Operaciones en Cataluña a finales de 1808

Traslado de la Junta del principado de Tarragona a Villafranca

Ahora es ya sazon de pensar en Cataluña. El no querer cortar el hilo de la narracion en los sucesos más abultados y decisivos nos ha obligado á postergar los de aquel principado, que si bien de grande interes y definitivamente de mucha importancia á la causa de la independencia, forman como un episodio embarazoso para el historiador, aunque gloriosísimo para aquella provincia. Dejamos en el libro quinto la campaña de Cataluña, á tiempo que Duhesme, en el último tercio del mes de Agosto, se habia recogido á Barcelona, de vuelta de su segunda y malograda expedicion de Gerona.

De nuestra parte, por entónces y en 1.º de Setiembre, el Marqués del Palacio y la Junta del Principado se habian de Tarragona trasladado á Villafranca, con objeto de estar más cerca del teatro de la guerra. Empezaron á acudir á dicha villa los tercios de toda la provincia, y se reforzó la línea del Llobregat, á cuyo paraje se habia restituido desde Gerona el Conde de Caldagués.

Combates de septiembre en torno a Barcelona

Con el aumento de fuerzas temió el general Duhesme que estrechando los españoles cada vez más á Barcelona, hubiese dificultad de introducir bastimentos en la plaza. Para alejar el peligro, y con intento de hacer una excursion en el Panadés, partió de aquella ciudad con 6.000 hombres de caballería é infantería, y atacó á los españoles en su línea, al amanecer del 2 de Setiembre, en los puntos de Molins de Rey y de San Boil. Por el último alcanzaron los franceses conocidas ventajas; fueron por el otro rechazados. Mas receloso el de Caldagués, en vista de un movimiento de los enemigos, de que abandonando éstos la embestida del puente, vadeasen el río y le flanqueasen, previno oportunamente cualquiera tentativa, situándose en las alturas de Molins de Rey.

Los franceses, no pudiendo romper la línea española del Llobregat, revolvieron del lado opuesto por donde corre el Besós, en cuyo sitio se mantenia D. Francisco Milans. Ya aquí, y ya en todos los puntos al rededor de Barcelona, hubo en Setiembre muchas escaramuzas y áun choques, entre los que fué grave el acaecido en San Culgat del Vallés, principalmente por el respeto que infundió al enemigo, obligándole á no alejarse de los muros de Barcelona. Tambien contribuyeron á ello los refuerzos que llegaron á los españoles sucesivamente de Portugal, Mallorca y otras partes, de algunos de los cuales ya hemos hecho mencion.

Vives sustituye al marqués del Palacio

El gobierno interior de Cataluña se mejoraba cada dia por el esmero y cuidado de la Junta. Habíase sólo levantado grande enemistad contra el Marqués del Palacio, ó porque las calidades de general no correspondiesen en él á su patriotismo, ó más bien porque en aquellos tiempos arduos, no siendo dado caminar en la ejecucion al són de la impaciencia pública, perdíase la confianza y el buen nombre con la misma rapidez, y á veces tan infundadamente, como se habia adquirido. Los clamores de la opinion catalana obligaron á la Junta Central á llamar al Marqués del Palacio, poniendo en su lugar al capitán general de Mallorca D. Juan Miguel de Vives, quien tomó el mando el 28 de Octubre.

El ejército de la derecha o de Cataluña: bloqueo de Barcelona

Teniendo éste á su disposicion fuerzas más considerables, coordinó nuevamente su ejército, y segun lo resuelto por la Central, le denominó de Cataluña ó de la derecha. Constaba en todo de 19.551 infantes, 780 caballos y diez y siete piezas, dividido en vanguardia, cuatro divisiones y una reserva. De estas fuerzas destinó Vives la vanguardia, al mando de D. Mariano Alvarez, á observar al enemigo en el Ampurdan, y las restantes las conservó consigo para bloquear á Barcelona, adonde se aproximó el 3 de Noviembre, sentando su cuartel general en Martorell, cuatro leguas distante. Los apuros en aquella plaza del general frances Duhesme crecian en extremo; el número de sus tropas, que ántes era de 10.000 hombres, menguaba con la desercion y las enfermedades. De nadie podia fiarse.

