Acciones de guerrilla segunda mitad de 1809

Juntas de Molina y de Aragón

Pulularon en Aragon, despues de las funestas jornadas de María y Belchite, los partidarios y cuerpos francos. Recorrian unos los valles del Pirineo é izquierda del Ebro; otros la derecha y los montes que se elevan entre Castilla la Nueva y reino de Aragon. Aquéllos obraban por sí y sostenidos á veces con los auxilios que les enviaba Lérida; los segundos escuchaban la voz de la Junta de Molina, y en especial la de la de Aragon, que restablecida en Teruel el 30 de Mayo, tenía á veces que convertirse, como muchas otras y á causa de las ocurrencias militares, en ambulante y peregrina.

Renovales victorioso en el Roncal

Abrigáronse partidarios intrépidos de las hoces y valles que forma el Pirineo desde el de Benasque, en la parte oriental, hasta el de Ansó, situado al otro extremo. Tambien aparecieron muy temprano en el de Roncal, que pertenece á Navarra, fragoso y áspero, propio para embreñarse por selvas y riscos. En estos dos últimos y aledaños valles campeó con ventura D. Mariano Renovales. Prisionero en Zaragoza, se escapó cuando le llevaban á Francia, y dirigiéndose á lugares solitarios, se detuvo en Roncal para reunir varios oficiales tambien fugados. Noticioso de ello el general frances d’Agoult, que mandaba en Navarra, y temeroso de un levantamiento, envió en Mayo, para prevenirle, al jefe de batallon Puisalis con 600 hombres. Súpolo Renovales, y allegando apresuradamente paisanos y soldados dispersos, se emboscó el 20 del mismo mes en el país que media entre los valles del Roncal y Ansó. El 21, ántes de la aurora, comenzaron los combates, trabáronse en varios puntos, duraron todo aquel dia y el siguiente, en que se terminaron, con gloria nuestra, al pié del Pirineo, en la alta roca llamada Undarí. Todos los franceses que allí acudieron fueron muertos ó hechos prisioneros, excepto unos 120, que no penetraron en los valles.

Animado con esto Renovales, pero mal municionado, buscó recursos en Lérida y trajo armeros de Eibar y Placencia. Pertrechado algun tanto, aguardó á los franceses, quienes, invadiendo de nuevo aquellas asperezas en 15 de Junio, fueron igualmente deshechos y perseguidos hasta la villa de Lumbier. Interpusiéronse en seguida los nuestros en los caminos principales, y sembraron entre los enemigos el desasosiego y la zozobra. Dieron lugar tales movimientos á que el comandante de Zaragoza, Plique, y el gobernador de Navarra, d’Agoult, entablasen correspondencia con Renovales. En ella, al paso que agradecian los enemigos el buen porte de que usaba el general español con los franceses que cogia, reclamaban altamente el castigo de algunos subalternos, que se habian desmandado á punto de matar varios prisioneros, quejándose tambien de que el mismo Renovales se hubiese escapado, sin atender á la palabra empeñada. Respecto de lo primero, olvidaban los franceses que á tan lamentables excesos habian dado ellos triste ocasion, mandando d’Agoult ahorcar poco ántes, so color de bandidos, á cinco hombres que formaban parte de una guerrilla de Roncal; y respecto de lo segundo respondió Renovales: «Si yo me fugué ántes de llegar á Pamplona, advertid que se faltó por los franceses al sagrado de la capitulacion de Zaragoza. Fuí el primero á quien el general Morlot, sin honor ni palabra, despojó de caballos y equipaje, hollando lo estipulado. Si al general frances es lícita la infraccion de un derecho tan sagrado, no sé por qué ha de prohibirse

á un general español faltar á su palabra de prisionero.»

