Acciones en Galicia y Asturias en la primera mitad de 1809

Tales eran los acontecimientos ocurridos en Asturias, miéntras que esta provincia, si bien libre, se habia mantenido como aislada y sin comunicacion con las otras, hasta que en la primavera de 1809 pisó su suelo por primera vez el Marqués de la Romana; mas para averiguar los motivos que trajeron á este caudillo al Principado, necesario es referir ántes lo que pasó en Galicia despues que le dejamos en Enero á él y á su gente cerca de la frontera de Portugal.

Fuerzas de la Romana en febrero de 1809

Allí continuó todo el Febrero, mudando á menudo de posicion, y aproximándose á veces á la plaza portuguesa de Cháves. Consistia su fuerza en 9.000 hombres, distribuidos en una vanguardia, al cargo de D. Gabriel Mendizábal, y en dos divisiones, que mandaban los generales Mahy y Taboada. Su estancia en aquellos parajes animó mucho al paisanaje de Galicia, abultándose el número de sus tropas y el de sus recursos. Tambien procuraba el mismo Marqués, por medio de emisarios, atizar el fuego, y el ayudante general Moscoso, en una comision que tuvo en lo interior de aquella provinciare partió con buen éxito ejemplares manuscritos de una instruccion que habia compuesto para la guerra de partidas.

Insurrección en Galicia

Hubo sitios en que produjeron estos pasos conveniente efecto; mas hubo otros en que, sin ajeno estímulo, formáronse muy luégo los habitantes en cuadrillas. Así aconteció con los paisanos de la Puebla de Tríbes, que los primeros y ántes de comenzar Febrero, dirigidos por Diego Nuñez de Millaroso, cogieron prisioneros á 80 dragones de la division del general Marchand, los cuales, con varios despojos, llevaron en triunfo adonde estaba Romana. Imitáronlos en breve otros muchos en el valle de Valdeorras, y uniéndose cinco fieldades, eligieron una junta, escogiendo por su general á D. José, abad de Casoyo, mozo arrojado y de la casa de Quiroga, ilustre en aquella tierra. Su hermano D. Juan, tambien de Quiroga y Uria, cooperó grandemente á sus empresas, que se multiplicaron y extendieron hácia el Vierzo. En la línea de Lugo, desde el valle de Cruzul hasta Monte Salgueiro, no léjos de Betanzos, interceptaron los naturales correos y destacamentos, señalándose el juez de Cancelada D. Ignacio Herbon, quien, al acabar Febrero, atacó en Doncos un convoy y le cogió en su mayor parte. Pero en donde se encendió extraordinariamente y tomó forma más regular la insurreccion, segun verémos más adelante, fué del lado de Tuy.

Soult invade Portugal

Mucho hubiera podido contribuir á darle pronto y vigoroso centro la permanencia de Romana hácia Monterey; mas nuevas ocurrencias le obligaron á alejarse. Indicamos en otro libro cómo el mariscal Soult avanzaba por la costa de Galicia, via de Portugal. Ejecutó este movimiento en virtud de órden que en 28 de Enero recibió en el Ferrol para invadir aquel reino. Luégo que se embarcaron los ingleses en la Coruña, quedando pocos en Lisboa, parecióle fácil á Napoleon llegar á las puertas de esta capital, y lavar con su conquista la antigua mancha. Para ello, al paso que Soult habia de realizar la principal invasion por la costa de Galicia y provincias portuguesas del Norte, el general Lapisse y el mariscal Victor estaban encargados de amenazar la frontera portuguesa por Ciudad-Rodrigo y Extremadura. Componíanse las fuerzas de Soult del segundo cuerpo y de parte del que habia mandado Junot; segun Napoleon, ascendian en todo á 50.000 hombres, como si no hubiesen tenido pérdidas ni baja alguna; mas realmente estaban reducidos á la mitad; 4.000 eran de caballería.

El mariscal Soult, despues de tomar las correspondientes providencias y de dejar en su lugar á Ney, ausente en Lugo al recibo de la órden, púsose en marcha, y el 3 de Febrero llegó á Santiago. Precediéronle los generales Lahoussaye y Franceschi: el primero, con los dragones, se encaminó á Ribadavia y Salvatierra, plaza de poco valer y desmantelada, á orilla derecha del Miño; y el segundo, con la caballería ligera, fué la vuelta de Tuy, ciudad colocada en la misma ribera. Sostenia á estas divisiones la de infantería del general Merle, que avanzó á Pontevedra. Las otras, con el mariscal Soult, salieron de Santiago el 8, llegando el 10 á Tuy. Corre el Miño por allí muy caudaloso, y sin que desde Orense se encuentre puente alguno; no obstante, pensó Soult cruzarle hácia la marina, acopiando los preparativos necesarios en el puertecillo de la Guardia, separado de la desembocadura por el monte de Santa Tecla. Habiendo dificultades para doblar la punta que éste forma y subir rio arriba, trasladaron los franceses por tierra en carros gallegos cosa de una legua, con mucho trabajo, los botes destinados al transporte de la tropa, y los volvieron á poner boyantes en el Tamuje, rio pequeño que desagua en el Miño. El 15 en la noche, á la hora de la marca alta, quedó encargado de empezar la operacion el general Thomières. Ejecutóse en buen órden por el Tamuje; pero al entrar en la gran corriente del Miño,más rápida con el reflujo que comenzaba, separáronse los botes, y pocos fueron los que arribaron á la orilla opuesta. Los portugueses, mandados por el general Bernardino Freire, hicieron contra ellos un fuego vivo y acertado, con lo cual y la marea ya contraria tuvieron que volver los más á tierra de España, quedando prisioneros de los portugueses unos 40 hombres. El malogramiento de esta tentativa, cundiendo por una y otra frontera, animó al paisanaje, deseoso de molestar á los franceses.

Tambien con aquel contratiempo vió el mariscal Soult los obstáculos que se le ofrecían para pasar el Miño, no teniendo á su pronta disposicion los medios necesarios; por lo cual determinó entrar en Portugal via de Orense, tomando rio arriba. Salió, pues, de Tuy el 17 de Febrero, y nombró al general Lamartinière comandante de la ciudad, en la que dejó los enfermos, la mayor parte de la artillería y alguna guarnicion.