El disgusto y descontento de los barceloneses tocaba, á sus ojos, en abierta rebelion. Los habitantes más principales huian á causa de las contribuciones exorbitantes que habia impuesto; teniendo que acudir á confiscar los bienes para evitar la emigracion. Más tarde, cuando apretó la escasez, si bien permitió la salida de Barcelona, permitióla con condiciones rigurosas, dando pasaportes á los que abonaban cuatro meses anticipados de contribucion, y aseguraban con fianza el pago de los demas plazos. Fué despues adelante en usar sin freno de medidas arbitrarias, declarando á Barcelona en estado de sitio. Opúsose á ello el Conde de Ezpeleta, por lo que se le puso preso, quitándole la capitanía general, que sólo en nombre habia conservado.

Como más antiguo, le sucedió D. Galceran de Villalba, que en secreto se entendia con las autoridades patrióticas del Principado. Los oficiales españoles que habia dentro de la plaza rehusaron despues reconocer el gobierno de Napoleon, prefiriendo á todo ser prisioneros de guerra; lo mismo hicieron los que eran extranjeros, excepto M. Wrant d’Amelin, que en premio recibió el gobierno de Barcelona. Ejercióse la policía con particular severidad, prestándose á tan villano servicio un español llamado D. Ramon Casanova, sin que por eso se pudiese impedir que muchos y á las calladas se escapasen. Tantas molestias y tropelías eran en sumo grado favorables á la causa de la independencia.

Contando, sin duda, con el influjo de aquéllas y con secretos tratos, insistió el general Vives en estrechar á Barcelona, y áun proyectó varios ataques. Fué el más notable el que se dió en 8 de Noviembre, aunque no tuvo ni resulta, ni se le consideró tampoco bien meditado. Sin embargo, la proximidad del ejército español puso en tal desasosiego á los franceses, que en la misma mañana del 8 desarmaron al segundo batallon de guardias walonas, como adicto á los llamados insurgentes.

Desaprobaban los hombres entendidos la permanencia de Vives en las cercanías de Barcelona, y con razon, juzgándola militarmente; pues para formalizar el sitio no se estaba preparado, y para rendir por bloqueo la plaza se requeria largo tiempo. Creian que hubiera sido más conveniente dejar un cuerpo de observacion que con los somatenes contuviese al enemigo en sus excursiones, y adelantarse á la frontera con lo demas del ejército, impidiendo así la toma de Rosas y la facilidad que ella daba de proveer por mar á Barcelona. Vino en apoyo de tan juicioso dictámen lo que sucedió bien pronto con el refuerzo que entró en el Principado, al mismo tiempo que por el Bidasoa hacian los franceses su principal irrupcion.

Se forma el 7º cuerpo

Segun insinuamos al hablar de ésta, fué destinado el séptimo cuerpo á domeñar la Cataluña. Debia formarse con las tropas que allí habia á las órdenes de los generales Duhesme y Reille, y con otras procedentes de Italia, al mando de los generales Souham, Pino y Chavert. Todas estas fuerzas reunidas ascendian á 25.000 infantes y 2.000 caballos, compuestas de muchas naciones y en parte de nueva leva. Capitaneábalas el general Gouvion de Saint-Cyr. Entró éste en Cataluña al principiar Noviembre, estableciendo el 6 en Figueras su cuartel general.

Sitio de Rosas (7 noviembre al 5 de diciembre de 1808)

(Ver mapa)

Fué su primer intento poner sitio á Rosas, y encargando de ello al general Reille, le comenzó el día 7 del mencionado mes. Pensó el general Saint-Cyr que convenia apoderarse de aquella plaza, porque abrigados los ingleses de su rada, impedian por mar el abastecimiento de Barcelona, que no era hacedero del lado de tierra á causa de la insurreccion del país.

Hubo quien le motejase, sentando que en una guerra nacional como ésta era de temer que con la tardanza pudieran los españoles por medio de secretos tratos sorprender á Barcelona, apretada con la escasez de víveres. Napoleon juzgaba tan importante la posesion de esta plaza, que el solo encargo que hizo á Saint-Cyr, á su despedida en París, fué el de conservar á Barcelona ; «porque si se perdiese, decia, serían necesarios 80.000 hombres para recobrarla.» Sin embargo, aquel general prefirió comenzar por sitiar á Rosas.

