21 DE JUNIO DE 1813
Un día de niebla, sol y codicia
La Batalla de Vitoria supuso el principio del fin de la aventura napoleónica en España
Del 21 de junio de 1813, fecha en la que tuvo lugar la batalla de Vitoria, se sabe casi todo. Para empezar ni ocurrió en la capital alavesa, ni fue un solo combate, sino tres distribuidos a lo largo del día por toda la Llanada y los montes que rodean la ciudad. Amaneció un día de niebla por la mañana e hizo sol por la tarde. Esa circunstancia favoreció el movimiento de las seis divisiones aliadas del Duque de Wellington que, bien asesorado por el general vitoriano Miguel Ricardo Álava, logró derrotar al grueso del Ejército imperial del mariscal Jourdan y el rey usurpador José I, hermano de Napoleón.
Se conoce perfectamente la secuencia del enfrentamiento, casi minuto a minuto, y detalles curiosos, como que se llegaron a enfrentar en algunos momentos franceses contra franceses en Gobeo, alemanes contra alemanes en Margarita y Lermanda, y españoles contra españoles en Durana, enrolados en ambos ejércitos, como una guerra civil europea, un antecedente de los que ocurriría cien años después. Algunos de los choques fueron violentísimos como en Ariñez o en Gamarra Mayor. Se produjo el mayor duelo artillero de los seis años de ocupación con más de 250 bocas de fuego escupiendo pólvora y terror. Asustados, encerrados en sus casas, los vitorianos vivieron horrorizados aquel episodio que quedó grabado en la memoria histórica de la ciudad, como queda escrito en sus testimonios.
Según el historiador francés Jean Serramon, Vitoria supuso el principio del fin de la aventura napoleónica en España. Pero también había sido el arranque porque aquí planeó el emperador francés la campaña que volvería a colocar a su hermano José I en el trono de Madrid, tras el desastre de Bailén. «Fue una batalla decisiva en la Guerra de la Independencia», explica el profesor de Historia Contemporánea de la UPV José María Ortiz de Orruño, «porque combatieron los dos ejércitos casi al completo. Y si no hubo más muertos, fue porque los ingleses se entretuvieron en el pillaje del convoy imperial, que se llevaba lo que no está escrito en dinero y obras de arte. Si los hubieran perseguido, habría sido la tumba de las tropas de Napoleón», añade el historiador. Al menos, gracias al general Álava, Vitoria se salvó.
Pero Álava no fue el único nativo destacado en un período histórico de seis años que dejó la provincia y la ciudad muy maltrecha. Los guerrilleros como Longa, Dos Pelos, los Salcedo o Abecia, representan un tipo de personajes a los que no se les reconoce aún, que se jugaron sus vidas y sus bienes por el interés general, por lo que entonces consideraban la patria y su independencia. La resistencia creó dos territorios. Uno, controlado por los franceses, con Vitoria y los núcleos del camino real controlados por sus tropas, y otro, la provincia, que creó su propia diputación. También los alaveses se dividieron en afrancesados y patriotas.