Sigue la insurrección

A corta distancia ya percibió síntomas de una insurreccion general. Habíanla fomentado varios individuos, entre los que se señalaron el abad de Couto y el de Valladares. Aquella tierra está bien cultivada, con poblacion numerosa y desparramada en caseríos rústicos. De las heredades, distribuidas en cortas porciones, y por lo general á foro enfitéutico, disponen los usufructuarios como de cosa propia. Y la gente, trabajadora y de suyo guardosa, temia más que la de otras provincias perder, con la invasion de extraños, el producto de sus labores é industria, y con tanta mayor razon, cuanto los franceses, escasos de provisiones, comenzaron á hacer repartimientos excesivos y á cometer robos y saqueos. Allí los abades, nombre que se da á los curas párrocos, tienen mucho influjo por su riqueza y poder. Lo tienen los ricos y cercanos monasterios del órden cisterciense de San Clodio y Melon, y teníanlo tambien entónces, por su patriotismo, varios particulares, los cuales, juntos y separadamente, trataron de aprovechar la buena disposicion del pueblo contra los extranjeros. Antes que ninguno descubrióse el abad de Couto, D. Mauricio Troncoso, quien congregando á sus feligreses con motivo de un repartimiento que los invasores habian echado, díjoles: «En vez de dar á los enemigos lo que nos piden, seré vuestra guía si quereis negárselo y emplearlo en vuestra defensa.» Aplaudieron todos aquellas palabras, y agregándose personas de cuenta y áun portugueses, soltáronse de todos lados partidas que hostigaron á los franceses en su marcha. En Mourentan hízoles notable daño el mismo abad de Couto, y quemaron aquel pueblo en venganza. Desde el puente de las Hachas hasta Ribadavia tambien padecieron várias acometidas, acaudillando al paisanaje José Labrador, el monje bernardo Fr. Francisco Carrascon y despues el juez de Maside; y si bien en estos reencuentros los franceses con su pericia y buenas armas rompian al fin por medio é iban adelante, perdían gente y amilanábanse sus soldados con guerra tan continua y encarnizada.

Emisarios franceses ofrecen a La Romana cambiarse de bando

De Ribadavia pasó el mariscal Soult á Orense, resuelto á entrar en Portugal por la plaza de Cháves y á disipar ántes el corto ejército de Romana. Manteníase este general en el valle de Monterey, y hallábase en Lamadarcos el 4 de Marzo, cuando llegó un parlamentario frances con un pliego, ofreciendo recompensas y condecoraciones con tal que Romana y su ejército reconociesen á José. Replicó el general español debidamente, diciendo que á tales proposiciones no habia otra respuesta sino cañonazos. Pero no habiéndose tomado en el recibimiento del oficial parlamentario las acostumbradas precauciones, examinó éste con sus propios ojos el deplorable estado de nuestro ejército, y dió cuenta de ello á su mariscal, quien determinó atacar sin dilacion á los españoles.

Acciones de Verín y de Villaza

El Marqués de la Romana queria evitar cualquiera refriega; mas no habiéndose retirado tan prontamente como era de desear, fué el 6 de Marzo alcanzada su retaguardia, á las órdenes de D. Nicolas Mahy, en las inmediaciones de Verin. Cogióle el general Franceschi algunos prisioneros y la desordenó; pero no insistiendo en su perseguimiento, pudo continuar su marcha. Los franceses sólo pensaron en entrar en Portugal, cuyas tropas,mandadas por el general Silveira, habian sido acometidas en Villaza el mismo dia que las españolas por la division de Delaborde, teniendo que retirarse, despues de alguna pérdida, al abrigo de la noche.

Toma de Villafranca del Bierzo

El general Mahy dirigióse á las Portillas, gargantas que parten término con Castilla, y se unió en Luvian con el Marqués de la Romana. Andaban todos inciertos acerca del camino que tomarian, y pesábales á algunos que se abandonase á Galicia en la propia sazon en que por todas partes cundia el fuego insurreccional. Aprobóse al fin, á propuesta del ayudante general Moscoso, el no alejarse de la tierra montañosa, y conforme á esta determinacion decidió Romana partir la vuelta de Astúrias, de donde soplaria la hoguera encendida en Galicia.

En consecuencia cambióse de improviso la marcha, y se revolvió sobre las montañas de las Cabreras para cruzarlas por el puerto del Palo, país escabroso, solitario y cuyas sierras más bien se escalan que se suben. A su paso sobrecogió la noche á nuestros soldados en estacion cruda, expuestos á la inclemencia, desprovistos de todo. Animándose unos á otros, llegaron por fin á Ponferrada del Vierzo, con admiracion de sus vecinos, que los creian léjos de sus hogares. En aquella villa y otros muchos pueblos no habia frances alguno, contentándose éstos con ocupar la línea de comunicacion de la Calzada, que de Galicia va á Castilla, y áun en ella tenian poca tropa, excepto en Villafranca, en que contaban unos 1.000 hombres de escogidas tropas.

Las de Romana no estaban para emprender expediciones de grande importancia; pero el haber casualmente encontrado en una ermita cerca de Ponferrada un cañon de á doce, abandonado con su cureña y balas de su calibre, sugirió la idea al ayudante Moscoso de proponer al General en jefe un ataque contra los franceses de Villafranca. Condescendió Romana, y desde Toreno, adonde se habia ya trasladado para entrar en Astúrias, dispuso que acometiese la empresa con 1.500 hombres el general Mendizábal.Los franceses, á la inesperada vista de los españoles y del cañon de grueso calibre, imaginándose venía sobre ellos gran fuerza, se arredraron y metieron en el castillo-palacio de la villa, perteneciente á los marqueses que llevan su nombre: era edificio antiguo, de muros sólidos, con cuatro torreones que defendian cañones de hierro, y el cual quemaron despues los paisanos para que no sirviese otra vez de refugio al enemigo.Comenzaron los españoles su ataque en la mañana del 17 de Marzo, distinguiéndose el regimiento de voluntarios de la Corona; é íbase ya á entrar por fuerza en el castillo, cuando, intimada la rendicion, abrieron los franceses la puerta y quedaron prisioneros 1.000 granaderos que le guarnecian de las más acreditadas tropas. Avergonzábanse despues de haber entregado las armas á tan corto número de hombres y á gente de tan poca apariencia como eran entonces las tropas de aquel ejército. La nueva de este suceso, corrienda de boca en boca, alentó á los patriotas de Galicia, que se figuraban ser ya más numerosas las tropas que capitaneaba Romana. ¡Ojalá se hubiera limitado siempre este caudillo á tal linaje de empresas, dignas de un militar y de su elevado puesto, evitando entrometerse en querellas y divisiones de provincias, segun aconteció en Oviedo, á cuya ciudad llegó poco despues de la toma del castillo de Villafranca.