Está situada dicha villa á las raíces del Pirineo y á orillas del golfo de su nombre. Tenía de poblacion 1.200 almas. No cubria su recinto sino un atrincheramiento casi abandonado desde la guerra de la revolucion de Francia. Consistia su principal fortaleza en la ciudadela, colocada al extremo de la villa, y que aunque desmantelada, quísose apresuradamente poner en estado de defensa, consiguiendo al cabo montar 36 piezas: su forma es la de un pentágono irregular con foso y camino cubierto, y sin otras obras á prueba que la iglesia, habiendo quedado inservibles desde la última guerra los cuarteles y almacenes. A la opuesta parte de la ciudadela, y á 1.100 toesas de la villa, en un repecho de las alturas llamadas de Puig-rom, término por allí de los Pirineos, se levanta el fortin de la Trinidad en figura de estrella, de construccion ingeniosa, pero dominado á corta distancia.

Con tan débiles reparos, y en el estado de ruina de várias de sus obras, hubiérase en otra ocasion abandonado la defensa de la plaza; ahora sostúvose con firmeza. Era gobernador D. Pedro Odaly; constaba la guarnicion de 3.000 hombres; se despidió la gente inútil, recompúsose algo el atrincheramiento destruido, y se atajaron con zanjas las bocascalles. Favorecia á los sitiados un navío de línea inglés y dos bombarderas que estaban en la bahía.

La division del general Reille, unida á la italiana de Pino, se habia acercado á la plaza, componiendo juntas unos 7.000 hombres. Ademas el general Souham, para cubrir las operaciones del sitio y observar á Alvarez, que estaba con la vanguardia en Gerona, se situó con su division entre Figueras y el Fluviá, y ocupó á la Junquera con dos batallones el general Chavert. Se habia lisonjeado el frances Reille de tomar por sorpresa á Rosas: así lo deseaba su general en jefe, solícito de acudir al socorro de Barcelona, y temeroso de la desercion que empezaba á notarse en la division italiana de Pino. De ésta fueron cogidos por los somatenes varios soldados, y el general Saint-Cyr, que presumia de humano, envió en rehenes áFrancia, hasta el canje, igual número de habitantes, prefiriendo este medio al de quemar los pueblos, ántes usado por sus compatriotas. Mas los catalanes consideraron la nueva medida como más injusta, imaginándose que los enviaban á servir al Norte.

Desde el 7 de Noviembre, que aparecieron los franceses delante de Rosas, y en cuyo dia los españoles hicieron una vigorosa salida, sobreviniendo copiosas lluvias, no pudieron los primeros traer su artillería ni empezar sus trabajos hasta el 16. Entónces resolvió el general Saint-Cyr embestir simultáneamente la ciudadela y el fortin de la Trinidad. Emprendióse el ataque de aquélla por el baluarte llamado de la Plaza, del lado opuésto á la villa, y por donde se ejecutó tambien la acometida en el sitio del año de 1795, al cual habia asistido el general enemigo Sanson, jefe ahora de los ingenieros.

Continuaron los trabajos por esta parte hasta el 25. Aquel dia, dueños los franceses de un reducto, cabeza del atrincheramiento que cubria la villa, pensaron que seria conveniente apoderarse de ésta, para atacar despues la ciudadela por el frente, comprendido entre los baluartes de Santa María y San Antonio. Fué entrada la villa en la noche del 26 al 27 á pesar de porfiada resistencia; de 500 hombres que la defendian, 300 quedaron muertos, 150 fueron hechos prisioneros; pudieron los otros salvarse. El enemigo intimó entónces la rendicion á la ciudadela; contestósele con la negativa.

Al mismo tiempo el fortín de la Trinidad fué desde el 16 bizarramente defendido por su comandante D. Lotino Fitzgerald. Los ingleses, juzgando inútil la resistencia, habian retirado la gente que dentro habian metido; pero llegando poco despues el intrépido lord Cochrane con ámplias facultades del almirante Collingwood, reanimó á los españoles, entrando en el fuerte con unos 80 hombres, y unidos todos, rechazaron el 30 el asalto de los enemigos, que creian practicable la brecha.