Sarasa en San Juan de la Peña

Los triunfos de Roncal y Ansó infundieron grande espíritu en todas aquellas comarcas, y D. Miguel Sarasa, hacendado rico, despues de haber tomado las armas y combatido en Julio en varios felices reencuentros, formó la izquierda de Renovales, apostándose en San Juan de la Peña, monasterio de benedictinos, y en cuya espelunca, como la llama Zurita, nació la monarquía aragonesa y se enterraron sus reyes hasta D. Alfonso el II.Viendo los enemigos cuán graves resultas podria traer el levantamiento de los valles del Pirineo, mayormente no habiéndoles sido dado apagarlo en su orígen, idearon acometer á un tiempo el país que media entre Jaca y el valle de Salazar, en Navarra, llamando al propio tiempo la atencion del lado de Benasque. Con este fin salieron tropas de Zaragoza

y Pamplona y de otros puntos en que tenian guarnicion, no olvidando tampoco amenazar de la parte de Francia. Un trozo dirigióse por Jaca sobre San Juan de la Peña, otro ocupó los puertos de Salvatierra, Castillo Nuevo y Navascues, y se juntó una corta division en el valle de Salazar.

Fué San Juan de la Peña el primer punto atacado. Defendióse Sarasa vigorosamente; mas obligado á retirarse, quemaron el 26 de Agosto los franceses el monasterio de benedictinos, conservándose sólo la capilla, abierta en la peña. Con el edificio ardió tambien el archivo, habiéndose perdido allí, como en el incendio del de la diputacion de Zaragoza, ocurrido durante el sitio, preciosos documentos, que recordaban los antiguos fueros y libertades de Aragon. El general Suchet fundó, por via de expiacion, en la capilla que quedaba del abrasado monasterio, una misa perpétua, con su dotacion correspondiente. Pensaba quizá cautivar de este modo la fervorosa devocion de los habitantes; mas tomóse á insulto dicha fundacion, y nadie la miró como efecto de piedad religiosa.

Renovales derrotado en el Roncal

Vencido este primer obstáculo, avanzaron los franceses de todas partes hácia los valles de Ansó, y Roncal. El 27 empezó el ataque en el primero, y á pesar de la porfiada oposicion de los ansotanos, entraron los enemigos la villa á sangre y fuego. Contrarestó Renovales su ímpetu en Roncal los dias 27, 28 y 29, retirándose hasta el término y boquetes de la villa de Urzainqui. Mas, agolpándose á aquel paraje los franceses del valle de Ansó, los del de Salazar y una division procedente de Oleron, en Francia, no fué ya posible hacer por más tiempo rostro á tanta turba de enemigos. Así, deseando

Renovales salvar de mayores horrores á los roncaleses, determinó que D. Melchor Ornat, vecino de la villa, capitulase honrosamente por los valles, como lo hizo, asegurando á los naturales la libertad de sus personas y el goce de sus propiedades. Renovales, con varios oficiales, soldados y rusos desertores, se trasladó al Cinca.

Los franceses presionan en el Cinca obligando a los guerrilleros españoles a retirarse a Mequinenza

En tanto que esto pasaba en Navarra y valles occidentales de Aragon, llamaron tambien los franceses la atencion á los orientales, incluso el de Aran, en Cataluña. No llevaron en todos ellos su intento más allá del amago, siendo rechazados en el puerto de Benasque, en donde se señaló el paisano Pedro Berot.Descendiendo la falda de los Pirineos, y siguiendo la orilla izquierda del Cinca, D. Felipe Perena, Baget y otros partidarios tuvieron con los franceses reñidos choques. En varios sacaron ventaja los nuestros, incomodándolos incesantemente y cogiéndoles reses y víveres que llevaban

para su abastecimiento. Ansiosos los franceses de libertarse de tan porfiados contrarios, enviaron al general Habert para dispersarlos y despejar las riberas del Cinca. Consiguió Habert penetrar hasta Fonz, en donde sus tropas asesinaron desapiadadamente á los ancianos y enfermos que habian quedado. Al mismo tiempo que Habert, cruzó el Cinca por cima de Estadilla el coronel Robert, quien al principio fué rechazado; pero concertando ambos jefes sus movimientos, replegáronse los partidarios españoles á Lérida, Mequinenza y puntos abrigados, tomando despues el mando de todos ellos Renovales. Ocuparon los franceses á Fraga y Monzon, como importantes para la tranquilidad del país. Mas ni áun así consiguieron su objeto. Sarasa en Octubre y Noviembre apareció de nuevo en las cercanías de Ayerbe, y procuró cortar las comunicaciones entre Zaragoza y Jaca. Los españoles de Mequinenza tambien hicieron en 16 de Octubre una tentativa sobre Caspe, en un principio dichosa, al último malograda.

