir al ejército va asumir las clases de dibujo de San Nicolás de Vaugirard.
La escuela de San Nicolás de Issy, transformada en hospital durante las hostilidades en 1919 es reabierta, bajo la dirección del activo Hermano Achille Louis, nuestro Hermano reasume su antiguo trabajo como maestro de dibujo, que conservó por dieciséis años hasta su muerte, entregándose generosamente con una exquisita caridad y completa entrega.
Muy valiosa fue su presencia en la restauración del colegio y en la reorganización de las distintas secciones como las iba desocupando las autoridades militares.
Sus cursos de dibujo se caracterizaban por su constancia y sus métodos logrando resultados notables. La sordera progresa y tiene que abandonar las clases de los mayores, quedándose solo con las clases de los chicos a la vez que se responsabiliza de la preparación de los monaguillos. Una de sus ocupaciones predilectas es la preparación del Nacimiento en la Navidad y de los altares en la fiesta del Corpus Christi, así como la ornamentación de los altares como sacristán.
Muy apegado a los exalumnos, le gustaba participar en las reuniones, no hablaba, pues no escuchaba nada, pero los exalumnos le manifestaban su cariño y su simpatía.
Su vida sencilla y modesta transcurre en el ejercicio constante de la caridad y de la bondad; su palabra siempre bondadosa y amable, no se permite sembrar la discordia y sus juicios son la imagen de sus palabras. Perdonaba las travesuras de los alumnos y su forma de actuar tocaba los corazones.
El Hermano Adolph Arsène era constante y fiel a su relación con Dios, asiduo y puntual a los ejercicios espirituales, diariamente participaba en la Eucaristía y se acercaba a recibir el “Pan de los fuertes”. Muy sumiso a los Superiores, en sus órdenes veía la voz de Dios, así abstracción de sus propias ideas para obedecer lo que los superiores mandaban.
La hora suprema de la recompensa pronto va a llegar, para este valiente obrero, para este religioso integro que los contratiempos y las vicisitudes de la existencia jamás le hicieron claudicar.
Al finalizar el año escolar de 1934, nuestro Hermano estaba muy decaído, el reposo de las vacaciones parecía que lo habían fortalecido y devuelto la vitalidad, pero era una trampa, su organismo gastado por una larga y constante labor respondería más.
Inicia el nuevo curso con sus clases de dibujo de los pequeños pero pronto se encuentra extenuado el Hermano Director y el doctor le piden reposo absoluto pero, el Hermano, pide ir a una clase diaria pues la presencia de los niños le reconforta. El apóstol quiere permanecer en la brecha hasta el fin.
Un dolor que no cedía obliga a internarlo en el Hospital de San José, la causa un tumor que le tortura en la garganta y que es incurable. El anuncio de este diagnostico le hace derramar algunas lágrimas, después se somete a la voluntad de Dios. La enfermería de Athis Mons le recibe, vivirá cuatro meses en compañía de su hermano que está medio paralizado y soportaba su terrible estado con paciencia y resignación admirable.
La asociación de exalumnos de la escuela de Athis Mons le pide un proyecto de decoración para la escena del teatro, de inmediato se pone a trabajar en ello, demostrando gran talento y realiza el proyecto como un joven… pero pronto siente la limitación, de sus labios salen las siguientes palabras: “las piernas y la cabeza se rehúsan a colaborar a pesar mi buena voluntad y el gusto de realizar la obra” es la primera vez que no puedo hacer un trabajo.
Como una lámpara de aceite que se va consumiendo poco a poco así el Hermano Adolph Arsène se extinguió, el 24 de mayo después de recibir los últimos sacramentos y con plena conciencia se confía a la misericordia del divino Maestro a quien le había consagrado fielmente toda su vida.