La guarnicion de Rosas habia vivido esperanzada de que se la socorrería por tierra; mas limitóse el auxilio á un movimiento que el 24 hizo la vanguardia al mando de D. Mariano Alvarez: cruzó éste el Fluviá, y arrolló al principio los puestos avanzados de los franceses, que rehechos repelieron despues á los nuestros, cogiendo prisionero al segundo comandante D. José Lebrun. Serenado el general Saint-Cyr con esto y con ver que el ejército español de Vives no avanzaba segun temia, trató de acabar prontamente el sitio de la ciudadela de Rosas.

Dirigíase el principal ataque contra la cara derecha del baluarte de Santa María, y los trabajos prosiguieron con ardor en los dias 1.º y 2.º, que inútilmente intentaron los sitiados hacer una salida. Por fin el 5,estando la brecha practicable, y despues de 29 dias de asedio, capituló honrosamente el Gobernador, quedando la guarnicion prisionera de guerra. Tuvo mayor ventura D. Lotino Fitzgerald, comandante del fortin de la Trinidad, habiéndose embarcado él y su gente con la ayuda y diligencia de lord Cockrane, quien tal vez hubiera del mismo modo salvado la guarnicion de la ciudadela, si hubiera sido comodoro del apostadero inglés.

Insistia el general Vives en acometer á Barcelona, estimulado tambien por las ofertas de los comandantes de las fuerzas navales inglesas apostadas delante del puerto. Éstas hicieron el 19 de Noviembre un fuego vivísimo contra la plaza, cuyos habitantes, á pesar del daño que recibian, estaban alborozados y palmoteaban desde sus casas al ver la pesadumbre que el ataque causaba á los franceses; lo cual irritando sobremanera al comandante Lecchi, prohibió á los habitantes asomarse á las azoteas en dias de refriega.

Propuestas de Vives a Lecchi

Mal informado el general Vives, dirigió á dicho general Lecchi y al español Casanova proposiciones de acomodamiento si le dejaban entrar en la plaza. Las desecharon ambos, notándose en la respuesta de Lecchi la dignidad conveniente. Creyeron, sin embargo, algunos que sin la pronta llegada del general Saint-Cyr, y conducida de otra manera la negociacion, quizá no hubiera ésta sido infructuosa.

Vives estrecha más a Barcelona

D. Juan Vives resolvió repetir el 26 el ataque que habia emprendido el 8. Ejecutado esta vez con mayor felicidad, fueron los franceses rechazados hasta Barcelona, y se cogieron prisioneros 104 hombres, que defendian la favorable posicion de San Pedro mártir. Prosiguieron las ventajas el 27, adelantándose el cuartel general á San Feliu de Llobregat á legua y media de Barcelona; desde donde, y con deseo siempre de estrechar al enemigo, se le acometió de nuevo el 5 de Diciembre, consiguiendo clavar los cañones y destruir las obras que habia formado en la falda de Monjuich.

Vives, Reding, Lazán y Milans al encuentro de Saint Cyr: batalla de Cardedeu (16 de diciembre de 1808)

Pero eran cortas estas ventajas al lado de las que hubieran podido alcanzarse yendo en busca de Saint-Cyr. Sacrificóse todo al deseo de enseñorearse de la capital del Principado. Sin embargo, en la noche del 11 de Diciembre, sabedor Vives de que aquel general se habia movido el 8 con señales de ir la vuelta de Barcelona, mandó á D. Teodoro Reding que se adelantase hácia Granollers.

Recibiéndose posteriormente confirmacion del primer aviso; se celebró un consejo de guerra, en el que variando, segun costumbre, los pareceres, no se siguió el de Caldagués, que era el más acertado, y segun el cual debiera haberse ido al encuentro de Saint-Cyr con la mayor parte de las fuerzas, dejando delante de Barcelona 4.000 hombres bien atrincherados. Resolvióse, pues, lo contrario, y sólo salió Vives con algunas tropas á unirse á Reding. Ambos generales juntaron 8.000 hombres, agregándoseles ademas los somatenes.