Benasque

Otras parciales refriegas ocurrian al mismo tiempo por aquellos parajes, poniendo al fin los franceses su conato en apoderarse de Benasque. Mandaba allí, desde 1804, el Marqués de Villora, y el 22 de Octubre del año en que vamos, intimándole el comandante frances de Benavarre La Pageolerie que se rindiese, contestóle el Marqués dignamente. Mas en Noviembre, acudiendo otra vez los franceses, cedió Villora sin resistencia; y por esto, y por entrar despues al servicio del intruso, tachóse su conducta de muy sospechosa.

Guerrillas en la margen derecha del Ebro. Villacampa al mando

En la márgen derecha del Ebro, las juntas de Molina y Aragon trabajaban incansables en favor de la defensa comun. La última, aunque metida en Moya, provincia de Cuenca, despues de la vergonzosa jornada de Belchite, desvivíase por juntar dispersos y promover el armamento de la provincia. Don Ramon Gayan, separado ya del ejército de Blake al desgraciarse la accion de María, sirvió de mucho, con su cuerpo franco, para ordenar la resistencia. Ocupaba la ermita del Águila, en el término de Cariñena, y la Junta agrególe el regimiento provincial de Soria y el de la Princesa, venido de Santander. Hubo entre los nuestros y los enemigos varios reencuentros. Los últimos, en Julio, desalojaron á Gayan de la ermita del Águila, y frustróse un plan que la Junta de Aragon tenía trazado para sorprender á los franceses, que enseñoreaban á Daroca.

Falló en parte, por disputas de los jefes que eran de igual graduacion. Para prevenir en adelante todo altercado, envió Blake desde Cataluña, á peticion de la mencionada junta, á D. Pedro Villacampa, entónces brigadier, el cual, reuniendo bajo su mando la tropa puesta ántes á las órdenes de Gayan, y ademas el batallon de Molina, con otros destacamentos, formó en breve una division de 4.000 hombres. A su cabeza adelantóse el nuevo jefe, ántes de finalizar Agosto, á Calatayud, arrojó á los enemigos del puerto del Frasno, y haciendo varios prisioneros, los persiguió hasta la Almunia.En arma los franceses con tal embestida, despues de verse algo desembarazados en la orilla izquierda del Ebro, revolvieron en mayor número contra Villacampa. Prudentemente se habia recogido éste á los montes llamados Muela de San Juan y sierras de Albarracin, célebres por dar nacimiento al Tajo y otros rios caudalosos, habiéndose situado en Nuestra Señora del Tremedal, santuario muy venerado de los naturales, y adonde van en romería de muchas leguas á la redonda. De las tropas de Villacampa habian quedado algunas avanzadas en la direccion de Daroca, las cuales fueron en Octubre arrojadas de allí por el general Klopicki, que avanzó hasta Molina, destruyendo ó pillando casi todos los pueblos.

Don Pedro Villacampa juntó en el Tremedal, entre soldados y paisanos sin armas, unos 4.000 hombres. El santuario está situado en un elevado monte, en forma de media luna, y á cuyo pié se descubre la villa de Orihuela. Pinares, que se extienden por los costados y la cumbre roqueña de la montaña, dan al sitio silvestre y ceñudo semblante. Habia acumulado allí la devocion de los fieles muchas y ricas ofrendas, respetadas hasta de los salteadores, siendo así que de dia y noche se dejaban abiertas las puertas del santuario. Por lo ménos así lo aseguraban los clérigos, ó mosenes, como en Aragon los llaman, encargados del culto y custodia del templo.

Habia Villacampa hecho en la subida algunas cortaduras, y dedicábase á disciplinar en aquel retiro su gente bisoña. Conocieron los franceses el mal que se les seguiria si para ello le dejaban tiempo, y trataron de destruirle, ó por lo ménos de aventarle de aquellas asperezas. Tuvo órden de ejecutar la operacion el coronel Henriod, con su regimiento 14 de línea, alguna más infantería, un cuerpo de coraceros y tres piezas. Maniobró el frances diestramente, amagando la montaña por varios puntos, y el 25 se apoderó del Tremedal, de donde arrojados los españoles, se escaparon por la espalda, camino de Albarracin. Los enemigos saquearon é incendiaron á Orihuela, volándose el santuario con espantoso estrépito. Salvóse la Virgen, que á tiempo ocultó un mosen, y retirados los franceses, acudieron ansiosamente los paisanos del contorno á adorar la imágen, cuya conservacion graduaban de milagro.

