投稿日: 2012/04/20 13:31:22
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(...) En este ensayo vamos a considerar la medicina popular gallega como un conjunto de "discursos" teórico-prácticos por la gente se enfrenta al problema de la salud físico-mental; querido mostrar, a través de la etnografía de Galicia, la posibilidad y la importancia de tratar etnomedicina como "etnociencia" en el sentido de que la definición más adelante.
(...) Ya se ha subrayado antes que los discursos etnomédicos (la biomedicina incluida) no son meros "fenómenos culturales", sino son sistemas de conocimientos prácticos; lo que implica que, partiendo de su entorno natural y en su propio contexto cultural, a menudo penetran en otras tierras, otras sociedades (por supuesto,algunos -aquellos que están más estrechamente vinculados a su contexto original)- discursos se extienden menos que otras. Esta penetración de nuevos discursos se produce de forma espectacular cuando la sociedad está en proceso de cambio, cuyo ejemplo más claro sería la introducción de la biomedicina en los pueblos gallegos(como en todas partes del mundo), especialmente con la introducción del sistema de la seguridad social.
(...) El uso del término "discurso" en este ensayo (que no coincide con el idioma de uso) requiere una explicación. Entiendo que uno puede utilizar este término en ambos sentidos: A. una serie de palabras, actos que se apoya en un sistema coherente (método, la teoría, la visión del mundo): por ejemplo, "un discurso brujeril", "Un discurso político." B. El sistema coherente (método, la teoría, la visión del mundo) se manifiesta en una serie de palabras-actos: por ejemplo, "El discurso brujeril"; "El discurso sociológico." Tomamos nota de que la relación entre B y A no es simplemente la de la teoría y su aplicación. Por no mencionar el caso de “discurso” brujeril, en las "ciencias" también, la relación entre la teoría y la práctica no es tan clara como parece (ver Feyerabend, 1975). En este ensayo, por lo tanto, incluso cuando nos referimos al término "discurso" en el sentido A y no en el sentido B, el sentido A siempre se sobreentenderá. ... Un “discurso” es un sistema preexistente, pero sólo tiene valor cuando está en la acción o la experiencia de gente, y puede ocurrir que en el proceso de acción, aun cuando el cambio de voz, se cruce con otros “discurso”s, se introducen en ella nueva artículos, etc.; un “discurso” puede formar un subsistema dentro de otro “discurso”, o contrariamente, puede relacionarse con varios “discursos”... La ambigüedad en el uso de esta palabra es justificable, a mi juicio, por la naturaleza inherentemente polivalente de la conducta humana.
(...) Sin embargo, esto no significa quela biomedicina excluye totalmente otros "discursos”. Como se ha indicado F. Laplantine, la manera de interpretar y vivir enfermedades de cada individuo siempre puede desvincularse de la ideología dominante: De hecho, aquellos que tienen la experiencia para haber sanado sólo gracias a la medicina popular, se ven obligados a poner en tela de juicio la exclusividad de la biomedicina; la biomedicina nunca puede ser la única medicina, y las personas continúan eligiendo dentro de la pluralidad. Por ejemplo, la joven que padecía crisis depresivas se fluctuaba entre el “discurso” psiquiátrico y el de la brujería (el segundo reflejaba más bien la interpretación de su familia en que ella misma no quería creer), y después de visitar Baiñas, Negreira y San Campio finalmente sanó en un hospital de La Coruña; lo importante de este caso es que ella sigue interesada en la medicina popular, en un ambivalente, sin negarla del todo.
(...) En la primera mitad de este ensayo, tratamos todo el sistema etnomédico gallego, y luego tomamos como ejemplo los "discursos" etnocientíficos en el aire y el mal de ojo, para compararlos con algunos de los "discursos" existentes en la antropología. Además de las posibles interpretaciones de los fenómenos que tratamos, que creemos que tienen su mérito respectivo, una importante conclusión que se puede extraer, al menos en este caso, es que cada uno de los "discursos" antropológicos (simbolismo, etnopsiquiatria, la sociología y el cambio social), ni la suma de ellos, son capaces de interpretar todo el “discurso” de la gente. Hacemos hincapié en que esta conclusión no se deriva de la insuficiencia de los "discursos" de la gente, pero los "discursos" antropológicos; en este sentido, se podría decir que los "discursos" antropológicos han interpretado, y al mismo tiempo han sido interpretados por, la medicina popular gallega.
(...) Insistimos antes que la antropología es sólo otra etnociencia, ya que no hay ningún fundamento para ningun tratarlo como un cuadro de referencia absoluto; de hecho, el privilegio del “discurso” antropológico (y la biomédica, psiquiátricos, etc.) se justifica sólo por el hecho de que la práctica antropológica se realiza desde "nuestra" sociedad urbana-moderna, que pertenecen a todos los "discursos" antropológicos (entre otros) y los antropólogos; y la tarea del antropólogo, en lo que respecta a etnociencia, es aprender de los discursos de "ellos" para enriquecer "nuestros" discursos (por supuesto, esta distinción entre "nosotros" y "ellos" es válido solamente en ideológica, y la frontera entre "nosotros" y "ellos" se está volviendo cada día más ambigua, lo que implica, sin borrar esta distinción teórica, la mejora de "nuestro" discurso puede servir no sólo para "nosotros" sino también a "ellos"). En referencia a este punto debería volver a un tema que tocamos en la Sección 4, en el que el curandero de Negreira interpreta de acuerdo con su sistema de curación, que es ajeno a la tradición gallega, y sin embargo la gente se acerca a él e incluso se mejora como si se tratara de un curandero gallego: en una palabra, el pueblo y el curandero se entienden entre sí en diferentes discursos que pertenecen a diferentes tradiciones, y sin embargo, funciona la terapia. Ahora bien, ¿este caso no se parece a un poco de su propia práctica antropológica? El antropólogo siempre interpreta los lugares discursos de acuerdo con "nuestros" discursos teóricos que en sí mismos no tienen nada que ver con el contexto etnográfico original. ¿Si el curandero Negreira es un ejemplo de "mal-entendimiento", no lo serían también las interpretaciones antropológicas?
(...) Ante esta pregunta, lo más razonable sería suponer que en ambos casos existe una verdadera "comprensión", con la condición de reconocer, al mismo tiempo, que un "entendimiento" de esta clase, siempre e inevitablemente, se encontrará un poco "malentendimiento". Dicho de otra manera, aquí queremos insistir en dos puntos siguientes, en relación con el problema de la interpretación: la viabilidad de la comprensión entre los diferentes “discursos” y la imposibilidad de reducción entre ellos. Como se muestra en el ejemplo que tratamos aquí, cada “discurso” tiene su propia lógica y su propia manera de ver el mundo, su propia realidad. Y a veces resulta muy difícil pasar de "nuestros" discursos a los de "ellos" (como en el caso de J. Favret-Saada), porque la realidad en la que vive el antropólogo mismo contradice decisivamente con la realidad en que se sostiene el "discurso" local; en algunos casos, por ejemplo, se consideran como "hechos" los fenómenos que "nosotros" normalmente no incluimos en nuestra categoría de los "hechos", interpretándolos como "fantasía", "causalidad", etc., para adecuarlos a "nuestros" discursos. La "comprensión" real (o mejor dicho, la "práctica" de verdad antropológica), en mi opinión, es lo que se logra, teniendo en cuenta en primer lugar esta irreducibilidad de la interpretación, con el doble esfuerzo, por un lado, del acercarse al máximo a la lógica interna y la realidad en la que viven "ellos" y, en segundo lugar, enriquecer "nuestros" discursos comparándolos con los de "ellos".