Olga Orozco - Con esta boca, en este mundo

No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,

aunque me tina las encías de color azul,

aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,

aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas

y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.


Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,

ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,

y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,

ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en

    esta dura nieve

donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido

    del viento.


Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas

    piedras.

Hemos hablado demasiado del silencio,

lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el

    arco final,

como si en él yaciera el esplendor después de la caída,

el triunfo del vocablo, con la lengua cortada.


¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!

He dicho ya lo amado y lo perdido,

trabé con cada sílaba los bienes y los males que más

    temí perder.

A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,

retumban, se propagan como el trueno

unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas

    a la oscuridad.

Nuestro largo combate fue también un combate a muerte

    con la muerte, poesía.

Hemos ganado. Hemos perdido,

porque ¿cómo nombrar con esta boca,

cómo nombrar en este mundo con esta sola boca

    en este mundo con esta sola boca?

1994