Aunque con tales excursiones conseguian los enemigos despejar el país de ciertas partidas, no por eso impedian que en otros parajes los molestasen nuevas guerrillas. Así que, al adelantarse aquéllos via del Tremedal, los hostilizaban á su retaguardia el alcalde de Illueca y el paisanaje de varios pueblos. Lo mismo ocurria, con mayor ó menor ímpetu, en casi todas las comarcas, fatigando á los invasores tan continuo é infructuoso pelear.

Suchet ocupa Teruel

Suchet, sin embargo, insistia en querer apaciguar á Aragon, y sabiendo que de Madrid habia ido á Cuenca el general Milhaud para desbandar las guerrillas de aquella provincia, avanzó tambien, por su parte, el 25 de Diciembre hasta Albarracin y Teruel, cuyo suelo áun no habian pisado los franceses, obligando á la Junta de Aragon, que entónces se albergaba en Rubielos, á abandonar su territorio, teniendo que refugiarse en las provincias vecinas.

La junta de Sigüenza: El empecinado en Guadajalara

De éstas, las de Cuenca y Guadalajara traian á mal traer al enemigo. En la primera era uno de los principales jefes el Marqués de las Atalayuelas, que solia ocupar á Sacedon y sus cercanías, y en la segunda el Empecinado, á quien ya vimos en Castilla la Vieja, y que se aventajaba á los demas en fama y notables hechos. Por disposicion de la Central, habíase establecido el 20 de Julio en Sigüenza (ciudad poco ántes muy maltratada por los franceses) una junta, con objeto de gobernar la provincia de Guadalajara. Trabajó con ahínco la nueva autoridad en reunir las partidas sueltas, efectuar alistamientos y hostigar de todos modos alenemigo, y así esta junta como otra que se erigió en tierra de Cuenca, uniéndose en ocasiones, ó concertándose con las de Aragon y Molina,

formaron en aquellas montañas un foco de insurreccion, que hubiera sido áun más ardiente si á veces no hubiesen debilitado su fuerza quisquillas y enojosas pendencias.

Don Juan Martin, el Empecinado, guerreaba allende la cordillera carpetana; mas, buscado en Setiembre por la junta de Guadalajara, acudió gustoso al llamamiento. Comenzó aquel caudillo á recorrer la provincia, y no dejando á los franceses un momento de respiro, tuvo ya, en los meses de Setiembre y Octubre, choques bastante empeñados en Cogolludo, Alvarés y Fuente la Higuera. Los franceses, para vencerle, recurrieron á ardides. Tal fué el que pusieron en planta el 12 de Noviembre, aparentando retirarse de la ciudad de Guadalajara, para luégo volver sobre ella. Pero el Empecinado, despues de haberse provisto de porcion de paños de aquellas fábricas, rompió por medio de la hueste que le tenía rodeado, y se salvó. Pagó en seguida á los franceses el susto que entónces le dieron, principalmente sorprendiendo el 24 de Diciembre, en Mazarrulleque, á un grueso trozo de contrarios.

En la Mancha

Entre los guerrilleros de la Mancha, de que ya entónces se hablaba, ademas de Mir y Jimenez, merece particular mencion Francisco Sanchez, conocido con el nombre de Francisquete, natural de Camuñas. Habian los franceses ahorcado á un hermano suyo, que se rindiera bajo seguro, y en venganza, Francisco hízoles sin cesar guerra á muerte. Otros partidarios empezaron tambien á rebullir en esta provincia y en la de Toledo; mas, ó desaparecieron pronto, ó sus nombres no sonaron hastamás adelante.

