Con motivo de la situación detectada en varios países del mundo empezando por México, en relación a un nuevo tipo de influenza (gripe) que afecta a los seres humanos, viene a nuestra memoria nuevamente la lógica perversa del capitalismo.
Da la “casualidad”, que solo dos laboratorios son los que producen los medicamentos requeridos para contrarrestar la influenza: Roche y Glaxo Smith Kline. Ambas empresas, estaban por declararse en bancarrota, hasta que apareció la “gripe porcina”.
¡ Que casualidad !. La mano invisible del mercado les tiró la toalla.
En una oportunidad, un apreciado amigo me comentó haber asistido al evento de inicio de año de una empresa productora de medicamentos que opera en nuestro país. Observó con asombro y consternación, como en medio de aquella reunión, todos los ejecutivos y agentes de ventas se alegraban del hecho de que, de acuerdo a ciertos estudios relacionados con la salud en nuestro país, las ventas de sus medicamentos iban a estar estimuladas por el brote o auge, de determinado tipo de enfermedades, lo cual, incrementaría la demanda de sus medicamentos y por ende, un incremento en las ganancias de la empresa para ese ejercicio. Esta es una muestra “médica” de la lógica del capitalismo.
Como es del dominio público, en términos de ventas, la industria farmacéutica representa la tercera industria con mas ganancias en nuestro país, solo precedida por la industria petrolera y la banca. Ha desarrollado diversos medios para colocar sus productos, algunos vendidos con licencia del Ministerio de Salud y otros que se venden al amparo de no requerir prescripción médica. A nivel mundial, esto es un gigantesco negocio amparado por organismos de diversa índole entre los que figura, la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Todas estas empresas, como empresas privadas al fin, tienen como objetivo principal: la rentabilidad en sus operaciones. Es decir, que el afán de lucro está por encima del bien al prójimo.
Dichas empresas, protegen sus productos con patentes registradas en los centros de poder mundial y cualquier estado, asociación sin fines de lucro o ente particular, que intente producir algún tipo de “invento registrado” por las mismas sin su autorización, es severamente castigado; demandado y perseguido a través de los diversos mecanismos impuestos por el capitalismo internacional, para la protección de sus intereses.
No obstante, algunos países han logrado producir medicamentos para enfermedades específicas, con el propósito de distribuirlos solamente en sus territorios y con la condición de “no colaborar” con otros países u organizaciones, en la producción o distribución de los mismos, so pena de diversas sanciones. Este es el caso de Brasil y los medicamentos contra el SIDA.
Otros países como Cuba y La India, han logrado producir algunos tipos de medicamentos con objeto de proteger a su población de enfermedades que pueden convertirse en epidemias y afectar a grandes sectores de esta y en especial, a los sectores mas pobres.
En Venezuela, aunque El Presidente Chávez, ha librado una extraordinaria lucha por hacer que la salud esté al alcance de todos, ha visto frustradas muchas veces sus intensiones, toda vez que los proyectos y convenios internacionales, efectuados con diversos países para la producción local de medicamentos, todavía deben recorrer un camino largo, para ser una realidad.
Larga es la lista de obstáculos que podemos reseñar al respecto. La influencia de las transnacionales del ramo y sus canales de comercialización; la falta de conciencia del gremio médico, en el cual, muchos de sus miembros reciben beneficios de estas empresas por la promoción y prescripción de esos productos; la corriente del pensamiento neoliberal que ha apartado al estado, a las universidades y a las organizaciones sin fines de lucro, de una tarea fundamental para la preservación de la vida humana; los funcionarios corruptos, cuya “comodidad” ha torpedeado la construcción de plantas de medicamentos, basados en los convenios realizados con algunos países.
Pero, sobre todo, la falta de conciencia del colectivo, sobre un problema que nos atañe a todos. Dicho problema solo es recordado, cuando se observa por los medios de comunicación, las promociones de las cadenas de farmacias, de algunos productos, que poco o nada tienen que ver con la salud pública. Por supuesto, estas propagandas para nada reflejan la realidad del colectivo sobre el problema aquí tratado.
Otro elemento que forma parte de la psiquis colectiva, es que a excepción de los profesionales de la medicina, los organismo adscritos, los beneficiarios económicos y los enfermos crónicos, pocos recuerdan que todos estamos expuestos a padecer de cualquier tipo de enfermedad en cualquier momento y usualmente olvidan el asunto, como si se tratara de algo “pavoso”.
Es necesario que todos los seres humanos y en especial, los que se auto-proclaman “revolucionarios”, tomemos conciencia de este hecho y empecemos TODOS a luchar, por instalar en nuestro país, empresas públicas o de interés social, encargadas de la fabricación de medicamentos y sobre todo, de aquellas fórmulas destinadas a la prevención o la curación de las enfermedades, que mas afectan a nuestra población.
Cuando hablamos de soberanía, debemos entender que esta incluye el ámbito de la salud y no solo en lo relativo a la creación de centros hospitalarios o ambulatorios accesibles a cualquier persona, sino, en lo relacionado a la producción de medicamentos con fines sociales, destinados a proteger y cuidar a todos los sectores de nuestra población.
La ciencia y la tecnología, también es parte del campo de batalla que debemos librar, en aras de disminuir nuestra dependencia externa y de lograr mayores niveles de desarrollo para beneficio de nuestro pueblo y de la humanidad entera. La ciencia y la tecnología debe estar a favor del ser humano y no solo servir a la grosera acumulación de capitales en pocas manos.