Porfirio Barba Jacob
Sapiencia
Nada a las fuerzas próvidas demando,
Pues mi propia virtud he comprendido.
Me basta oír el perennal ruido
Que en la concha marina está sonando.
Y un lecho duro y un ensueño blando;
Y ante la luz, en vela mi sentido
Para advertir la sombra que al olvido
El ser impulsa y no sabemos cuándo…
Fijar las lonas de mi móvil tienda
Junto a los calcinados precipicios,
De donde un soplo de misterio ascienda,
Y al amparo de Númenes propicios,
En dilatada soledad tremenda
Bruñir mi obra y cultivar mis vicios.
La Habana, Cuba, 1915.