Al propio tiempo se previno al Marqués de Lazan que, separándose de la vanguardia, que estaba en Gerona, siguiese la huella del frances, sin atacarle por la espalda hasta que el mismo Vives lo hiciese por el frente, y al coronel Milans que se apostase con cuatro batallones en Coll-Sacreu para molestar al enemigo si queria echarse del lado de la marina, ó si no, concurrir con los demas á la accion general que se esperaba.

Apremiado el general Saint-Cyr con la urgente necesidad de socorrer á Barcelona, no se empeñó en combatir al Marqués de Lazan; quien por su parte esquivó tambien todo serio reencuentro. En seguida maniobró el general frances para disfrazar su intencion, y el 11 preparóse á marchar con rapidez y sin embarazos. Así fué que enviando á Figueras la artillería, repartió á sus soldados víveres para cuatro dias, distribuyóles á razon de 50 cartuchos, y llevó 150.000 de reserva á lomo de acémilas.

El 12 abrió la marcha desde La Bisbal, teniendo en el camino algunos choques con los miqueletes de D. Juan Clarós. Enderezóse á Hostalrich, y al llegar á las alturas que le dominan, con gran júbilo vió que Vives ni se habia aún adelantado hasta allí, ni ocupado las gargantas del rio Tordera, en cuyas estrechuras, bastando un corto número de hombres para detener á los suyos, hubieran en breve consumido las municiones que consigo traian.

Continuó el general Saint-Cyr su marcha, y el 15, para librarse de los fuegos de Hostalrich, dió vuelta á la plaza por un sendero ágrio y desconocido, tornando luégo á tomar el camino de Barcelona. Salió de Vallgorguina á incomodarle el coronel Milans, viéndose el general frances obligado á retardar su marcha á causa de las cortaduras practicadas en el desfiladero de treinta pasos. Mas vencidos los obstáculos, acampó ya por la noche su ejército al raso á una legua del que mandaba Vives, quien pasando el Cardedeu, se habia colocado en ventajoso puesto entre Llinás y Villalba.

La situacion de los franceses, á pesar de las faltas que cometieron los nuestros, no dejaba de ser crítica. Por su frente tenian á Vives, flanqueábalos Milans á su izquierda, y detras los seguian Clarós y Lazan. Estaban privados de artillería, escaseábanles los víveres, solamente les quedaban municiones para una hora, y eran sus tropas un conjunto de soldados nuevos de varias naciones. Si Vives hubiera sabido aprovecharse de tales ventajas, quizá se hubiera repetido aquí la jornada de Bailén, y calificádose de intempestivo y temerario el movimiento del general Saint-Cyr, que por su buen éxito mereció el nombre de atrevido y sabio.

Amaneció el 16 de Diciembre, y el general español aguardaba á sus contrarios colocado en la loma que se levanta despues de Cardedeu y Villalba, y termina en la riera de la Roca. En lo más elevado de ella, y á la derecha del camino real situó cinco piezas, dejando dos á la izquierda. Formó su columna en batalla, y desplegó sobre la derecha, que mandaba Reding, ocupando el costado opuesto de la línea el somaten de Vich.

Como el objeto del general frances era pasar á toda costa, decidió combatir en una sola columna que rompiese por medio las españolas. Comenzó el ataque la division de Pino con órden expresa de desviarse de lo resuelto por el general en jefe; pero, en contravencion á ello, habiendo una de sus brigadas desplegado sobre la izquierda, hubo de comprometer á losfranceses en una refriega, que hubiera sido su perdicion á haberse prolongado. El peligro fué para ellos grande durante algun tiempo. La brigada que habia desplegado, no sólo fué rechazada, mas tambien ahuyentada, y destrozado uno de sus regimientos por el de húsares españoles, á cuyo frente estaba el coronel Ibarrola, quedando prisioneros dos jefes, quince oficiales y unos doscientos soldados. Acudió pronto y oportunamente al remedio el general Saint-Cyr.