La Romana en Asturias: destitución de la Junta

Los disgustos excitados con las providencias oportunas y enérgicas de aquella junta habíanse entonces aumentado con otras intempestivas y arbitrarias dadas contra algunas personas. Los descontentos, sobre todo ciertos individuos de corporaciones privilegiadas, salieron á recibir á Romana, y por desgracia, de tal modo preocuparon su ánimo, que en vez de obrar desapasionadamente, y de contentarse con deprimir los abusos de autoridad que hubiese habido, púsose del bando de los que se creian agraviados. Tratáronse, por consiguiente, el General y la Junta con frialdad y desvío, sin que le fuese dado conciliarlos á la prudencia y buen tino de su presidente, el brigadier D. José Valdés, antiguo jefe de Romana cuando éste servia en la armada. La Central habia autorizado al Marqués con ámplias facultades en la parte militar, y él, ensanchándolas á su sabor, empezó por reprender á la Junta en lo que precisamente merecia más alabanza, como lo era en haber mandado que tomasen las armas todos, sin excepcion, inclusos los donados y legos de los conventos, y los beneficiados no ordenados in sacris. Compuesta dicha corporacion de los principales de la provincia, y de suyo altiva, respondió acerbamente á la inadvertida reprension; con lo cual irritado áun más Romana, quiso llamarla á cuentas. Negóse á ello la Junta, por no creerle autoridad competente, pero añadiendo que haria públicas sus entradas é inversiones, para satisfaccion de sus comitentes. Encendiéndose así el enojo de ambas partes, en especial con motivo de un repartimiento de cuatro millones enviados por la Central para uso del Principado, y que Romana queria por sí aplicar á su solo ejército, decidióse el último á disolver la Junta, á cuyo fin y por órden suya penetró en la sala de las sesiones el coronel D. José de O’Donnell con 50 hombres del regimiento de la Princesa, haciendo en ello un pequeño y ridículo remedo del 18 Brumario de Napoleon. Cedieron los vocales á la violencia, sin dejar de hacer fuerte y enérgica oposicion, señaladamente D. Manuel María de Acevedo. Romana nombró otra junta en su lugar; mas la tropelía cometida con la anterior disgustó á los más, y desencajó, por decirlo así, de su asiento en el Principado el órden y buen gobierno.

Injustamente acusaron algunos á la junta disuelta de malversacion de caudales . Pudien-tes y ricos los más de sus individuos, habian hecho los más de ellos donativos cuantiosos, y su patriotismo y celo estaban libres de tacha. Sólo, repetimos, incurrieron en merecida censura por algunas medidas arbitrarias contra determinadas personas. Hablamos en este punto con tanta mayor imparcialidad, cuanto no andábamos bien avenidos con aquella junta, por lo que merecimos de Romana que nos nombrase de la que habia en su lugar creado; gracia que no admitimos por considerar su procedimiento ilegal y dañoso.

Expediciónes De Ney, Kellermann y Bonnet a Asturias

Sabedor el mariscal Ney de la discordia suscitada entre la Junta de Astúrias y Romana, y temeroso, sobre todo, con lo sucedido en Villafranca, de que uniendo este caudillo sus tropas á las del Principado, formase un cuerpo respetable y bastante numeroso para incomodarle y cortarle su comunicacion con el reino de Leon, se preparó á invadir á Astúrias, poniéndose de acuerdo con fuerzas que habia en Castilla y en Santander.

Parece ser que desde Francia tambien le habia venido órden de no desperdiciar oportuna coyuntura de verificar dicha invasion. Romana, por su parte, más ocupado en las contestaciones y querellas de la Junta que en uniformar y arreglar la mucha gente que ahora tenía á su disposicion, no tomó acerca de ello providencia alguna. Dejó correr en el Principado los asuntos militares segun iban á su llegada, y olvidó á su ejército de Galicia, el cual, á las órdenes de D. Nicolas Mahy, pasando el puerto de Ancares, se habia situado hácia el Navia, extendiéndose hasta las avenidas de Lugo y Mondoñedo.

El mariscal Ney, rozándose casi con este ejército y acompañado de 6.000 hombres, se dirigió desde Galicia, por la tierra áspera y encumbrada de Navia de Suarna, á Ibias, y descendiendo á Cángas de Tineo, Salas y Grado, se adelantó á Oviedo, al mismo tiempo que, procedente de Valladolid y con otra tanta ó más fuerza, se metia en el Principado, por el puerto de Pajares, el general Kellermann. Estaba ya cercano á Oviedo el mariscal Ney, y todavía lo ignoraba Romana. Recibió éste al fin un aviso, y apresuradamente, despues de dar por primera vez órdenes á la division de Ballesteros y á la de Worster, poco antes malamente repuesto en el mando, pasó á Gijon, en donde se embarcó, tomando en seguida tierra en Rivadeo. Entró Ney en Oviedo el 19 de Mayo, de cuya ciudad habian salido casi todos sus moradores, dejando abandonadas sus casas y haberes. Entregada al saco durante tres dias, viéronse muchos arruinados y menguaron los intereses de otros. A la noticia de la invasion acercóse el general Worster lentamente á Oviedo por el país de montaña, y Ballesteros, retrocediendo de Colombres al Infiesto, enriscóse luégo por las asperezas de Covadonga, santuario célebre, mirado como cuna de la monarquía de Castilla. Paróse poco Ney en la capital de Astúrias, y dejando allí á Kellermann, y en Villaviciosa al general Bonnet, que habia venido con su division hasta aquel sitio, de los lindes de Santander, tornó por la costa á Galicia, adonde le llamaban acontecimientos de cuantía, y á que daban ocasion reveses de Soult en Portugal, la insurreccion de la provincia de Tuy y otras, y áun tambien los movimientos del ejército de la Romana, el cual amenazaba á Lugo y alentaba al paisanaje con la abultada fama de sus hazañas.

