Porfirio Barba Jacob
Futuro

Decid cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!)

soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,

en el vital deliquio por siempre insaciado,

era la llama al viento...


Vagó, sensual y triste, por las islas de su América;

en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;

la tierra mexicana le dio su rebeldía,

su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.


De simas no sondadas subía a las estrellas;

un gran dolor incógnito vibraba por su acento;

fue sabio en sus abismos, -y humilde, humilde, humilde-

porque no es nada una llamita al viento...


Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,

que nunca humana lira jamás esclareció,

y nadie ha comprendido su trágico lamento...

Era una llama al viento y el viento la apagó.

Guadalajara, julio 29,1923.