Porfirio Barba Jacob
Canción de la hora feliz

 

Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,

de tan cruel dominio y trágica opresión,

que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,

fui hasta la muerte... Un alba se hizo en mi corazón.

 

Bien se que aún me aguardan angustias infinitas

bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;

que la alegría es lúgubre; que rodarán marchitas

sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.

 

Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,

me embriagarán un punto la juventud y abril;

y que hay en las orgías un grito de pavura,

tras la sensualidad del goce juvenil.

 

Se más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,

por el fatal destino de dioses engañada

en noches sin aurora y en llantos de agonía

ya no creerá en nada... Ni aún en la poesía...

 

¡Y estoy sereno! En medio del obscuro "Algún día",

de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos

-¡el día del adiós a todo cuanto amamos!-

yo evocaré esta hora y me diré a mí mismo,

sonriendo virilmente: -"Poeta ¿en qué quedamos?"-

 

Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...

¡el día del adiós a todo cuanto amamos! 


Porfirio Barba Jacob Guatemala, 17 de julio de 1922.