De un lado hizo que la division Souham contuviese la brigada puesta en desórden, al mismo tiempo que de otro amenazaba la izquierda española, que era la parte más flaca y desguarnecida, disponiendo igualmente que el general Pino, con la segunda brigada, prosiguiese el ataque en columna y rompiese nuestra línea. Ejecutada la operacion á un tiempo y en buena sazon, se cambió la suerte de las armas, y el ejército español fué envuelto y puesto en derrota.

Perdiéronse cinco de los siete cañones que habia, salvándose los dos por la actividad y presencia de ánimo del teniente Ulzúrrum. Nuestra pérdida fué de 500 muertos y de 1.000 entre heridos y prisioneros; mayor la de los franceses, por el daño que al principio experimentaron de la artillería española. Salvóse el general Vives á pié y por sendas extraviadas, y el general Reding, ayudado de la velocidad de su caballo, pudo juntarse á una columna de infantería y caballería que con el mayor órden se retiró por el camino de Granollers á San Culgat. Allí tomó el mando interinamente dicho general, y se acogió á la derecha del Llobregat, adonde se transfirió el Conde de Caldagués, quien, aunque salvó la artillería y municiones, tuvo por la priesa que abandonar los inmensos acopios almacenados en Sarriá, los cuales sirvieron de mucho al enemigo. El Marqués de Lazan, que no tomó parte en la batalla, retrocedió despues á Gerona, y el coronel Milans se mantuvo en Arenys algunos dias sin ser molestado.

Graves y desgraciadas fueron las resultas de la accion de Llinás ó Cardedeu, no tanto por la pérdida de una parte del ejército y por el socorro que introdujeron los franceses en Barcelona, cuanto por el desánimo que causó en los españoles, y los alientos que comunicó á los bisoños y mal seguros soldados del enemigo.

Constaba la primera, al mando de don Teodoro Reding, de 11.700 infantes y 670 caballos, y la segunda de unos 4.000 hombres regidos por el Marqués de Lazan, quien pasó á engrosar la vanguardia despues de lo acaecido el 24 en las riberas del Fluviá.Bombardeo de Barcelona por la Royal Navy el 19 de noviembre de 1808

Desembarazado el general Saint-Cyr del sitio de Rosas, se adelantó á socorrer á Barcelona con 15.000 infantes y 1.500 caballos, despues de haber dejado en el Ampurdan la division del general Reille. Hubiera corrido riesgo el general frances de ser detenido en el camino, si D. Juan de Vives, en vez de mantener sus tropas en derredor de Barcelona, le hubiera salido al encuentro en alguno de los sitios oportunos del tránsito; cosa tanto más hacedera, cuanto despues de sus infructuosas tentativas sobre Barcelona, se le habian agregado en Noviembre las divisiones de Granada y Aragon y otros cuerpos sueltos. Los refuerzos de Vives

Saint Cyr prepara el socorro de Barcelona

Al otro lado habian reunido los españoles el suyo, que con la derrota del 16, y dispersion que ella causó en todas las tropas, no ascendía arriba de 10.000 infantes y 900 caballos, con artillería numerosa. Allí llegó el general Vives, que se habia embarcado en Mataró, y que despues de aprobar las medidas tomadas en su ausencia, pasó á Villafranca para obrar en union con la Junta del Principado.Luégo que se alejó, asomaron los franceses; é indeciso D. Teodoro Reding de si se retiraria ó no, consultó al General en jefe, que tardó en contestar, haciéndolo al fin de un modo ambiguo, lo cual decidió al primero á sostenerse en su puesto. El ejército español estaba atrincheradoen la márgen derecha del Llobregat, en las colinas en que rematan las alturas de Ordal, extendiéndose desde San Vicente hasta Pallejá. Mandaba la derecha el brigadier don Gaspar Gomez de la Serna, la izquierda el mariscal de campo Cuadrado, manteniéndose Reding, juntamente con Caldagués, en uno de los reductos que habian levantado en el camino real de Valencia.El enemigo al alborear del 21 empezó su ataque. Apostóse el general Chabran en Molins de Rey, que estaba á la derecha de los franceses, y de donde la batalla tomó el nombre, vadeando la division del general Pino el Llobregat por San Feliu, al tiempo que Souham con su tropa le cruzaba por San Juan del Pí. Habian en un principio creido los españoles que su izquierda sería la primera atacada; mas cerciorados de lo contrario, mejoraron su posicion, haciendo los peones acertado fuego. El desaliento, no obstante, era grande desde la accion de Llinárs, y no habia corrido suficiente tiempo para que se borrase de la mente del soldado tan funesta impresion. Envolvieron los enemigos la derecha española; arrojáronla sobre el centro, y cayendo unos y otros sobre la izquierda, ya no hubo sino desconcierto, acorralados los nuestros contra el puente de Molins de Rey. A las 10 de la mañana llegó Vives solamente para presenciar la destruccion de los suyos. El ejército español estuvo muy expuesto á ser del todo cogido por los franceses, á no haberse los soldados desbandado y tirado cada uno por donde encontró salida. Fué considerable nuestra pérdida, principalmente de jefes: el brigadier La Serna murió en Tarragona de las cuchilladas recibidas; el de Caldagués cayó prisionero, y lo mismo varios coroneles. Quedó en poder de los contrarios toda la artillería.

