El NOMBRE o SUSTANTIVO constituye una categoría léxica que se define en función de criterios morfológicos, sintácticos y semánticos:
a) Desde el punto de vista morfológico, se caracteriza por tener género y número, y por participar en procesos morfológicos de derivación (antebrazo, contraataque, deducción, subida, virgencita) y composición (cortacésped, portalámparas).
b) Desde el punto de vista sintáctico, forma grupos nominales capaces de contraer varias funciones sintácticas, tales como las de sujeto (Los niños juegan en el jardín) o complemento directo (Vimos esa película ayer), entre otras.
c) Desde el punto de vista semántico, los sustantivos representan conceptualmente seres o entidades: individuos (casa, coche), grupos (familia, profesorado), materias (agua, arena), cualidades o sentimientos (amor, inteligencia), sucesos o eventos (hundimiento, representación), relaciones (matrimonio), lugares (montaña, plaza), tiempos (siglo, víspera) y otras muchas nociones similares.
Clases de nombres
Dentro de la categoría sustantivo se reconocen un gran número de subgrupos o clases nominales. La principal clasificación es la que divide los nombres en comunes y propios. A su vez, los comunes se subdividen, siguiendo criterios diversos, en contables / no contables, individuales / colectivos, concretos / abstractos. A estas clases tradicionales se añaden hoy otras como los sustantivos de complemento argumental, los eventivos, los cuantificativos y los clasificativos
NOMBRES COMUNES Y PROPIOS
Se diferencian entre sí por propiedades semánticas, morfológicas y sintácticas.
Diferencias semánticas. El NOMBRE COMÚN se aplica a todos los individuos de una clase, por tanto al conjunto de seres que comparten unos mismos rasgos de contenido. Existen nombres comunes de personas (agricultor, niño), de animales (jirafa, perro), de cosas (carro, libro) y de cualquier otro tipo de entidades (cualidades, acciones, relaciones, sucesos, etc.: asalto, maldad, paternidad, victoria). Los nombres comunes se definen en los diccionarios por un conjunto de rasgos que caracterizan su contenido. Así, el nombre niño incluye en su significado propiedades como ‘ser humano’ y ‘de corta edad’.
El NOMBRE PROPIO tiene también valor denominativo, lo que le permite asignar nombre a individuos particulares (Esta niña se llama Clara). Carece de significado, puesto que no hay posibilidad de atribuir rasgos de contenido a sustantivos como Aconcagua, Carlos, Cuba o Lima. Esta es la razón de que los nombres propios no aparezcan como tales en los diccionarios. Entre los nombres propios no se establecen relaciones léxicas (hiperonimia, hiponimia, sinonimia, antonimia u homonimia).
Los sustantivos comunes designan de manera genérica una clase (el sustantivo hombre se aplica al conjunto que incluye a los seres humanos), pero en sí mismos carecen de capacidad para identificar individuos. Para ello, necesitan estar determinados (este hombre, nuestro hombre, un hombre). Por el contrario, los nombres propios son en sí mismos expresiones referenciales, por lo que no necesitan determinantes para señalar individuos. Términos de esta clase como Atacama, Bolívar o Nicaragua se refieren a seres concretos.
Clases de nombres propios. Los nombres propios se clasifican, según la naturaleza y características del referente, en varios grupos, entre los que destacan los nombres de persona (ANTROPÓNIMOS), ya sean nombres de pila, hipocorísticos (Lupe), apellidos o sobrenombres (Azorín, Faraona). También hay nombres propios de animales (ZOÓNIMOS: Babieca, Bucéfalo, Fido) y nombres de lugar (TOPÓNIMOS: América, Costa Rica, Jalisco, Florida, Santiago, Orinoco…).
Se ajustan a las características de los nombres propios los sustantivos (y a veces los grupos nominales formados con ellos) que denotan festividades o conmemoraciones (la Ascensión), astros (Marte), representaciones alegóricas (la Muerte), títulos de obras (Hamlet), fundaciones (Lolita Rubial), órdenes religiosas (Santa Clara), empresas (El Mercurio de Antofagasta), clubes (Club Atlético de Madrid), corporaciones (Real Academia Española) y otras muchas asociaciones, agrupaciones o instituciones de diversa naturaleza.
