Porfirio Barba Jacob
Triste amor (Canción del pesimista)

No hay nada grande, nada, sino la Muerte… En vano

Querrá un ardiente Numen, tras líricos empeños,

Aprisionar la turba de los silfos risueños

O descubrir las líneas de un rostro sobrehumano.

 

Las cosas son la espuma del tiempo en nuestra mano;

La gloria es eco de una proeza urdida en sueños;

Joyeles y palacios de exóticos diseños

Son fábrica de niebla, ruido del océano…

 

Con todo, Cintia mía, en la noche nevada

Junta a mi carne lívida tu carne sonrosada…

Y un hijo rasgue otrora las brumas del camino.

 

¡Si es crimen dar renuevos a la materia oscura,

Yo purgaré en mí mismo la erótica locura

De dos lobeznos tristes que amamantó el Destino!

La Habana, Cuba, 1915.