Por loable que fuera el deseo que animaba al general Reding, con razon debió tacharse de extrema imprudencia el aventurar una accion con un ejército que ademas de novel acababa pocos dias antes de ser deshecho y en parte disperso. Así fué que el general Saint-Cyr, maniobrando con sumo arte, sin grande esfuerzo desbarató completamente nuestras filas,atropellándose unos soldados sobre otros. Aciagas y de trascendencia fueron las resultas. Perdiéronse las armas que arrojaron los infantes, se abandonaron los cuantiosos almacenes que habia en el Llobregat, en Villafranca de Panadés y en Villanueva de Sitjes, y en fin, deshízose enteramente el ejército. Cataluña quedó casi toda ella á merced del vencedor,que no sólo forzó el paso del Bruch, para él tan ominoso, sino que tambien derramó por todas partes el espanto y la desolacion.

Llegó el general Saint-Cyr el 17 delante de Barcelona. No reinaba entre él y el general Duhesme el mejor acuerdo, mostrándose éste descontento con recibir un jefe superior, y al que luégo se dirigieron quejas y reclamaciones. Por entonces, ansioso Saint-Cyr de perseguir á los españoles, no tomó acerca de ellas providencia, y el 20, despues de haber dado á sus tropas dos dias de descanso, salió para el Llobregat y se situó en la márgen izquierda, reforzado su ejército con cinco batallones de la division del general Chabran.Batalla de Molins de Rey (17 de diciembre de 1808): el ejército español deshecho

Saint Cyr en Barcelona

Era, por cierto, situacion ésta embarazosa para ellos, y de grande ayuda para los españoles, cuyos dispersos se iban allegando á Tarragona. En sus muros alborotóse el pueblo, amenazó de muerte al general Vives, quien, para preservarse de una catástrofe casi inevitable, rotos los vínculos de la subordinacion, dejó el mando, que recayó en D. Teodoro Reding, grato á la opinion popular. Poco á poco recobró la autoridad su fuerza, la Junta se trasladó á Tortosa, y el nuevo general, con actividad y solo, empezó á arreglar el ejército, á la sazon descompuesto é insubordinado.Todo anunciaba mejora; mas todo se malogró, como verémos despues, por la fatal manía de dar batallas, y tambien por el laudable deseo de socorrer á Zaragoza.Bloqueo de barcelonasobre Gerona

Admiró á algunos que el general Saint-Cyr permaneciese ocioso, alcanzadas tales ventajas y la atribuían a la condición de perezoso de que le tachaban. Pero otros motivos obraron en su mente para proceder con lentitud y circunspeccion. Habia en su ejército, á pesar de los acopios cogidos, mucha escasez por la necesidad de abastecer á Barcelona; el país que le rodeaba estaba ya agotado; la comunicacion con Francia no fácil, y los obstáculos mayores cada dia por el pronto retoño de la guerra de somatenes, contra cuyos continuos y desparramados esfuerzos se estrellaba la pericia de los generales franceses.Reding sustituye a Vives

Saint Cyr suspende las operaciones y salva así a los españoles