Operaciones en Galicia: cerco de Lugo

La fuerza de este ejército puede decirse que estaba dividida en dos partes: de la una, que era la principal, acabamos de hacer mencion, la otra, entónces ménos numerosa, habia quedado en la Puebla de Sanabria, á las órdenes de D. Martin de la Carrera. La primera, gobernada, en ausencia de Romana, por D. Nicolas Mahy, constaba de unos 6.000 hombres y de 200 caballos; la cual, á la propia sazon que Ney se movia la vuelta de Astúrias, se adelantó hácia el monasterio cisterciense de Meira, no lejano de Lugo. El general Worster no habia querido acompañar á Mahy en aquel movimiento, creyendo que la fuerza que mandaba debia pensar, ántes que en otra cosa, en cubrir á Astúrias. Siguió avanzando dicho general Mahy, y su vanguardia, capitaneada por D. Gabriel de Mendizábal, tropezó el 17 de Mayo, en Feria de Castro, á dos leguas de Lugo, con una columna enemiga de 1.500 hombres, que obligó á meterse en la ciudad. Al dia siguiente el general Fournier, gobernador frances, militar entendido, pero de condicion singular, y muy dado á hablar en latín á los obispos y á los clérigos, salió de dentro y se dispuso á aguardar á los nuestros en las inmediaciones, apoyando la izquierda en los mismos muros y la derecha en un pinar vecino. Acometióle D. Nicolas Mahy, formando su gente en dos columnas, guiadas por los generales Mendizábal y Taboada, junto con los 200 jinetes que mandaba D. Juan Caro. A espaldas quedó la reserva, á las órdenes del brigadier Losada, y aparentóse tener otro cuerpo de caballería, colocando á distancia, montados en acémilas y caballos de oficiales, cierto número de soldados; ardid que no dejó de servir, notándose tambien en nuestras tropas más instruccion y confianza. Trabóse la pelea, y á poco, volviendo caras la caballería enemiga, desconcertó su línea de batalla, é infantes y jinetes corrieron precipitadamente á guarecerse de la ciudad, acometiendo con tal brío nuestra gente, que varios catalanes de tropas ligeras, metiéndose dentro al mismo tiempo que aquéllos, tuvieron despues que descolgarse por las casas pegadas al muro, ayudados de los vecinos. Los franceses perdieron bastante gente, y los españoles varios oficiales, y en este número al comandante de ingenieros D. Pedro Gonzalez Dávila, distinguido por su valor.

Luégo que el mariscal Soult hubo pasado de Orense via de Portugal, la insurreccion del paisanaje gallego se aumentó, cundiendo por las feligresías de las provincias de Tuy, Lugo, Orense y Santiago hasta las riberas del Ulla y áun más allá. Por todas partes aparecieron jefes para acaudillarla, y Romana y la Central enviaron tambien algunos que la fomentasen. Entre los primeros fueron los más distinguidos los abades ya nombrados de Couto y Valladares, y ademas un caballero de nombre D. Joaquin Tenreiro, el alcalde de Tuy D. Cosme de Seoane, y D. Manuel Cordido, labrador y juez de Cotobad. Así indistintamente se aunaban todas las clases contra el enemigo comun. El último hizo guerra terrible en la carretera de Pontevedra á Santiago; los otros, despues de varios choques recorriendo la tierra de Tuy y Vigo, obligaron á los franceses á encerrarse en el recinto de ambas plazas. De los emisarios de Romana diéronse particularmente á, conocer los capitanes D. Bernardo Gonzalez, dicho Cachamuiña, del pueblo de donde era natural, y don Francisco Colombo, incomodando mucho el primero á los enemigos por la parte de Soutelo de Montes y puente de Ledesma. Fueron los enviados de la Central el teniente coronel D. Manuel García del Barrio, el entónces alférez D. Pablo Morillo, el canónigo de Santiago D. Manuel de Acuña, gallego y de familia que tenía deudos y amigos en el país. Llegaron éstos cuando todavía el Marqués de la Romana estaba en el valle de Monterey, y permaneciendo Barrio en su compañía hasta que partió á Astúrias, envió hácia Tuy á los otros dos comisionados para obrar de acuerdo con los que por allí lidiaban contra los franceses.

Ademas, no hubo partido ni punto en que antes ó despues no fuesen molestados: así sucedió en Trasdeza, no léjos de Santiago, en que se formó una junta, y mandaron la gente los hermanos estudiantes D. Benito y D. Gregorio Martinez; así en Muros, en Corcubion, en Monforte de Lémos, aunque con la desgracia, en las tres últimas villas, de haber sido incendiadas y horrorosamente puestas á saco. No desanimándose los moradores por tamaños contratiempos, sabedor Barrio de que en las alturas de Lobera reunia bastante gente el administrador de rentas de la Boullosa, D. José Joaquin Márquez, incorporósele el 17 de Marzo, viniendo de hácia Cháves. Reconocido Barrio como comisionado de la Central, convino con los demas en congregar una junta, compuesta de vocales del partido y de las personas que más habian contribuido al levantamiento de otras feligresías. Verificóse, en efecto, instalándose el 21 del mismo mes de Marzo en aquellas alturas y en campo raso, renovando la sencillez de los tiempos primitivos. Sujetáronse todos á la autoridad creada, nombróse presidente al Obispo de Orense, y sin detencion se tomaron disposiciones que mantuvieron é impulsaron más ordenadamente la insurreccion. Al Márquez, hombre esforzado y que habia trabajado en favor de la causa comun más que los otros, diósele el mando de un nuevo regimiento, que se apellidó de Lobera, y mandósele ir á reforzar á los que bloqueaban á Tuy. Tambien se expidió órden á Cachamuiña para que Soutelo cayese sobre Vigo y engrosase el número de los sitiadores. Dispusiéronse asimismo para entónces y para despues várias otras correrías, en especial hácia Lugo y valle de Valdeorras, acaudillando siempre al paisanaje D. Juan Bernardo de Quiroga y su hermano el abad de Casoyo.

