Anne Sexton
Coraje

Es en las pequeñas cosas donde lo vemos.

El primer paso del niño,

tan imponente como un terremoto.

La primera vez que vas en bicicleta,

tambaleándote por la acera.

La primera paliza cuando tu corazón

fue de viaje todo solo.

Cuando te llamaron llorón

o pobre o gordo o loco

y te hicieron un extraño,

cuando bebiste su veneno

y lo ocultaste.


Más tarde,

cuando miraste a la muerte de bombas y balas

no lo hiciste con una bandera,

lo hiciste sólo con un sombrero, para

cubrir tu corazón.

Tú no has acariciado la debilidad en ti

a pesar de que estaba allí.

Tu coraje fue un pequeño carbón

que has seguido tragándote.

Si te ha salvado tu compañero

y murió haciéndolo

entonces su coraje no fue coraje,

fue amor; amor tan simple como jabón de afeitar.


Más tarde,

si tú has soportado una gran desesperación,

lo hiciste solo,

en tus venas corría el fuego,

quitándote la costra de tu corazón,

estrujándolo como un calcetín.

Después, hermano mío, has espolvoreado tu pena,

le has dado un masaje de espaldas,

la has tapado con una manta,

y cuando ha dormido un ratito

despertó a las alas de las rosas

y estaba transformada.


Más tarde

cuando llegues a la vejez y a su conclusión natural

tu coraje se mostrará en pequeñeces,

cada primavera será una espada que tú afiles,

aquellos que tú ames vivirán en una fiebre de amor,

y tú regatearás con el calendario

y en el último momento

cuando la muerte abra la puerta trasera

te pondrás tus pantuflas de felpa

y te irás.

Anne Sexton en El horrible remar hacia Dios [1975]

Trad. José Luis Reina Palazón