Olga Orozco
Desdoblamiento en máscara de todos
Lejos,
de corazón en corazón,
más allá de la copa de niebla que me aspira desde el
fondo del vértigo,
siento el redoble con que me convocan a la tierra de nadie.
(¿Quién se levanta en mí?
¿Quién se alza del sitial de su agonía, de su estera de
zarzas,
y camina con la memoria de mi pie?)
Dejo mi cuerpo a solas igual que una armadura de
intemperie hacia adentro
y depongo mi nombre como un arma que solamente hiere.
(¿Dónde salgo a mi encuentro
con el arrobamiento de la luna contra el cristal de todos
los albergues?)
Abro con otras manos la entrada del sendero que no sé
a dónde da
y avanzo con la noche de los desconocidos.
(¿Dónde llevaba el día mi señal,
pálida en su aislamiento,
la huella de una insignia que mi pobre victoria arrebataba
al tiempo?)
Miro desde otros ojos esta pared de brumas
en donde cada uno ha marcado con sangre el jeroglífico
de su soledad,
y suelta sus amarras y se va en un adiós de velero
fantasma hacia el naufragio.
(¿No había en otra parte, lejos, en otro tiempo,
una tierra extranjera,
una raza de todos menos uno, que se llamó la raza de
los otros,
un lenguaje de ciegos que ascendía en zumbidos y en
burbujas hasta la sorda noche?)
Desde adentro de todos no hay más que una morada
bajo un friso de máscaras;
desde adentro de todos hay una sola efigie que fue
inscripta en el revés del alma;
desde adentro de todos cada historia sucede en todas
partes:
no hay muerte que no mate,
no hay nacimiento ajeno ni amor deshabitado.
(¿No éramos el rehén de una caída,
una lluvia de piedras desprendidas del cielo,
un reguero de insectos tratando de cruzar la hoguera
del castigo?)
Cualquier hombre es la versión en sombras de un Gran Rey
herido en su costado.
Despierto en cada sueño con el sueño con que
Alguien sueña el mundo.
Es víspera de Dios.
Está uniendo en nosotros sus pedazos.
1962
Olga Orozco en Los juegos peligrosos [1962]