Anne Sexton
Después de Auschwitz

Ira,

tan negra como un gancho,

me sobrepasa.

Cada día,

cada nazi

a las ocho de la mañana tomaba un niño

y se lo salteaba para el desayuno

en su sartén.


Y la muerte mira como al azar

y se saca la mugre bajo las uñas de los dedos.


El hombre es malo,

lo digo alto.

El hombre es una flor

que debe ser quemada,

lo digo alto.

El hombre

es un pájaro lleno de mierda,

lo digo alto.


Y la muerte como al azar

y se rasca el ano.


El hombre con sus delitos del pie rosas,

con sus dedos de las manos milagrosos,

no es un templo

sino un retrete,

lo digo alto.

Que el hombre nunca más levante su taza de té.

Que el hombre nunca más escriba un libro.

Que el hombre nunca más se ponga sus zapatos.

Que el hombre nunca más eleve sus ojos,

en una noche suave de julio.

Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. Nunca.

Digo estas cosas en alto.


Ruego al Señor que no me oiga.