La ciudad salvada

La ciudad salvada

Ante el inminente saqueo de la ciudad, el General Álava expulsó a las tropas francesas que todavía permanecían en Vitoria y cerró los portales exteriores, salvándola del pillaje

Célebre recreación de la entrada del General Álava en Vitoria, en la Virgen Blanca.

Ante el inminente saqueo de la ciudad, el General Álava obtuvo de Wellington la autorización para adelantarse, expulsar a las tropas francesas que todavía permanecían en Vitoria y cerrar los portales exteriores, salvándola del pillaje que sucede a toda batalla. El Ayuntamiento en pleno se lo agradeció con un maravilloso espadín de gala, hoy depositado en el National Army Museum de Londres.

El general Álava, que procedía de una familia vitoriana noble y militar, ha pasado a la historia entre otras cosas por haber participado en las 3 contiendas que marcarían el devenir de la Europa del siglo XIX: Trafalgar (1805), Vitoria (1813) y Waterloo (1815). Miguel Ricardo de Álava fue embajador en Francia, presidente de las Cortes, embajador en el Reino Unido e Irlanda, ministro de Marina y presidente del Consejo de Ministros, entre otros cargos. Los historiadores afirman de él que, además de ser un militar extremadamente competente, siempre había destacado por sus dotes de diplomático y su exquisito sentido del humor.

Durante los años de la ocupación francesa de la capital alavesa, el general Álava era diputado «del Común» por su provincia (lo que hoy equivaldría a «defensor del pueblo»). Aunque en un principio pareció aceptar a José I Bonaparte, llegando a ser incluso representante de la Marina de Guerra en la Junta que elaboró la Constitución de Bayona (y que otorgó la Corona de España al hermano de Napoleón), finalmente no fue así.

Álava partió clandestinamente hacia Madrid para unirse al bando patriota. En poco tiempo, el Duque de Wellington eligió al general vitoriano como su hombre de confianza.