Aunque los nombres propios se construyen prototípicamente sin artículo, con ciertos topónimos se usa siempre el artículo determinado (El Cairo, La Habana), mientras que en otros es potestativo: (el) Perú, (el) Uruguay. Se documentan alternancias de presencia / ausencia de artículo con algunos nombres propios que no designan topónimos: Ya es Navidad /Ya llega la Navidad. Los nombres de los montes y los ríos llevan artículo: los Andes, el Orinoco. En los topónimos que incorporan el artículo, este se escribe con mayúscula. No se considera, pues, correcto prescindir de él (Viajaré a El Salvador, no *a Salvador). Cuando es potestativo, se escribe con minúscula y solo se hace obligatorio en las denominaciones oficiales: República del Perú.
SUSTANTIVOS CONTABLES Y NO CONTABLES
Caracterización. Una división fundamental de los nombres comunes es la que diferencia entre sustantivos CONTABLES y sustantivos NO CONTABLES.
a) Los nombres contables designan entidades que se pueden enumerar (tres planetas, cuatro formas de proceder).
b) Los sustantivos no contables designan magnitudes que se pueden medir o pesar, pero no enumerar. Suelen referirse a sustancias o materias que pueden dividirse sin dejar de ser lo que son. Así, “la mitad del agua” es también “agua”. No ocurre así con los sustantivos contables: “la mitad de una silla” no es “una silla”. Además de los que designan sustancias (aire, comida, sangre), pertenecen a la clase de los nombres no contables los que hacen referencia a cualidades o propiedades (altura, inteligencia, pereza) y sensaciones o sentimientos (amor, entusiasmo, rabia), entre otras nociones.
Diferencias gramaticales. Los sustantivos contables se emplean en singular o en plural. Los no contables se construyen normalmente en singular (mucha agua, tanto esfuerzo). Cuando se emplean en plural, no aportan normalmente pluralidad, sino algún otro valor de naturaleza expresiva o estilística (agua ~ aguas, tierra ~ tierras, nieve ~ nieves, cielo ~ cielos). El plural puede también incorporar estos nombres a la clase de los contables, como en pelo [no contable] ~ pelos [contable], café ~ cafés, vino ~ vinos, pan ~ panes, etc.
Los nombres no contables pueden ir acompañados de los cuantificadores mucho, poco, bastante, demasiado, tanto, cuanto, harto, etc., pero son incompatibles con los numerales cardinales, el cuantificador varios o el adjetivo medio. Los contables, en cambio, son compatibles con ellos: *tres paciencias ~ tres libros; *varias arenas ~ varios detalles; *medio vino ~ media manzana.
Cambios de clase. Muchos sustantivos no contables se convierten en contables para designar clase o tipo: Escribe con varias tintas; Se utilizan distintas gasolinas; individuos o unidades: un corcho, un cristal, un papel; medidas, porciones y otras formas de presentar alimentos y bebidas: café / dos cafés.
SUSTANTIVOS INDIVIDUALES Y COLECTIVOS
Los SUSTANTIVOS INDIVIDUALES denotan en singular seres únicos (barco, oveja, profesor). Su denominación puede ser proporcionada por cualquiera de los elementos que constituyen su extensión. Por ejemplo, la clase “barco” puede ser ilustrada por cualquier elemento del conjunto de los barcos.
Por el contrario, los SUSTANTIVOS COLECTIVOS denotan en singular un conjunto formado por seres de la misma naturaleza: flota ‘conjunto de barcos’; profesorado ‘clase profesional formada por profesores’. Aunque la idea de pluralidad que encierran los colectivos hace que en ocasiones la concordancia con el verbo se realice en plural, es más adecuado establecerla en singular. Por tanto, se recomienda evitar construcciones como Toda la familia iban de vacaciones y usar la más correcta Toda la familia iba de vacaciones.
SUSTANTIVOS ABSTRACTOS Y CONCRETOS
Los SUSTANTIVOS ABSTRACTOS designan generalmente acciones, procesos y cualidades que se atribuyen a las personas, los animales o las cosas (amor, belleza, reproducción) y que normalmente no captamos por los sentidos. Los SUSTANTIVOS CONCRETOS hacen referencia a seres reales o imaginarios que percibimos por los sentidos o podemos representarnos mentalmente: árbol, aroma, centauro, tierra.
Desde el punto de vista morfológico, se pueden delimitar algunas clases de nombres abstractos. Por ejemplo, lo son los nombres de acción que se forman con sufijos como -miento, -ción (atrevimiento, traducción). Entre los nombres abstractos de cualidad se cuentan los que contienen los sufijos -eza, -ura, -itud (belleza, locura, pulcritud). Al pluralizarse, los abstractos se convierten generalmente en concretos: locura (‘condición de loco’) ~ locuras (‘actos o dichos de loco’).