Entre tanto seguian apretando á las ciudades de Tuy y Vigo los abades de Couto y Valladares. Guarnecian á la última 1.300 franceses, al mando del jefe de escuadron Chalot. Aunque es aquel puerto uno de los mejores y más abrigados de España, la fortificacion de tierra es defectuosa, y á su muralla, baja en algunas partes y sin foso, la domina, á corta distancia, el castillo del Castro. Sin embargo, la plaza estaba bien provista y artillada. Estrechábala el abad de Valladares, D. Juan Rosendo Arias Henriquez, á quien se le habia agregado la gente que en el valle de Fragoso habia levantado su anciano alcalde D. Cayetano Limia, para lo que le facilitó armas el crucero inglés De la inmediata costa. Asimismo se le juntó D. Joaquin Tenreiro, que, con el portugues D. Juan Bautista Almeida, habia recogido muchos voluntarios de algunos valles, engrosándose de este modo considerablemente el número de sitiadores. Tambien en Marzo se presentó entro ellos D. Pablo Morillo, quien, enterado de que una columna francesa intentaba, encaminándose del lado de Pontevedra, venir al socorro de la plaza, corrió al puente de San Payo para reconocerle y asegurar su defensa, como lo verificó, ayudado de D. Antonio Gogo, vecino de Marín, que capitaneaba una partida numerosa de paisanos y era dueño de dos piezas de artillería. Colocó éstas Morillo, con otras tres que fueron de Redondela, en el paso del puente, que, fortalecido, dejó al mando de D. Juan de Odogerti, comandante de tres lanchas cañoneras. Volvióse luégo D. Pablo al sitio de Vigo, y en su compañía 300 hombres, mandados por D. Bernardo Gonzalez Cachamuiña y D. Francisco Colombo.

No pudiendo los españoles ganar en seguida á Lugo, ciudad rodeada de una antigua y elevada muralla y de muchos torreones, aunque socavado el revestimiento por los años, intimaron la rendicion al Gobernador, que respondió con honrosa arrogancia. Entónces decidióse á formalizar el cerco el general Mahy; allí le dejarémos, para acudir adonde nos llaman los gloriosos hechos de las orillas del Miño.Los insurrectos gallegos se organizan: toma de Vigo

Habia el abad de Valladares intimado á la plaza várias veces la rendicion, sin que el comandante frances quisiera abrir las puertas, pareciéndolevergonzoso y poco seguro capitular con paisanos. Tornó, como hemos dicho, Morillo, y ya por sus activas y acertadas disposiciones, y ya por haber sido enviado de Sevilla, eleváronle los sitiadores á coronel y reconociéronle como superior, á fin de que á vista de un militar cesasen los escrúpulos y recelos del comandante frances. Sin tardanza repitió el nuevo jefe español una áspera intimacion, amenazando el 27 de Marzo con tomar por asalto la plaza y no dar cuartel. Pidieron los franceses veinticuatro horas de término para contestar, y no accediendo Morillo, rindiéronse por fin, concedidos que les fueron los honores de la guerra, y con la cláusula de que serian llevados prisioneros á Inglaterra, por lo cual firmó la capitulacion, en union con el jefe español, el comandante británico del crucero. Exigió, ademas, Morillo que inmediatamente se ratificase lo convenido, pues si no, acometeria la plaza. Retardábase la respuesta, y á las ocho de la noche aproximáronse á sus muros los sitiadores, arrojándose á la puerta de Camboa para hacerla astillas y armado de un hacha un marinero anciano, que cayó muerto de un balazo; ocupósu puesto y tomó el hacha Gonzalez Cachamuiña, y rompióla, aunque herido en várias partes de su cuerpo. Ibase ya á entrar por ella, cuando Morillo recibió la ratificacion, y á duras penas pudo, con su recia voz, hacer cesar el fuego y detener á los suyos, que se posesionaron de la plaza al dia siguiente 28. No hubo en su reconquista ni ingenieros ni cañones, ganada sólo á impulsos del patriotismo gallego. Entregáronse prisioneros 1.213 hombres y 46 oficiales, y cogiéronse otras preseas, con 117.000 francos en moneda de Francia. A poco de haberse rendido, súpose que de Tuy acudian soldados enemigos en auxilio de la guarnicion de Vigo; dióse priesa Morillo á enviar á su encuentro personas y gente de su confianza, quienes los deshicieron, mataron á muchos y áun tomaron 72 prisioneros, que se pusieron á bordo juntamente con los de Vigo.

Tuy, bloqueada, socorrida y abandonada

Sin embargo, la facilidad con que se enviaba este socorro mostraba no ser rigoroso el bloqueo de Tuy. Habiale comenzado el 15 de Marzo el abad de Couto, y con él el juez y procurador general de la misma ciudad y otros caudillos. Tambien concurrieron portugueses de la orilla opuesta, y la plaza de Valencia, situada enfrente, habia tratado de molestar á losfranceses con sus fuegos. Libertado Vigo, esperábase que el cerco tendria pronto y feliz éxito, pues ademas de acudir desde allí, con su gente, Morillo, Tenreiro, Almeida y otros, vino tambien por su lado D. Manuel García del Barrio, reconocido comandante general por la junta de Lobera. Pero tanto concurso de jefes y caudillos no sirvió sino para suscitar celos y rencillas. Morillo fuése en comision camino de Santiago, y losotros, en especial Barrio y Tenreiro, el uno presuntuoso y el otro díscolo de condicion, desaviniéronse y ocupáronse en recíprocos piques y zaherimientos. Y así este bloqueo, sostenido con cañones y más gente, fué mal dirigido, y al cabo se malogró. Mandaba dentro el general La Martinière, y el 6 de Abril, haciendo una salida, apoderóse de cuatro piezas colocadas en la altura de Francos, no muy distante de la ciudad. Ocurrida esta desgracia, y agriándose más los ánimos, dióse lugar á que llegasen socorros á Tuy, avanzando del lado de Santiago una columna de infantería y caballería, á las órdenes del general Maucune, y otra del lado de Portugal, mandada por el general Heudelet, que enviaba Soult, ya posesionado de Oporto, para recoger la artillería que allí habia dejado. Enseñoreóse el 10 de Abril, sin resistencia, el general Heudelet de Valencia del Miño. Sabedores los españoles que bloqueaban á Tuy de aquel suceso, levantaron el sitio, quedándose unos en las alturas que median entre esta plaza y la de Vigo, y alejándose otros, con Barrio, á Puenteáreas. Al mismo tiempo los franceses que venían de Santiago arrollaron á la gente de Morillo en el camino de Redondela, y en venganza incendiaron la villa, metiéndose despues parte de ellos en Tuy, y tornando los otros, con el general Maucune, al punto de donde habian salido. Socorrida la plaza, sacaron los enemigos todos sus efectos y artillería,y temiendo nuevo bloqueo, la abandonaron el 16 y se unieron con los de Valencia.

Por tanto, si no tuvo dichoso remate el cerco de Tuy, consiguióse, por lo ménos, infundir recelo en los franceses, y ver desembarazada la márgen derecha del Miño.

