Alfonsina Storni
Voluntad

Mariposa ebria, 

 la tarde, 

 giraba sobre nuestras cabezas 

 estrechando sus círculos 

 de nubes blancas 

 hacia el vértice áspero 

 de tu boca 

 que se abría frente al mar. 

  

 Cielo y tierra 

 morían 

 en la música verde de las aguas 

 que no conocían caminos. 

  

 Retrocedía, 

 ahuecada, 

 la pared del horizonte 

 e iban a echarse a danzar 

 las rocas negras. 

  

 Me desnivelaban ya 

 los círculos de arriba 

 empujándome hacia ti 

 como hacia raíz lejana 

 de la que brotara. 

  

 Pero sólo la tarde 

 bebió, lenta, 

 la cicuta 

 de tu boca.