Porfirio Barba Jacob

Virtud interior

Llego aquí como ayer, sencillamente,

y en medio de los campos

abandono mi cuerpo

sobre la hierba frágil.

 

Ni voces que interrumpan la secreta

comunión de la vida,

ni libros imponentes

ni exceso de palabras.

 

Dulce cielo otoñal sobre los valles,

el agua limpia, el césped, la inefable

sencillez de las cosas,

y yo, sin ligaduras,

buscando el rumbo cierto

a la sombra de Dios que me sustenta.

 

Y la emoción que me darán los hálitos

del bosque, santamente,

y el éxtasis divino del silencio

debajo de los árboles...

 

La noche azul me cubre,

mi frente se circunda

de lirios y de estrellas

y nace mi bondad y va fluyendo.

 

Y en la inquietud absorto,

sobre la hierba trémula,

mi corazón humilde

ama todas las cosas.

 

Y siento hervir mi sangre

y quiero derramarla,

y esta virtud cruenta

me va purificando...