Constitución de la división del Miño

Esmeráronse entónces aquellos naturales en arreglar y disciplinar la gente que se habia levantado, y que se denominó division del Miño, creando varios regimientos, que se distinguieron en posteriores acciones. Incorporóse á ella la partida de D. José María Vazquez, conocido en Castilla por sus hechos con el nombre del Salamanquino, y al fin aumentóse su fuerza, y ganó en la opinion gran peso con ponerse á la cabeza el 7 de Mayo D. Martin de la Carrera, segun el deseo público, y cediéndole Barrio las facultades que tenía del Gobierno supremo.Habia D. Martin permanecido todo aquel tiempo en la Puebla de Sanabria juntando dispersos. Unido á la division del Miño, completó hasta unos 16.000 hombres, y ademas tenía algunos caballos y nueve cañones.

Llegó el ejército de éstos(francés) el 17 á Montealegre, y el 18 pasó la frontera, no siguiendo el alcance los ingleses tierra adentro de España, por querer su general retroceder á Extremadura, segun ántes habia prometido á Cuesta. Subió á bastante la pérdida de los enemigos en la retirada, y sin la celeridad y consumada pericia del mariscal Soult, difícilmente se hubieran

(...)

Llegaron los franceses á Lugo el 23, habiéndolos molestado poco el paisanaje español, que estaba como desprevenido. La víspera, sabedor el general Mahy de que se acercaban, levantó el sitio que habia poco ántes puesto á aquella ciudad, y se replegó á la de Mondoñedo. Encontráronse allí el 24 él y Romana, procedente el último de Rivadeo, adonde habia desembarcado, salvándose de Astúrias. Mal colocados entónces, y expuestos á ser cogidos entre los mariscales Ney y Soult, resolvieron los generales españoles emprender, por medio de una marcha atrevida, un movimiento hácia el Sil, para abrigarse de Portugal, cruzando con cautela el camino real en las inmediaciones de Lugo. Verificóse así felizmente, y por Monforte tomaron los nuestros á Orense.

Aunque esta marcha era necesaria, así para esquivar, como hemos dicho, el encuentro de los mariscales franceses, como tambien para darse la mano con D. Martin de la Carrera y las fuerzas que habia en las provincias de Tuy y Santiago, disgustó mucho al soldado, que comenzaba á murmurar de tanto camino como sin fruto habia andado, apellidando al de la Romana marqués de las Romerías; porque, en efecto, si bien era loable su constancia en los trabajos y la conformidad con que sobrellevaba las escaseces y miserias, nunca se habia visto salir de su mente otra providencia que la de marchar y contramarchar, y las más veces á tientas, de improviso y precipitadamente, falto de plan, á la ventura, y como suele decirse, á la buena de Dios. Sólo en su ausencia y en lospuntos en que no se hallaba peleábase, y jefes entendidos y diligentes procuraban introducir mayor arreglo y obrar con más concierto y actividad.

El único, pero en verdad gran servicio, que hizo Romana, fué el de mantenerse constante en la buena causa, y el de alimentar con su nombre las esperanzas y bríos de los gallegos. Mas las tropas que mandaba, por poco numerosas que fuesen, si se unian con las que estaban hácia la parte de Pontevedra, y fomentaban de cerca la insurreccion de la tierra, ponian en peligro á los franceses, exigiendode ellos prontas y acordadas medidas. Tales eran las que tomaron en Lugo, el 29 de Mayo, los mariscales Soult y Ney, de vuelta ya éste de su rápida excursion en Astúrias. Segun ellas, debia el primero perseguir y dispersar á Romana, dirigiéndose sobre la Puebla de Sanabria, y conservar por Orense comunicacion con el segundo; quien, derrotado que fuese Carrera, habia de avanzar á Tuy y Vigo, para sofocar del todo la insurreccion.

Combate de puente Sampayo

Púsose, pues, el mariscal Ney en camino con 8.000 infantes y 1.200 caballos, y avanzó contra la division del Miño, animada del mayor entusiasmo. La mandaba entónces en jefe el Conde de Noroña, nombrado por la Central segundo comandante de Galicia; mas éste tuvo el buen juicio de seguir el dictámen de Carrera, de Morillo y de otros jefes que por aquellas partes y ántes de su llegada se habian señalado; con lo cual obraron todos muy de concierto.

Al aviso de que Ney se aproximaba, cejaron los nuestros á San Payo, punto en donde resolvieron hacerle rostro. Mas cortado anteriormente el puente por Morillo, hubo que formar otro de priesa con barcas y tablazon, dirigiendo la obra con actividad y particular tino el teniente coronel D. José Castellar. Eran los españoles en número de 10.000, 4.000 sin fusiles, y el 7 de Junio, muy de mañana, acabaron todos de pasar, atajando despues y por segunda vez el puente. A las nueve del mismo dia aparecieron los franceses en la orilla opuesta, y desde luégo se rompió de ambos lados vivísimo fuego. Los españoles se aprovecharon de las baterías que ántes habia levantado D. Pablo Morillo, y áun establecieron otras; los principales fuegos enfilaban de lo alto de una eminencia el camino que viene al puente; ocupóse el paso de Caldelas, dos leguas rio arriba, por D. Ambrosio de la Cuadra, que regia la vanguardia, y por D. José Joaquin Márquez, comandante del regimiento de Lobera; apoyóse la derecha de San Payo en un terreno escabroso, y la izquierda estaba amparada de la ria, en donde se habian colocado lanchas cañoneras. Duró el fuego hasta las tres de la tarde, sin que los franceses consiguiesen cosa alguna. Renovóse con mayor furor al dia siguiente 8, buscando los enemigos medio de pasar por su derecha un vado largo que queda á marea baja, y de envolver por su izquierda el costado nuestro que estaba del lado del puente de Caldelas y vados de Sotomayor. Rechazados en todas partes, vieron ser infructuosos sus ataques, y al amanecer del 9 se retiraron á las calladas, despues de haber experimentado considerable pérdida.

Señaláronse entre los nuestros, y bajo el mando del Conde de Noroña, La Carrera, Cuadra, Roselló, que gobernaba la artillería, Castellar, Márquez y D. Pablo Morillo; por su parte tambien se manejaron con destreza los marinos, y sin duda fué muy gloriosa para las armas españolas la defensa del puente de San Payo.

