Porfirio Barba Jacob - El despertar

Ya por celestes númenes alzado el mortuorio

manto que a las criaturas envolvía,

la luz viene a llamar a los cristales.

 

Tú, que retornas de tu sueño, advierte

si un hada esquiva deja en los umbrales

salvias y serpoletas, o si vierte

al pie de la ventana,

con sus dedos rosáceos y pueriles,

los jugos de la agreste mejorana

y el tomillo de todos los abriles.

Porque huele muy bien...

 

Y el aire puro,

al penetrar por el balcón abierto,

derrama en el ambiente semioscuro

los himnos de los pájaros del huerto.

 

Bajo el árbol antiguo el agua suena.

¡Es de día, es de día!

Haz tu oración, disponte a la faena,

y alégrate en las cosas humildes, alma mía.