Sinonimia: consiste en la similitud de significado entre dos palabras que tienen diferentes significantes (bondadoso/bueno)
Antonimia: es la oposición de significados entre palabras. Podemos clasificarlos según dos criterios:
o Formalmente:
§ Gramaticales; se construyen añadiendo prefijos (normal/anormal).
§ Léxicos; se forman a través de lexemas distintos (bueno/malo)
o Conceptualmente:
§ Graduales; existen términos intermedios (frío/caliente).
§ Complementarios; no hay términos intermedios (vivo/muerto).
§ Recíprocos; si no existe un término no se puede concebir el otro (comprar/vender).
Polisemia: relación consistente en asociar un significante (una palabra) con varios significados (banco, fuente...)
Homonimia: se produce cuando dos palabras distintas tienen el mismo significante o coinciden en el aspecto fónico. Suelen tener distinta categoría gramatical. Hay dos tipos de homónimos:
o Homófonos; su identidad es fónica (baca/vaca).
o Homógrafos; suenan y se escriben igual (vino /vino).
Campo semántico: conjunto de unidades léxicas en oposición entre sí, que comparten un contenido común (meses del año, colores, términos de parentesco…) Para algunos expertos, hiperónimos e hipónimos forman campos semánticos
Hiperonimia e hiponimia: la relación de hiperonimia se establece cuando una palabra de mayor extensión significativa (hiperónimo) incluye a otras (hipónimos). Sirven para dar cohesión a un texto. (barco/catamarán). El hiperónimo es una palabra cuyo significado está incluido en el de otras. Pájaro es hiperónimo de jilguero y de gorrión.
Campo léxico: agrupación de palabras relacionadas entre sí con relación a un mismo tema. Pueden tener diferente categoría gramatical. (colegio: recreo, profesores, examinarse…)
Familia léxica: la forman palabras que tienen el mismo la misma raíz (lectura, lector, lectorado…)
11. Sustituye cada palabra en negrita por un sinónimo y cada palabra subrayada por un antónimo.
El poder del lenguaje para alcanzar el bienestar
Las palabras que utilizamos tienen la capacidad de transformar nuestra realidad. Ya lo decía el filósofo Ludwig Wittgenstein: "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo". El lenguaje genera cambios en nuestro cerebro y modifica nuestra percepción del entorno que nos rodea.
El lenguaje va vinculado a las emociones. Nuestras palabras envían constantemente mensajes a nuestro cerebro. A nivel neurológico, el uso del lenguaje positivo genera cambios en el lóbulo parietal, la parte del celebro que determina la forma en la que nos vemos a nosotros mismos. Según los estudios de los neurocientíficos Andrew Newberg y Mark Robert Waldman, las palabras negativas hacen que liberemos cortisol, la hormona del estrés. Por lo cual, adoptar una actitud negativa y usar un lenguaje basado en expresiones como no puedo, fracaso o es imposible podría debilitar la salud física y mental de una persona.
Por el contrario, estudios como el famoso Informe Monja —que demostró que las monjas que usaban en su lenguaje más términos positivos vivían hasta diez años más—, nos muestran que expresar palabras positivas y escuchar lenguaje motivador en nuestro ambiente diario favorece nuestra salud. Somos las palabras que usamos.
Actualmente, son muchas las corrientes que utilizan técnicas asociadas al cambio del lenguaje para tratar diversos trastornos psicológicos. Ejemplo de ello son las terapias cognitivo-conductuales, que demuestran que el fomento de pensamientos positivos a través del lenguaje que usa el paciente mejora su estado mental.
Esta teoría tiene como objetivo sustituir las opiniones negativas de los pacientes sobre sí mismos y sobre lo que les rodea por otras más positivas. Estas técnicas han demostrado ser un tratamiento eficaz para trastornos como la depresión —aunque también para fobias, adicciones o ansiedad—, ya que la actividad de nuestra amígdala cerebral aumenta al percibir un futuro más próspero a través de palabras positivas. En muchas ocasiones, estas terapias han resultado ser igual de eficaces que las medicinas.
12. Selecciona ocho palabras del texto y cámbialas por cuatro sinónimos y cuatro antónimos.
Uno de los expertos actuales más reconocidos a nivel mundial, el citado neurocientífico Mark Waldman de la Universidad Loyola Marymount, asegura que el cerebro se vuelve más saludable cuando empezamos a usar "tres, cuatro o cinco expresiones positivas por cada una negativa". El lenguaje tiene una potente capacidad de cambiar nuestro mundo. Lo bueno es que, igual que un lenguaje pobre y derrotista nos influye negativamente, también funciona a la inversa.
La solución pasa por comenzar a adoptar una serie de técnicas sencillas y cotidianas, pero muy efectivas. Por ejemplo, usar todavía en lugar de un no radical. Todavía deja las puertas abiertas, plantea una esperanza, evoca una motivación. También debemos olvidarnos de los peros o, al menos, cambiarlos de lugar. No causa el mismo efecto decir: "has hecho un buen trabajo, pero me lo has entregado tarde" que "me lo has entregado tarde, pero has hecho un buen trabajo". Dejar lo malo para el final hace que el efecto negativo perdure, que ese pero anule lo anterior.
Los tiempos verbales también nos dan una gran oportunidad para cambiar nuestras emociones. Si en lugar del condicional usamos el futuro, cambiamos un escenario hipotético por uno cierto. No es lo mismo decir: “Si escribo un libro, sería sobre felicidad” que “Cuando escriba un libro será sobre felicidad”. En el condicional vive la duda, en el futuro la certeza.