Soult persigue a la Romana, pero sin mucho ímpetu y definitivamente abandona Galicia

Romana, en tanto, se habia acogido á Orense al adelantarse el mariscal Soult; mas, en vez de seguir la huella del primero, detúvose éste en Monforte algunos dias. Lo alterado del país, noticias de la guerra de Austria, y más que todo, los celos y rivalidad que mediaban entre él y el mariscal Ney, le alejaron de continuar el perseguimiento de Romana, y le decidieron á volver á Castilla. Para ello, no pudiendo atravesar el Sil por allí, falto de vados y de puentes, tuvo que subir rio arriba hasta MonteFurado, así dicho por perforarle en una de sus faldas la corriente del mismo Sil, obra, segun parece, del tiempo de los romanos. Los naturales de los contornos, colocados en la orilla opuesta, le causaron grave mal, acaudillados por el abad de Casoyo y su hermano D. Juan Quiroga. Para vengarse del daño ahora y ántes recibido, desde Monte-Furado mandó el mariscal Soult al general Loison descender por la orilla izquierda del Sil y castigar á los habitantes. Cumplió éste tan largamente con el encargo, que asoló la tierra, y varios pueblos fueron quemados, Castro de Caldelas, San Clodio y otros ménos conocidos. Tambien padecieron mucho los otros valles que recorrieron ó atravesaron los enemigos.

Romana retiróse á Celanova, y en seguida á Baltar, frontera de Portugal, en donde le dejó tranquilo el mariscal Soult, pues dirigiéndose por el camino de las Portillas, llegó el 23 á la Puebla de Sanabria, de cuyo punto se retiraron á Ciudad-Rodrigo, despues de haber clavado algunos cañones, los pocos españoles que lo guarnecian. Soult permaneció en la Puebla breves dias, habiendo despachado á Madrid á Franceschi para informar á José del estado de su ejército y de sus necesidades. Aquel general partió de Zamora en posta á caballo, con otros dos compañeros más; pasado Toro fueron todos cogidos, é interceptados los pliegos, por una guerrilla que mandaba el Capuchino, Fr. Julian de Delica. Los pliegos eran importantes, así porque expresaban el quebranto y escaseces de aquellas tropas , como tambien por indicarse en su contenido el mal ánimo de algunos generales.

Ney evacua Galicia

Viéndose el mariscal Ney abandonado de Soult, conoció lo crítico de su situacion. Con nada, en realidad, podia contar, sino con la fuerza que le quedaba, y era ésta harto corta para hacer rostro á la poblacion armada y al ejército, bastante numeroso, que contra él podian ahora reunir sin embarazo los generales Romana y Noroña. El auxilio que le prestaban los españoles sus allegados era casi nulo, y por decirlo así, perjudicial. Habia ido de comisario regio el general de marina Mazarredo, que, separándose de su profesion, en la que habia adquirido bien merecido renombre, metióse á dar proclamas y esparcir entre los eclesiásticos y los pueblos una especie de catecismo, por cuyo medio, apoyándose en textos de la Escritura, queria probar la conveniencia y obligacion de reconocer la autoridad intrusa. No conmovian las conciencias argumentos tan extraños; al contrario, las irritaban, provocando tambien á mofa ver convertido en misionero político al que sólo gozaba reputacion de inteligente en la maniobra náutica. Hubo igualmente en Santiago un director de policía, llamado D. Pedro Bazan de Mendoza, doctor en teología, el cual, y otros tantos de la misma lechigada, cometieron muchas tropelías y defraudaron plata y caudales: denominaban los paisanos semejante reunion el conciliábulo de Compostela. Rodeado, por tanto, de peligros y escaso de fuerzas y recursos, resolvió Ney salir de Galicia, y el 22 evacuó la Coruña, enderezándose á Astorga por el camino real, en cuyo tránsito asolaron sus tropas horrorosamente pueblos y ciudades.

Galicia liberada

Así tornó aquel pueblo á verse libre de enemigos, al cabo de cinco meses de ocupacion, durante los cuales perdieron los franceses la mitad de la tropa con que habian penetrado en aquel suelo, ya en las acciones con los ingleses, ya en la terrible guerra con que les habian continuamente molestado los ejércitos y poblacion de Galicia y Portugal. A pocos dias entró en la Coruña el Conde de Noroña y la division del Miño, siendo recibidos, no solo con alborozo general y bien sentido, sino tambien quedándose los espectadores admirados de que gente tan mal pertrechada y tan vária en su formacion y armamento hubiera conseguido tan señaladas ventajas contra un ejército de la apariencia, práctica y regularidad que asistian al de los franceses.

Los franceses evacuan también Asturias

Por entónces, y ántes de promediar Junio, fué tambien evacuado el principado de Astúrias. Ademas de lo ocurrido en Galicia y Portugal, aceleraron la retirada de los enemigos los movimientos y amago que hicieron las tropas y paisanaje de la misma provincia. Diez y ocho mil hombres la habian invadido: una parte, segun en su lugar se dijo, volvió luégo á Galicia, con el mariscal Ney; otra, mandada por el general Bonet, vióse obligada á acudir á la montaña, adonde le llamaba la marcha de don Francisco Ballesteros, y la restante fuerza, sobrado débil para resistir á los generales D. Pedro de la Bárcena y Worster, que avanzaban á Oviedo del lado de Poniente; salió, con Kellermann, camino de Castilla. El primero de aquellos generales, cayendo de Teberga sobre Grado, habia

ántes arrojado de esta villa á unos 1.300 franceses que estaban allí apostados, cogiendo 80 prisioneros.

Ballesteros acomete Santander: Ballesteros y O´Donell no quedan muy bien. Hazaña de Garvayo.