En Castilla y León: Julián Sánchez ,el Capuchino y Porlier

En las que componen los reinos de Leon y Castilla la Vieja descolló, entre otros muchos, cerca de Ciudad-Rodrigo, D. Julian Sanchez. Vivia éste en la casa paterna despues de haber militado en el regimiento de Mallorca. Pisaron los enemigos en sus correrías aquellos umbrales, y mataron á sus padres y á una hermana, atrocidad que juró Sanchez vengar: empezó con este fin á reunir gente, y luégo allegó hasta 200 caballos con el nombre de lanceros, de cuya tropa nombróle capitan el Duque del Parque, general que allí mandaba. Don Julian unas veces se apoyaba en el ejército ó en la plaza de Ciudad-Rodrigo, otras obraba por sí y se alejaba con su escuadron. Infundia tal desasosiego en los franceses, que en Salamanca, el general Marchand dió contra él y sus soldados una proclama amenazadora, y cogió en rehenes, como á patrocinadores, á unos cuantos ganaderos ricos de la provincia. Sanchez, agraviado de que elfrances calificase á sus hombres de asesinos y ladrones, replicóle de una manera áspera y merecida. ¡Cruda guerra, que hasta en el hablar enconaba así de ambos lados el ánimo de los combatientes!

Por el centro y vastas llanuras de Castilla la Vieja, andaban asimismo al rebusco de franceses partidas pequeñas, como las del Capuchino, Saornil y otras que todavía no gozaban de mucho nombre, pero que dieron lugar á una circular curiosa, al par que bárbara, del general frances Kellermann, comandante de aquellos distritos, y por la que haciendo en 25 de Octubre una requisicion de caballos, mandaba, bajo penas rigurosas, sacar el ojo izquierdo y marcar ó inutilizar de otro modo para la milicia los que no fuesen destinados á su servicio.

Porlier, tambien ejecutando á veces rápidas y portentosas marchas, rompia por la tierra, y atropellaba los destacamentos enemigos, descolgándose de las montañas de Galicia y Astúrias, que eran su principal guarida.

Las Juntas de Burgos, Soria, la Rioja y Najera

En todo el camino carretero de Francia, desde Búrgos hasta los lindes de Alava, y en ambas riberas, por aquella parte del Ebro, hormiguearon de muy temprano las guerrillas. Tenía la codicia en qué cebarse con la frecuencia de convoyes y pasajeros enemigos; y muchos de los naturales, dados ya, desde ántes, al contrabando por la línea de aduanas allí establecida, conocian á palmos el terreno, y estaban avezados á los riesgos de su profesion, imágen de los de la guerra. Fomentaron tales inclinaciones várias juntas que se formaron de cuarenta en cuarenta lugares, y las cuales, ó se reunieron despues, ó se sujetaron á las que se apellidaban de Búrgos, Soria y la Rioja. Reconocieron la autoridad de estos cuerpos las más de las partidas, de las que se miraron como importantes

la de Ignacio Cuevillas, D. Juan Gomez, el cura Tapia, D. Francisco Fernandez de Castro, hijo mayor del Marqués de Barrio-Lucio, y el cura de Villoviado, de quien ya se hizo mencion en otro libro.

Sus correrías solian ser lucrosas, en perjuicio del enemigo, y no faltas de gloria, sobre todo cuando muchas de ellas se unian y obraban de concierto. Sucedió así en Setiembre para sostener á Logroño, estando á su frente Cuevillas; lo mismo el 18 de Noviembre en Sausol de Navarra, en donde deshicieron á más de 1.000 franceses, guiadas las partidas reunidas por el capitan de navío D. Ignacio Narron, presidente de la junta de Nájera.

Francisco Javier Mina

En esta funcion tuvo ya parte D. Francisco Javier de Mina, sobrino del despues tan célebre Espoz. Cursaba en Zaragoza á la sazon que estalló el levantamiento de 1808: su edad entónces era la de diez y nueve años, y tomó las armas, como los demas estudiantes. Habia nacido en Idocin, pueblo de Navarra, de labradores acomodados. Retirado por enfermo al lugar de su naturaleza, se hallaba en su casa cuando la saquearon los franceses en venganza de un sargento asesinado en la vecindad. Para libertar á su padre de una persecucion se presentó Mina el mozo á los franceses, redimiéndose por medio de dinero del arresto en que le pusieron. Airado de la no merecida ofensa, y de ver su casa allanada y perdida, armóse, y uniéndosele otros doce, comenzó sus correrías, reciente aún en Roncal la memoria de Renovales. Aumentóse sucesivamente su cuadrilla, y con ímpetu daba de sobresalto en los destacamentos franceses de Navarra, como tambien en los confinantes de Aragon y Rioja. Fué extremada su audacia, y ántes de concluir 1809 admiró consus hechos á los habitantes de aquellas partes.