En los últimos días, hemos escuchado como por instrucciones del Gobierno de Joe Biden, Juan Guaidó y sus acólitos, pretender abrir camino para participar en las próximas mega elecciones a celebrarse a finales de este año en la República Bolivariana de Venezuela.
Al escuchar esta información, viene de inmediato a nuestra mente, la grave situación que Venezuela padece en estos momentos y la que ha vivido desde hace muchos años por las acciones del Gobierno de los Estados Unidos, potencia que ha hecho uso de la lumpenburguesía local y Suramericana, así como, de la clase política de la derecha "lumpen", misma que se ha sumado a las fuerzas de esa potencia mundial, para destruir la Revolución Bolivariana desde 1998 hasta el presente.
El nivel de daño ocasionado a Venezuela no podemos solo contabilizarlo en cientos o miles de millones de dólares. El Golpe de Abril de 2002, el sabotaje petrolero 2002-2003, las guarimbas de 2003 y 2004 y un largo etcétera de acciones entre las que desde 2013, se incluye el asesinato y la quema de personas vivas por ser de piel oscura o presumir que eran "chavistas", el destrozo de nuestra economía, el robo de nuestra cuentas internacionales, el robo de nuestras inversiones en el exterior, las niñas y niños que han muerto por falta de apoyo médico producto del bloqueo de nuestras fuentes internacionales de ingresos, las y los miles de muertos que ha causado el bloqueo a las y los venezolanos - información hecha pública por factores internacionales - sin dejar de contar, los vejámenes recibidos por tantas venezolanas y venezolanos que han migrado de nuestra tierra para obtener el pan, producto del salvaje bloqueo. Todo esto es IMPOSIBLE OLVIDARLO y tal vez, perdonarlo. No se trata de un sentimiento de odio, se trata de hacer JUSTICIA.
Si algo me ha parecido sumamente desacertado de la conducta del Estado Venezolano de todos los tiempos, tanto en la IV como en la V República, es el hecho de no castigar adecuadamente y en forma ejemplarizante, dos fenómenos - característicos del capitalismo, por cierto - que desde el siglo XIX, golpea la moral de los moradores de nuestras tierras, estos son: la traición a la Patria y la corrupción. Todos estos en pos de la acumulación de capital en manos de pocos.
Si viviéramos en tiempos de El Libertador "Simón Bolívar", seguramente Juan Guaidó, sus conmilitones y su jefe, Leopoldo López, seguramente habrían sido pasados por las armas o colgados, lo cual, hubiera resultado sumamente justo en aquellos tiempos.
Un ejemplo notorio del siglo pasado, muy válido por cierto, se encuentra en la historia de la II Guerra Mundial. A los soviéticos, les debemos el hecho de que el III Riech no se volviera a levantar, pero aun así, el hecho de que los juicios de Núremberg no pudieran haber llevado al cadalso a todos sus principales jerarcas y criminales de guerra nazis, dio pie a que estos se camuflaran en las instituciones de países occidentales y con sus acciones durante la Guerra Fría, contribuyeran con la caída de la URSS, en 1991 y a la muerte de muchas personas alrededor del mundo.
Este es un hecho muy triste, pues mas allá de las enseñanzas cristianas en las que la mayoría hemos sido formados, inclusive, manipulados, ¡ todo crimen debe tener su castigo !, de acuerdo a la magnitud y trascendencia del mismo.
Aplicar un perdón a este personaje, es legitimar lo dicho por Gonzalo Barrios alguna vez por allá, si mal no recuerdo, por finales de los 1980s o principios de los 1990s: ¡ En Venezuela, no hay razones para no robar !, es decir, para no delinquir.
Cuando hablamos de Juan Guaidó, se conjugan en él y sus aliados, ambos delitos, ambas afrentas, en contra la patria de Simón Bolívar, de Hugo Chávez Frías y de todas y todos nosotros.
Pero, aunque nuestro código penal, nuestra Constitución vigente y el orden moral imperante, no permiten tal acción, grave sería no condenar con severas penas, a personas que han producido tales males a Venezuela, a las y los venezolanos; pero sobre todo, es altamente necesario que estas y estos paguen por las vidas que se han perdido por sus actos irresponsables de traición a la patria y corrupción. El castigo debería ser ejemplar, pues se castigaría el delito ya cometido, pero sobre todo, se sentaría un precedente que posiblemente prevendría que acciones como estas, pudieran volver a suceder en nuestra historia, presente y futura.
La ausencia de castigo, podría producir un descalabro mayor en todo el naciente orden que se ha venido formando en Venezuela en los últimos 22 años, por cierto, de agresiones continuadas. El Estado venezolano, aun está en deuda con nuestro pueblo en materia de justicia, por no haber castigado ejemplarmente, a todas y todos los que han delinquido una y otra vez, de diversas maneras, en contra de nuestra patria.
Es muy probable, que diferentes agentes del orden occidental, saquen a relucir las enseñanzas cristianas sobre el perdón a los enemigos y sobre los derechos humanos, mas es necesario decir que, no puede ni debe quedar impune, la muerte de todas y todos los venezolanos que han perecido, debido a las acciones irresponsables de ese agente del orden occidental, ese monigote, que ha facilitado realizar al pestilente imperio de los Estados Unidos (como cabeza de occidente), estos crímenes sobre nuestra nación, nuestra tierra y nuestras y nuestros connacionales. Esto va mas allá que las pérdidas en activos de la nación, las cuales, algún día esperamos recuperar, se trata de la vida de tantas y tantos venezolanos que desde sus tumbas claman por justicia.
Dr. Vladimir Adrianza Salas.
Caracas, 14 de Mayo de 2021.