Por la parte oriental del principado habia reunido el general Ballesteros más de 10.000 hombres. Entraba en su número un batallon de la Princesa, que habia ido á Oviedo con Romana, y el cual, mandado por su coronel, D. José O’Donnell, se le habia unido, no pudiendo embarcarse en Gijon. Tambien se agregó despues el regimiento de Laredo, que pertenecia á las montañas de Santander, y la partida ó cuerpo volante de D. Juan Diaz Porlier. Entusiasmado el general Ballesteros con las memorias de Covadonga, pensó que podian resucitar en aquel sitio los dias de Pelayo. Anduvo, por tanto, reacio en alejarse, hasta que, falto de víveres y estrechado por el enemigo, tuvo el 24 de Mayo que abandonar de noche la cueva y santuario, y trepar por las faldas de elevados montes, no teniendo más direccion que la de sus cimas, pues allí no habia otra salida que el camino que va á Cángas de Onís, y éste le ocupaban los franceses. En medio de afanes consiguió Ballesteros llegar el 26 á Valdeburon, en Castilla, de donde se retiró á Potes. Meditando entónces lo más conveniente, resolvió, de acuerdo con los otros jefes, acometer á Santander, cuya guarnicion, desprevenida, se juzgaba ser sólo de 1.000 hombres. Se encaminó con este propósito á Torre la Vega, en donde se detuvo más de lo necesario. Por fin, al amanecer del 10 emprendióse la expedicion, pero tan descuidadamente, que el enemigo se abrió paso, dejando sólo en nuestro poder 200 prisioneros. Entraron las tropas de Ballesteros el mismo dia en Santander; mas la ocupacion de esta ciudad no duró largo tiempo. En la misma noche, revolviendo sobre ella los franceses, ya reforzados, penetraron por sus calles, y pusiéronlo todo en tal confusion, que los más de los nuestros se desbandaron, y el general Ballesteros, creyendo perdida su division, se embarcó precipitadamente con D. José O’Donnell en una lancha, en que bogaron, por falta de remos remeros, dos soldados con sus fusiles. Don Juan Diaz Porlier se salvó con alguna tropa, atravesando por medio de los enemigos con la intrepidez que le distinguia. Fué tambien notable y digna de la mayor alabanza la conducta del batallon de la Princesa, que privado de su fugitivo coronel, y á las órdenes del valiente oficial D. Francisco Garvayo, conservó bastante órden y serenidad para libertarse y pasar á Medina de Pomar, desde donde ¡marcha admirable! poniéndose en camino, atravesó la Castilla y Aragon, rodeado de peligros y combates, y se incorporó en Molina con el general Villacampa.

La Romana asume todo el mando

Libres en el mes de Junio Astúrias y Galicia, era ocasion de que el Marqués de la Romana, tan autorizado como estaba por el Gobierno supremo, emplease todo su anhelo en mejorar la condicion de su ejército y la de ambas provincias. Entró en la Coruña poco despues que Noroña, y fué recibido con el entusiasmo que excitaba su nombre. Resumió en su persona toda la autoridad, suprimió las juntas de partido, que se habian multiplicado con la insurreccion, y nombró en su lugar gobernadores militares. No contento con la destruccion de aquellas corporaciones, trató de examinar con severidad la conducta de varios de sus individuos, á quienes se acusaba de desmanes en el ejercicio de su cargo; procedimiento que desagradó, pues al paso que se escudriñaban estos excesos, nacidos por lo general de los apuros del tiempo, mostró el Marqués suma benignidad con los que habian abrazado el bando de los enemigos.

Por lo demas, sus providencias en todos los ramos adolecieron de aquella dejadez y negligencia característica de su ánimo. Suprimidas las juntas, cortó el vuelo al entusiasmó e influjo popular, y no introdujo, con los gobernadores que creó, el órden y la energía que son propias de la autoridad militar. Transcurrió más de un mes sin que se recogiese el fruto de la evacuacion francesa, no pasando el tiempo aquel jefe sino en agasajos y en escuchar las quejas y solicitudes de personas que se creian agraviadas ó que ansiaban colocaciones; y entre ellas, como acontece, no andaban ni las realmente ofendidas ni las más beneméritas. Por fin, reunió el Marqués la flor del ejército de Galicia y trató de salir á Castilla.

La Romana avanza hacia Astorga

Antes de efectuar su marcha envió á tomar el mando militar de Astúrias á D. Nicolas Mahy; el político y económico seguia al cuidado de la junta que el mismo Marqués habia nombrado. Ordenó ademas éste que se le uniese en Castilla, con 10.000 hombres de lo más escogido de las tropas asturianas, D. Francisco Ballesteros, que, en vez de ser reprendido por lo de Santander, recibió este premio. Debiólo á ha haberse salvado con D. José O’Donnell, favorito del Marqués, y mal hubiera podido ser censurada la conducta del Marqués sin tocar al abandono ó desercion del coronel, su compañero; así un indisculpable desastre sirvió á Ballesteros de principal escalon para ganar despues gloria y renombre.

Romana llegó á Astorga con unos 16.000 hombres y 40 piezas de artillería. Dejó en Galicia pocos cuadros y escasos medios para que con ellos pudiese Noroña formar un ejército de reserva. Una corta division, al mando de D. Juan José García, se situó en el Vierzo, y Ballesteros, desde las cercanías de Leon, hizo posteriormonte hácia Santander una excursion, que no tuvo particular resulta.

El duque del Parque sucede a la Romana en el mando

Permaneció Romana en Astorga hasta el 18 de Agosto, en que sedespidió de sus tropas, habiendo sido nombrado por la Junta de Valencia para desempeñar el puesto vacante en la Central por fallecimiento del Príncipe Pío. El mando de su ejército recayó despues en el Duque del Parque, al cual tambien se unió, aunque más tarde, Ballesteros, caminando todos la vuelta de Ciudad-Rodrigo.

Los franceses que salieron de Galicia, y que componian el segundo y sexto cuerpo, debieron ponerse por resolucion de Napoleon, recibida en 2 de Julio, á las órdenes de Soult, como igualmente el quinto del mando del mariscal Mortier, que estaba en Valladolid, procedente de Aragon. Varios ostáculos opuso José al inmediato cumplimiento en todas sus partesde la voluntad de su hermano, y de ello darémos cuenta en el próximo libro

Adelantóse con parte de su gente por la provincia de Tuy á Santiago, de cuya ciudad salieron á repelerle el 23 de Mayo unos 3.000 infantes y 300 caballos, á las órdenes del general Maucune, acometiéndole en el campo de la Estrella. Les desbarató Carrera, persiguiéndolos y metiéndose primero que nadie en la ciudad de Santiago D. Pablo Morillo. Cogiéronse allí fusiles y vestuarios y cuarenta y una arroba de plata labrada, sin contar otra mucha de los templos. Recibidos los nuestros con universal regocijo, hubieron, sin embargo, de retirarse por las operaciones combinadas que luégo meditaron los mariscales Ney y Soult, devuelta uno de Astúrias y otro de Portugal.(...)Soult vuelve de Portugal y Ney de Asturias