Al mismo tiempo, palabras como fracaso, problema, imposible o culpa deben ser desterradas de nuestro lenguaje y sustituidas por construcciones más estimulantes como error, reto o responsabilidad. Estas últimas no solo nos empujan a crecer y nos abren más puertas, sino que además hacen que nos tratemos con más benevolencia.
Además, cambiar los ¿Y si...? negativos por los ¿Y si...? positivos hace que entrenemos nuestra valentía y que pasemos de pensamientos que nos hunden a otros que nos impulsan. Dicho de otra forma, tenemos que dejar de ponernos siempre en lo peor. La precaución es necesaria, pero distingamos entre la advertencia y la parálisis. Los que triunfan no emplean un lenguaje decaído, sino que expresan un mensaje positivo, fuerte y convincente.
Las palabras no son inocuas: contienen la energía de su significado. Cambiando tu lenguaje mejorarás tu imagen frente al resto, pues es nuestro vehículo para llegar al otro. Con tus palabras influyes emocionalmente en los demás; con un vocabulario estimulante, mejoras el ambiente que se crea a tu alrededor.
13. Cambia las palabras del texto que están en negrita y en su lugar utiliza hiperónimos o hipónimos. Localiza también cinco palabras polisémicas y tres que puedan ser homónimas de otras.
La quebrada cordillera del Tirol corona al ciclista eterno, al ciclista que salda una deuda con la historia y consigo mismo. Alejandro Valverde conquistó la ansiada medalla de oro en el Mundial de la ciudad de Innsbruck, ese mundial diseñado para su lucimiento. En la ciudad austriaca cerró su extraordinaria participación en los mundiales, donde antes había logrado seis medallas (cuatro bronces y dos platas). Final del maleficio. El murciano partía como el ciclista más rápido, el rival a batir, y cumplió con las expectativas.
El ciclismo es como la vida misma: un camino salpicado de dificultades que de vez en cuando nos sorprende con recompensas reconfortantes. Momentos de felicidad que alivian las permanentes frustraciones. Ese instante glorioso que hoy perseguía el murciano para cerrar un círculo irrepetible. "Era un sueño para mí, esto es increíble", decía, con lágrimas en los ojos, el nuevo propietario del maillot arco iris. Y es que a sus 38 años afrontaba su última oportunidad de ascender a la cúspide del podio y lograr ese maillot.
Su triunfo se labró en un emocionante ascenso a la última cima de un campeonato terrorífico. Aún aguantó las acometidas del francés Bardet (plata), del canadiense Woods (bronce) y del holandés Dumoulin. Con unos nervios de acero midió la distancia y sprint con esa soltura característica en la meta de la capital del Tirol.
El inolvidable Mundial de Valverde arrancó a ritmo trepidante. Siempre controlado por la selección española. La primera parte de la carrera estuvo marcada por la fuga de un grupo de corredores de rango inferior, que logró una increíble ventaja de cerca de 20 minutos. Ninguna de las selecciones importantes se tomó en serio la fuga, pero en el primer paso por la meta del circuito, la renta comenzó a disminuir. No era plan que un grupito sin glamour robase protagonismo en un decorado tan especial. Aceleró la Francia de Alaphilippe y pronto se unió la Italia de Nibali y la Eslovenia de Roglic. España, a la expectativa y mucha sangre fría en la Holanda de Dumoulin.
La selección de Mínguez quería una carrera controlada hasta el infernal tramo de Gramartboden, con su pendiente del 28%, pero a los adversarios de Valverde les interesaba mover el árbol para desgastar a sus gregarios. Ellos no querían presentarse en la meta con el español, porque, 'a priori' era el más rápido de los escaladores. En las siete subidas a Igls (7,9 kilómetros al 5,7%), el pelotón ascendía cada vez más enfilado, animado por miles de aficionados colocados en las carreteras, gritando y ondeando banderas y pancartas de ánimo.
A tres vueltas para el final de la competición, Eslovenia y España impusieron un sostenido ritmo de caza y el grupo de los escapados se fue descomponiendo. Los 200 kilómetros ya disputados pasaron factura y la ingesta de líquidos era fundamental. En la penúltima subida Italia con Brambilla tensó la cuerda, hasta la neutralización de los aventureros, a falta de 22 kilómetros de la meta.
Los españoles estuvieron fenomenales en el control y la gestión de la carrera, frenando los arreones de italianos, holandeses y belgas. Todas las escaramuzas terminaron cuando llegó la subida a Gramartboden, donde claudicó Moscon y brillaron Woods y Bardet. Ambos escalaron por delante de Valverde, que reguló los esfuerzos con gran maestría. En la rampa del 28% se hundió Dumoulin, que en el descenso consiguió alcanzar a los tres fugados. El “bala”, que era el más rápido, se apretó las zapatillas, lanzó al suelo su bidón e impuso su punta de velocidad para que su bicicleta cruzase la meta en primer lugar y así cumplir ese sueño que buscaba desde siempre. Un oro para un corredor irrepetible.
14. Muestra, con ejemplos (al menos uno de cada), la diferencia de uso entre las siguientes parejas homónimas: sin sentido / sinsentido; porqué / por qué; a ver / haber; conque / con que; asimismo / a sí mismo; entorno / en torno; sinfín / sin fin; demás / de más; sino/si no; aun/aún.
Lista de expresiones y palabras homónimas o afines:
Aparte/a parte Acerca/a cerca Debajo/de bajo Mediodía/medio día Quehacer/que hacer
Pormenor/por menor Porque/por que Por qué/porqué Sinrazón/sin razón Sobretodo/ sobre todo