Primero tomamos un de sus manos entre nuestros dedos, y con mucha suavidad soplamos en su palma, luego hacemos lo mismo con la otra mano y decimos con dulzura: "¡Estas son tus manitas!" y acariciamos sus manos.
Después tomamos sus pies con nuestras manos y soplando suavemente en ellos, decimos mirándole: "¡Estos son los pies de mi bebé!" Y también acariciamos sus pies.
Así podemos repetir la misma acción soplando en las distintas partes de su cuerpo (las mejillas, los codos, el cuello, la espalda, etc.), siempre nombrándolas a continuación y regalando caricias al pequeño.
Para finalizar, acercamos nuestra cara al bebé y pronunciamos con suavidad y alegría su nombre: "¡Ay, qué bonito es el cuerpo de mi pequeño Juan!" y le damos un beso.
Cuando intuyamos el cansancio del bebé, debemos cambiar de actividad. El niño tiene que desear la repetición del juego, y nos lo demostrará con sus gestos de alegría.
Establecer relaciones y vínculos afectivos entre el bebé y nosotros.
Ayudarle en su desarrollo sensoriomotor.
Iniciarlo en la toma de conciencia de su propio cuerpo.
Acostumbrarlo al contacto interpersonal y a sentirse querido.
Es preferible que en esta actividad solo intervenga uno de los padres cada vez.
Todas las frases que dediquemos al bebé pueden incluir su nombre.
Pueden irse nombrando las partes del cuerpo medante rimas o cancioncillas.