Anne Sexton
Los rastreadores del mal

Hemos nacido con suerte

que es como decir con oro en la boca.

Tan frescos y lisos como una uva,

tan puros como una laguna en Alaska,

tan buenos como el tallo de una habichuela verde-

hemos nacido y esto debería bastar,

debemos ser capaces de sacar provecho de esto,

pero hay que saber acerca del mal,

saber lo que es subhumano,

saber cómo la sangre brota como un grito,

hay que ver la noche

antes de que se pueda comprender el día

hay que oír al animal en uno

hay que andar como un sonámbulo

en el caballete del tejado,

hay que echar un pedazo de su cuerpo

en la boca del diablo.

Extraño material, dices tú.

Pero yo digo

tienes que morir un poco,

saber cómo una caja de cerillas se enciende en tu mano,

ver cómo tu mejor amigo copia tu examen,

visitar una reserva de indios y ver

sus plumas de plástico,

el sueño muerto.

Hay que ser prisionero una vez para oír

el cerrojo entrar en sus armellas.

Después de todo esto

uno está libre para alcanzar los árboles, las piedras,

el cielo, los pájaros que hacen algo curioso con el aire.

Incluso en una cabina de teléfono

puede el mal gotear del auricular

y debemos cubrir eso con una cubierta,

y arrancarlo de sus raíces

y enterrarlo,

enterrarlo.


Anne Sexton en El horrible remar hacia Dios [1975]

Trad. José Luis Reina Palazón